Rosberg brinda al fin

A mitad de carrera solo un abandono lucía en el tablero de mando, el de Fernando Alonso. Había poco público en Montmeló y el que había, se llevó una decepción imponente ya que el McLaren estaba dando muestras de cierta fiabilidad. Se quedó sin frenos el piloto español en la vuelta 27.

Lo advirtió a su garaje y desde allí le indicaron que regresará al taller, pese a que había cambiado ruedas cinco vueltas antes. Cuando ingresó en el pit-lane, redujo la marcha a los preceptivos 80 kilómetros por hora y comprobó que en efecto la sensación era cierta. No tenía frenos. Casi tira al mecánico de la piruleta como si fuera un bolo. Se pasó varios metros de la raya que clavan todos los pilotos y confirmó la evidencia: no funcionan. Alonso fue el primer abandono del GP.

Lo que hubo hasta entonces fue un mediodía de aburrimiento. La salida no alteró gran cosa la alineación de la parrilla, salvo que Vettel pasó a Hamilton y obligó al líder del Mundial a sudar la gota gorda para superar al Ferrari. Rosberg marcó distancia y por fin vivió un día pletórico con el mejor coche de 2015.

A Carlos Sainz lo fue engullando el pelotón como al escapado ciclista que se funde con el paso de los kilómetros y los puertos. Salió quinto y comenzó a descender posiciones a paso acelerado. A mitad de carrera se estabilizó en torno al puesto diez y por ahí buscó su suerte.

Hamilton rebasó a Vettel en la estretagia de las paradas y Carlos Sainz generó un final con chispa al pasar a Verstappen y luego Kvyat en las últimas vueltas. Del 11 al 9. Mucho mérito para el madrileño, radiante todo el gran premio.