ciclismo
Pogacar se pone en marcha: su pelea por ser el mejor de la historia
En busca de una motivación, quiere ganar este año todas las grandes carreras que le faltan. Afronta este sábado la Strade Bianche como favorito
Egan Bernal, el ciclista moribundo vuelve a triunfar

Tadej Pogacar elige un escenario de película para asumir sus próximas ideas: ser el mejor de la historia, ganar aquellas carreras que se le resisten, trascender, competir contra las leyendas ahora que se queda sin adversarios en el planeta del ciclismo. Corre la Strade ... Bianche, sus caminos de arena blanca, columnas de cipreses protegiendo la entrada a las haciendas, suaves colinas que circundan Siena, la ciudad de Italia donde dan ganas de quedarse para siempre.
Pogacar (26 años) ya ha levantado dos veces la Strade Bianche (22 y 24), ha coronado la cuesta empedrada de Santa Caterina e ingresado en el Palio meta de la carrera con su museo de la tortura en el lateral de las terrazas que decoran la inclinación de la plaza.
Después del protocolario éxito en el Tour de Emiratos Árabes que se obliga a ganar cada febrero por los compromisos con su patrocinador (UAE, el propio país), Siena es su rampa de lanzamiento de un nuevo curso, el modo rodillo que apabulla a sus rivales y simplifica los pronósticos. Siempre que compita, Pogacar es el favorito.
Así lo decretó en la temporada 2024, la mejor de la historia para muchos analistas en comparación con el curso 1972 de Eddy Merckx. El esloveno selló 25 victorias en 57 días de competición, incluidos el Tour (más seis etapas), el Giro (seis más) y el Mundial con un ataque a 100 kilómetros de la meta en Zúrich.
Con solo 26 años y en plenitud física, la secuencia de Pogacar complementa cualquier adjetivo para los devotos de la vieja escuela del 'dato mata relato'. Tres Tour de Francia (y 17 etapas), un Giro de Italia, campeón del mundo 2024, 2 Lieja-Bastoña-Lieja, 1 Tour de Flandes, 4 Lombardía, 2 Strade Bianche, 2 Tirreno-Adriático...
Y así, 91 triunfos en seis temporadas desde que se mostró al mundo como una estrella emergente en la Vuelta a España 2019, cuando conquistó tres etapas con 19 años y su director, el vizcaíno Josean Matxín, dejó aquella sentencia para la posteridad. «Pogacar no es de frenar...«.
Pogacar no ha frenado desde entonces, las últimas cuatro temporadas número uno de la clasificación mundial, y siempre doblando la apuesta, buscando motivaciones, apretando el paso para desesperación de sus rivales, que solo pueden aplaudir y acompañar al titán.
París-Roubaix y Vuelta a España
En esa búsqueda, al fenómeno esloveno le quedan dos escalones por confirmar esta campaña: su concurso en la París-Roubaix en excitante duelo con Van der Poel y en la Vuelta a España, donde le espera Vingegaard. Dos carreras que no ha ganado. En invierno subió a las redes un vídeo navegando por los adoquines del bosque de Arenberg, el infierno del Norte, la clásica de las clásicas, y confesó en la radio RMC de Mónaco, donde vive, que la idea «le había gustado».
Entre tanto intentará capturar la Milán-San Remo, la clásica extenuante que se decide en el descenso del Poggio previo paso por la Cipressa, y que tampoco ha conseguido nunca.
En las entrevistas ya le plantean ocurrencias medio imposibles, como ganar todos los monumentos (San Remo, Flandes, Roubaix, Lieja y Lombardía) el mismo año o tratar el imposible de la historia, lo que nadie hizo, las tres rondas grandes del calendario, Tour, Vuelta y Giro en el mismo curso.
Pero mientras tanto, Pogacar triunfa sin escándalos a su paso, sin la eterna sombra negra del dopaje que sobrevoló el ciclismo. Para esto también tiene respuesta, según confesó en RMC: «Creo que estamos pagando el precio de lo que hicieron en el pasado. Si tomamos el ejemplo de actuaciones de hace 15 o 20 años que nos parecieron increíbles, idolatrábamos a los corredores que hacían trampas. Ahora esos fans que los admiraban han crecido, tienen 40, 50, 60 años, y tienen presente eso, el hecho de que sus héroes eran mentirosos. Sigue siendo esa generación la que nos mira y no puede confiar en nosotros por lo que ocurrió en el pasado. Creo que pasarán algunos años más, algunas generaciones más, antes de que las sospechas desaparezcan. Esta confianza que la gente perdió hace unos años es imposible de recuperar inmediatamente. Y no puedo culparlos».
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