ENTREVISTA ABC
Flavio Briatore: «Fui yo quien metí la F1 en casa de todos los españoles»
El empresario italiano, descubridor de Schumacher y Alonso, analiza el presente y el futuro de un deporte que vivirá una revolución en 2026
Colapinto se queda en la F1 gracias a Briatore
Julio Ocampo
Monza (Italia)
Acaba de terminar el café, mientras se atusa el pelo antes de atender a ABC desde el motorhome de Alpine durante el Gran Premio de Italia, en Monza, templo de la velocidad, lugar de peregrinaje pagano con estaciones-monumento: la Parabólica, la variante Ascari, las ... curvas de Lesmo… Un lugar donde se mezclan tragedia y pureza, éxitos y desventuras. También la rabia, la melancolía o la nostalgia. Porque sí, aquí mordió John Surtees en el 68, ganó su primer Mundial —compitiendo con Fittipaldi— Niki Lauda (1975), perdió la vida Ronnie Peterson tras un accidente en 1978 y se retiró Hakkinen en el 99, una edición antes que Schumacher igualara a Senna en victorias. Seis años después anunciaría su adiós el mago alemán.
Fue también en este autódromo singular, zurcido con triunfos épicos e inesperados como el de Vettel conduciendo un Toro Rosso bajo la lluvia, quien en 2008 se convirtió en el ganador más joven de siempre. Gestas como esa —además de la simbiosis histórica con el Cavallino Rampante— hacen del circuito centenario un rito laico mayúsculo que aparece en las principales enciclopedias de la Fórmula Uno, quizás junto a Silvestrone, Montreal, Melbourne o el oxímoron Montecarlo, situado en las antípodas, con bólidos-misiles obligados a ir despacio.
Dos leyendas de la F1 🐐
— DAZN España (@DAZN_ES) June 28, 2025
Flavio Briatore 🤝 Bernie Ecclestone #AustriaDAZNF1 🇦🇹 pic.twitter.com/z21mP7poUw
En Monza, no. Allí, en 2003, la Ferrari de Schumi alcanzó la velocidad media más alta vista hasta entonces (247,586 km/h). Por no hablar del giro más veloz de toda la historia durante pruebas clasificatorias: Lewis Hamilton al volante de su Mercedes, en 2020, con casi 265 km/h. Efectivamente, puede que no haya lugar mejor para entrevistar al capo de Alpine, un Flavio Briatore (Berzuolo, Italia, 1950) que afronta temas cruciales y espinosos. De los nuevos cambios de cara al próximo curso a la sonora polémica surgida con su retorno a las pistas tras el escándalo 'Crashgate'. Por supuesto, también sigue habiendo hueco en su corazón para Fernando Alonso. «Yo llevé este deporte —con Renault— a las casas españolas. No lo olvides».
—Sobre las nuevas reglas de la F1… Se habla de reducir el peso y las dimensiones del coche en beneficio del espectáculo. Los vehículos podrían alcanzar hasta 400 kilómetros por hora. El 'paddock' no parece muy contento.
—No sabemos qué pasará. No se puede tener una opinión clara, porque nadie sabe qué sucederá con los nuevos coches. Hay todavía dudas, incertidumbre… Nadie tiene nada claro todavía. Es precipitado enjuiciar. Paciencia, y a esperar.
—Pero la competición necesita cambiar algo, ¿no? Quizás no tanto para los aficionados que acuden a los circuitos, pero sí para la gente delante del televisor. Parece algo previsible todo, y esto genera aburrimiento. Por eso Stefano Domenicali (presidente y CEO de la F1) habla de darle un toque más atractivo.
—Estoy de acuerdo con Stefano, porque hay que respetar al público. Mi opinión es que debemos hacer algo durante estos tres días para seguir apasionando, gustando, atrayendo. Menos pruebas libres viernes-sábado y más carreras sprint (estilo MotoGP). Creo que habría que hacerlo todos los fines de semana para que haya más emoción, y para que siempre se corra por algo mucho más serio. La gente, así, vería al piloto involucrado, que se esfuerza constantemente… Ahora no entiende si tienen o no gasolina… Yo lo haría siempre, sí.
—Y luego está la preponderancia del coche en detrimento del piloto. Cada vez más. ¿Esto le gusta al aficionado medio?
—Mire, sin el coche es complicado para el piloto. Éste solo es decisivo cuando un monoplaza parte a igualdad de condiciones con otro. Lo han hecho todos los campeones mundiales, de Alonso a Max, pasando por Schumacher y otros muchos. Ahí es cuando se ve la calidad de cada uno, pero no se puede obviar la máquina.
—Años magníficos con Fernando en Renault, con dos títulos mundiales incluidos.
—Era siempre muy rápido. Nos impresionó a todos desde el primer minuto. Un líder de equipo, un genio fantástico. Lo que hizo con nosotros se podría equiparar a lo de Verstappen con Red Bull. Un crecimiento exponencial importante. También te digo que la gran diferencia entre ambos es que Alonso casi nunca cometía errores-accidentes, incluso siendo jovencísimo. Max, sin embargo, comenzó siendo muy agresivo. Luego, fue corrigiéndolo.
