Neymar golea y el fútbol se reivindica

Los mismos 22 jugadores que ayer abandonaron el Parque de los Príncipes salieron hoy al mismo, coreografiados y haciendo un círculo en el medio. Hubo rodilla al suelo y puño al cielo , no de todos, mientras el nuevo cuadro arbitral se unía a la formación, relajado se supone, porque difícil era empeorar la labor de sus predecesores. La cámara daba vueltas desde la zona de saque, enfocando a los protagonistas, y el «No al racismo» coloreaba todo el recinto.

Partido había poco en un principio, porque el PSG, aun con el encuentro anulado, ya estaba clasificado como uno de los dieciocho mejores equipos de Europa. Se reanudó el juego desde la banda derecha turca y en el minuto 14. Rafael y Bekker , que sin intención habían provocado el martes una hecatombe sin precedentes en el fútbol europeo, chocaron de nuevo. Todo el mundo se quedó petrificado, al menos de manera inconsciente, antes de que ambos defensores se diesen la mano y se despidiesen con una sonrisa. Un partido de fútbol sin aficionados y sin intensidad, ni siquiera con premio. Eso, una hecatombe.

Neymar, sin embargo, tenía brillo en los ojos, fuego más bien, unos ojos de poseído, de ese pura sangre que tanto añoran en Barcelona. El Basaksehir le dio hábitat, en lo que parecía una decena de metros entre defensa y mediocampo. Con corral para sus diabluras, él fue el partido. Recibió de espaldas, giró, caño de museo y definición a la escuadra larga. Celebró como todos los días cuando todo el mundo esperaba la reivindicación. El Neymar futbolista es otro , solo entiende de una cosa. Diez minutos después repitió, porque una pérdida de los de Estambul propició el contraataque de Rafinha, Mbappé y el brasileño, portadores de infortunio para el pobre Gunok. El paulista definió entre las piernas. Al marcador y a la primera parte le puso el broche Mbappé de penalti. 3-0 y a disfrutar.

A la reanudación, Neymar, que hilaba especialmente fino, tanto por su calidad como por los espacios, porque el Basaksehir presionaba arriba y no tenía ganas para correr hacia atrás, no dudó en hacer el cuarto. El delantero, que se había humanizado con un taconazo a ninguna parte poco antes, agujereó la red de nuevo. También hubo un tiro al larguero de Bakker y otra muy clara para Di María, que había salido en el descanso. Pero la baja intensidad, mala compañera, tiende a igualar la balanza. En el 56, a la salida de un córner, Topal voleó, Bakker hasta se apartó y el balón fue a parar a la cara de Keylor Navas antes de a la red. El de la honra que se dice. Pero ni eso.

A los 5 minutos, Mbappé anotaba de nuevo, otra vez al contraataque, y otra vez con el equipo turco a rebufo. Neymar quería regatear hasta la botella de agua del portero, porque los regalos que le hacían eran de escándalo. Salió Demba Ba , jugador que hasta ahora era conocido por el resbalón de Gerrard, el que le hizo perder la Premier al Liverpool en 2014, y porque el delantero anotó aquel día con el Chelsea. El partido lo acabaron jugando los veteranos derrengados de los visitantes y los adolescentes de los locales. Pero al menos quedará la foto.