Victoria, maillot rojo y sangre para Evenepoel

Ha cambiado tanto el ciclismo que medio pelotón corría en casa. Andorra es la nueva patria de la bicicleta de élite, aquel camino que un día emprendió 'Purito' Rodríguez. En Andorra casi nadie mueve ficha hasta el último suspiro.

Ese racimo de estrellas que ha juntado la Vuelta concede aire a Kamna, Caruso y nueve más, que se largan del pelotón en espera de una sorpresa. Es solo el inicio, la Vuelta es una caja de cohetes y nadie sabe cómo reaccionará el sideral Jumbo de Vingegaard y Roglic.

La etapa es anodina hasta el alto del Arinsal, inédito puerto final de etapa. Las bonificaciones de Ordino, cota de primera, no convencen al grupo, y por allí escalan los escapados, mientras atrás solo Bardet parece interesado en mover el árbol. Puede ser líder el francés, tan desaparecido de los grandes momentos del ciclismo.

Kamna y Caruso están sentenciados en las primeras rampas de Arinsal, pero la inapetencia de Jumbo sorprende. O Roglic se hizo daño en la caída del domingo o no quiere desarmar esa dupla tan terrorífica en apariencia con Vingegaard.

Nadie toma la rienda, Kamna y Caruso sueñan con un triunfo, y entre tanta mirada emerge un equipo siempre combativo, que no contempla ni especula, sino que actúa. El UAE. Acelera Jay Vine, el escalador australiano, y acelera más Juan Ayuso, 20 años, tercero el año pasado, ambicioso por encima de todo.

Hay demasiados galones para que prospere el intento de Ayuso, quien muestra muy pronto sus intenciones. Llegan Evenepoel, Vingegaard, Roglic, Enric Mas, Almedia, Vlasov...

Puede ser líder Enric Mas si se dan las circunstancias, puede al final cantar un gran éxito personal, salir en las fotos como artista principal. Solo necesita que no gane Evenepoel o sea segundo.

Su gozo en una pozo, Evenepoel ataca a todos a 200 metros, se agarra de las manetas con energía, lanza la bici con una violencia extraordinaria, fija el objetivo con una determinación poco usual en el ciclismo.

El belga consigue su undécima victoria de la temporada, bárbara su explosión, también su gesto al entrar en meta, siempre al borde de la insolencia. Entre el numeroso ejército de auxiliares, periodistas y fotógrafos que pueblan cada día la meta, Evenepoel se ofusca. No ve y choca contra una empleada del gobierno andorrano al alargar la celebración.

Sangre en la ceja de Remco Evenepoel, quien se declara «enfadado» por el incidente. Lleva cruzada la Vuelta después de la primera etapa, su bronca a la organización por la falta de luz y ahora este golpe. Es el líder.