Los errores de España

1 Un equipo con menos alma y sin liderazgo

Cuando suceden estas cosas, siempre se piensa en los que ya no están, recurrente para poder escudarse en algo sustancial. A España se le han ido de un plumazo jugadores fundamentales como Xavi Hernández, Xabi Alonso o David Villa y Del Bosque ha activado la renovación de forma diligente para que nadie pueda hablar de revolución ni nada por el estilo. Ya no está Pepe Reina –fundamental en la caseta– en la dinámica del grupo y Sergio Ramos está fuera de esta concentración por lesión. En Zilina faltó que alguien gritara y el cuerpo técnico pretende que levanten la mano Andrés Iniesta, Cesc Fábregas y el propio Ramos, aunque el capitán sigue siendo Casillas.

Después del chasco, el jueves salieron por la zona mixta Paco Alcácer , Juanfran y Raúl Albiol, descartada la autocrítica porque todo fueron alabanzas al portero local por su partidazo. Y ayer, ya en Luxemburgo tras un viaje de caras largas, volvió a hablar Alcácer y también Azpilicueta , que ni siquiera jugó.

2 Casillas traslada el debate del Bernabéu

La foto de Casillas es dolorosa, responsabilizado con cierta lógica porque su cantada en el primer gol de Eslovaquia fue estrepitosa. Siempre ha sido el portero de Del Bosque, pero también en España se agitan las masas, trasladado el debate del Bernabéu a Las Rozas en el asunto de nunca acabar. El técnico le ha protegido, pero es evidente que, por lo que sea, está muy lejos de ser aquel porterazo. Se intuye una transición natural por cuestión de edad y David de Gea, a sus 23 años, está llamado a hacerse más pronto que tarde con la cueva que ha defendido Casillas durante tanto tiempo. La idea es que el meta del Manchester United juegue mañana en Luxemburgo, pero...

3 Apuesta repetida por los mismos jugadores

Da la sensación de que, en los partidos importantes, siempre juegan los mismos. Del Bosque ya ha reconocido que tiene déficit en el puesto de central y de ahí que en Eslovaquia optara por Piqué y Albiol en el centro de la defensa (Bartra es el tercer central para estos dos partidos). Si se tiene en cuenta el encuentro de Maracaná, en el que se consumó la catástrofe con la derrota ante Chile, en Zilina jugaron los mismos salvo Juanfran , Piqué y Albiol. Poca variedad para afrontar situaciones complicadas, aunque repite Del Bosque que las decisiones que toman no distan mucho de lo que haría la gran mayoría.

Sin embargo, esta vez sí hizo cambios distintos el seleccionador durante el choque, aunque extraños porque rompió con el orden que siempre predica. Primero, puso a Pedro por Albiol, luego entró Alcácer por Silva y finalmente Cazorla por Juanfran. España, incluso después del empate, se partió y permitió que Eslovaquia trenzara una contra letal por la banda de Alba, que estaba en el área contraria dejando una autopista sin peaje. El lateral del Barça juega siempre en las citas de nivel y también Sergio Busquets, que actualmente está lejísimos de aquel futbolista total.

4 Costa, 446 minutos sin marcar un gol

Diego Costa fue de lo mejor de España, pero es lógico que se le mida por los goles. Y siguen sin llegar, seis partidos de rojo y cero aciertos. Suma 446 minutos de sequía mientras se sale en el Chelsea, demasiado ruido sobre sus prestaciones y su adaptación.

Esta vez, Costa estuvo cerca y rondó el gol varias veces, pero el portero le privó del balón de oxígeno que necesita para pagar su deuda con un país que le abrió las puertas del Mundial de sus sueños. Y mientras, se reivindica Paco Alcácer, que en 99 minutos, repartidos en tres tardes, ya lleva dos tantos.

5 Pérdida de autoridad y cierto desapego

La mala experiencia de Brasil ha debilitado a España hasta el punto de perder gran parte del respeto que se ganó en esos seis años de abundancia. Ahora se le ve un equipo vulnerable, previsible incluso por momentos, poco hábil para adaptarse a situaciones que invitan otras vías hacia el triunfo. Del Bosque asegura que no hay motivos para alarmarse, que la tendencia no es negativa ni pesimista, pero cada día hay más desapego y distancia con la afición. España se acostumbró a ganar y cualquier otra cosa, ahora, decepciona