—Antes del asturiano, vio lo que nadie veía. Llevó a Schumacher a Benetton. Otros dos títulos mundiales con él allí. Cuatro en su haber, en total.
—Uno mira, observa… Y cuando compruebas que un chico tan joven ya quería ser campeón del mundo... Lo dice todo. No era normal tener ya gente de este calibre a su edad. De hecho, recuerdo muchos pilotos que se quejaban aludiendo a su fecha de nacimiento. Se veía una persona concentrada y especial, único. Lo mismo para Fernando Alonso, alguien determinado, con hambre de éxito y una habilidad de conducir el coche a su estilo.
—¿Cuál es el secreto de ese hambre e ilusión de Alonso por seguir compitiendo?
—Es el carácter. Le veo corriendo también dentro de cinco años. Sí, con hambre y sin engordar. Un animal competitivo, el asturiano.
—¿Se esperaba más de Franco Colapinto? Le ha sucedido un poco como a Kimi Antonelli (Mercedes). Demasiado jóvenes para soportar tanta presión.
—Bueno, también los pilotos principales se equivocan, ¿no? Pero sí, puede que sí. Han llegado muy pronto a la F1. Tienen 19 o 20 años, y quizás debían haber esperado otro año. No lo sé. También te digo que Colapinto ha mejorado mucho respecto al inicio. Ojalá siga así.
—En mayo de 2025 dimitió Oliver Oakes como jefe de equipo de Alpine. Usted, que entró en 2024 como consejero ejecutivo, ocupó de forma interina ese cargo de manager principal. Y ahora, director. ¿Cómo ha cambiado la situación de cara al presente-futuro?
—No cambia. Estaba yo antes y seguiré estando. Llegó Steve Nielsen, con quien ya trabajé en Renault. Es otro campeón del mundo, sí. Ahora es el director general, y confiamos en crear las condiciones necesarias para crecer, porque 2026 es el año de la verdad. Se antoja crucial.
—Todo está en el aire aún. Con Gasly renovado, habrá que ver qué sucede con Colapinto, quien llegó cedido por Williams en sustitución de Doohan. ¿Le gusta Carlos Sainz?
—Me gusta. Lo hizo bien con Ferrari y también este año con Williams. Es uno de los buenos que tenemos en el circuito. Está en ese grupo de siete u ocho pilotos. Es consistente, rápido y regular. Salió de Ferrari, quien prefirió la experiencia de Hamilton… No sé. Él sigue en su buena línea.
—Lewis Hamilton, hasta hoy, es un fracaso sonado. Una maniobra ciento por ciento marketing.
—Es una cuestión para Ferrari. Por suerte, yo este problema no lo tengo. Habrá que preguntarles a ellos.
Todos atizan al «inútil» de Hamilton
A. L. MenéndezArrecian las críticas contra los resultados y la actitud del piloto inglés de Ferrari
—Cuando volvió a la F1 como capo de Alpine (escudería de la empresa automovilística Renault) tras 17 años ausente, uno de los que más mostró su animadversión fue Damon Hill. Recordaba que usted fue acusado de provocar un accidente (con Nelson Piquet Jr como cómplice) para que Alonso ganara el GP de Singapur de 2008. Fue expulsado de por vida de la F1, aunque luego el castigo sería revocado. Y Massa dice que aquello ('Crashgate') que le costó el Mundial.
—El Mundial es de quien lo gana. Damon Hill no sé a qué se dedica, si está jubilado o cultiva el vino.
—¿Qué relación tiene usted con España?
—La amo como país. Les hicimos descubrir la F1 a los españoles. Fernando, pero sobre todo yo… Porque al final fui yo quien lo fichó. En España, los grandes premios ni siquiera se televisaban. Nosotros metíamos 100.000 personas en Barcelona. Cariño, afecto enorme es lo que siento. Algo recíproco. La relación es magnífica. Voy a menudo de vacaciones allí.
—El cantautor italiano Cesare Cremonini tiene una canción en la que dice: «Desde que Senna no está, el domingo es inexistente para mí». En España, de momento, sí. Gracias a Sainz y Alonso, aunque lógicamente la fiebre ha menguado.
—La gente en España, incluso hoy día, me para por la calle para darme las gracias por enseñarles un deporte que no conocían. Hicimos un trabajo magnífico. Me siento muy orgulloso.
—Usted, lejos del mundo del motor que hoy gobiernan Norris y Piastri, es un famosísimo empresario. Con Bernie Ecclestone compró el Queens Park Rangers, club de la Premier, tiene una red de pizzerías… ¿Ha pensado en adquirir algún equipo español?
—Lo más difícil es la gestión de la gente. Me gusta tocar varias cosas. Ser bueno en un trabajo es fantástico, pero si son cinco o seis, además resulta motivador. Sobre comprar un club de fútbol en España… No, por favor. Una vez que has probado algo por vez primera siempre es mejor cambiar y no repetir.
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