Terminado el Gran Premio de Mónaco, no quedan ni las raspas en el campamento de McLaren. Está vacío su motorhome. La costumbre de todas las escuderías consiste en organizar fiestas, promover los éxitos con camisetas alusivas o simplemente sacar champán caro para llenar copas. Nada ... de eso sucede en McLaren. Uno de los ayudantes del piloto asturiano trastea con un regalo, una botella de whisky, en la soledad de la estancia. (Lee el post completo).
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