Suecia - ESpaña

España rescata un bronce del corazón de Suecia

Mundial de balonmano

La selección se levanta de un torbellino sueco en la primera parte y, con un Corrales estupendo, suma otra medalla mundial para un palmarés extraordinario

El laboratorio de Jordi Ribera

Maqueda, durante un lance del partido AFP

En 2011, una España con Hombrados, los hermanos Entrerríos, Albert Rocas, Iker Romero y Sterbik, entre otros, le ganó el bronce a Suecia, jugándose en su casa, en Malmo, con todo en contra. En 2023, una España con Pérez de Vargas, los hermanos Dujshebaev, Kauldi ... Odriozola y Ferran Solé, entre otros se volvía a jugar otra medalla de bronce en un Mundial y también en territorio ajeno, en Estocolmo, con otras 20.000 gargantas en contra. Volvió a producirse el milagro, que no era tal, sino un partido perfecto de la selección española que convirtió el torbellino sueco en aire a favor con una segunda parte para enmarcar.

Es la quinta medalla mundial para España, dos oros (2005 y 2013) y dos bronces, aquel de 2011 y este de 2023. Sexta medalla para el laboratorio de Jordi Ribera. Y un podio más para esta selección extraordinaria.

Suecia 36 - España 39

Mundial de balonmano | Lucha por el bronce

  • Suecia Palicka (Thulin); Carlsbogard (4), Darj (4), Ekberg (6, 2p), Wanne (9), Claar (2), Lagergren (4) , Sandell (1), Bergendahl (2), Johansson (2)
  • España Pérez de Vargas (Corrales); Ángel Fernández (5), Solé (4), Figueras (9) , Casado (3) , Cañellas (5) , Garciandía (1) ; Maqueda (1), Alex Dujshebaev (7), Serdio, Guardiola, Sánchez-Migallón (1), Daniel Dujshebaev , Odriozola (1), Peciña.
  • Marcador cada cinco minutos 4-3, 8-6, 12-11, 14-13, 19-15, 22-18 (descanso); 23-21, 25-26, 26-29, 30-33, 32-35, 36-39.
  • Árbitros Charlotte y Julie Bonaventura (Francia). Excluyeron Carlsbogard (dos veces) por Suecia; a Maqueda, Odriozola, Casado y Sánchez-Migallón (2) por España.

De aquel primer partido permanecen en esta selección Jorge Maqueda y Joan Cañellas, y fue este el que dirigió el ataque en los primeros minutos. Un inicio eléctrico, sin pausa en ninguna jugada y con mucha velocidad de portería a portería. Animaba Cañellas a los suyos, intentando activarlos en uno de los partidos más difíciles que afronta cualquier selección. Porque se espera uno que el último día de competición se juegue por el oro, pero se perdió en semifinales y cuesta reactivar el cuerpo para pelear por un tercer puesto. Uno que hoy no se valora, pero lo hará en el futuro, quizá cuando dejen de caer las medallas como lo han hecho en esta década prodigiosa.

Frenético el encuentro, sin apenas jugadas, todo carreras. Estuvieron muy efectivos Lagergren y Wanne, debido a una defensa que no cerró bien los brazos ni los repliegues. Cada ataque era un gol rival, demasiados huecos en el uno contra uno, demasiado fácil para la anfitriona, que impidió los cambios ataque-defensa y obligó a exprimir unas piernas ya de por sí cansadas. La buena noticia era que también se reaccionaba rápido, manteniendo el marcador siempre igualado (13-12 en el minuto 20). La mala, que la intensidad iba a hacer explotar los físicos ya al límite de los españoles, más castigados que los suecos. La peor, que en cuanto Palicka y sobre todo Thulin se entonaron en portería, la renta sueca se disparó a los tres goles. Y con ese frenesí, era imposible recuperar la desventaja (17-14 en el minuto 22).

Ni siquiera el tiempo muerto de Ribera pudo frenar la hemorragia. Parecía que Suecia jugaba permanentemente con uno más, provocando superioridades de dos contra uno que siempre ganaban. No tenían necesidad ni de realizar jugadas elaboradas, todo era uno contra uno, continuidad defensa-ataque, lanzamientos desde fuera. Y empezó a costar, el cansancio se pegaba a las piernas, también hacer goles. Al descanso, cuatro por debajo (22-18).

Aportó soluciones Ribera en el descanso. Trató de calmar los nervios y apostó por Kauldi Odriozola como defensor adelantado para desequilibrar el avance sueco. Y cambió al agotado mentalmente Gonzalo Pérez de Vargas por Rodrigo Corrales. Y en la primera jugada, fue Maqueda, el otro superviviente de aquel 2011, quien dio con la clave para cerrar la defensa, parada de Corrales, carrera y gol; en la segunda, defensa cerrada, parada, carrera y gol. El camino. Y ante las prisas de Suecia, la calma de España.

Otra vez Cañellas con su pausa, sus lanzamientos; y Sánchez-Migallón apretó los dientes para encadenar tres contragolpes, al ralentí la subida porque no hay nada más en el depósito de gasolina, pero se logró el objetivo: cerrar la sangría y empatar a 23 en el minuto 35. Con dos carreras más, España fue la España de las medallas: velocidad, orgullo, goles, dos por delante.

Y Suecia ya no corrió tanto. La selección nacional había jugado al son sueco hasta hacerlo suyo, y estaba poniendo el partido a su ritmo, donde los suecos comenzaban a tener menos huecos, más pequeña la portería española y más grande la rival. Sobre todo cada vez que entraban en pista Ángel Fernández, Dani Dujshebaev y Adriá Figueras (9 de 9).

La que corrió fue España, pero de alegría, con ese balonmano atractivo y de combinación que tantas medallas ha dado en esta última década. Los rivales siguen prefiriendo enfrentarse a esta selección porque otras tienen nombres que asustan, pero ahí están, de bronce mundial, en pleno corazón de Suecia, con todo en contra.

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