Vuelta a españa
Juan Ayuso se recompone a lo grande y sella la primera victoria española
El ciclista del UAE corona con triunfo su escapada en Cerler y se tapa los oídos frente a las críticas
Cubino, el pionero en Cerler
Cerler (Huesca)
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Iniciar sesiónEl mejor ciclista español tachó la sorpresa de su desvanecimiento prematuro en Andorra con una rutilante victoria en Cerler. De montaña a montaña, Juan Ayuso expone que en sus piernas, en su talento, en su motor, está el destino del pelotón español. Una semana ... después de iniciar su andadura en Turín llega el primer éxito ibérico en la Vuelta. Lo consigue Ayuso por rabia y orgullo, escalando puertos y al ataque desde el minuto uno. Una obra con final perfecto en el que el ciclista del UAE se tapa los oídos al entrar en la meta. No quiere escuchar críticas, a nadie le gustan, aunque todo el mundo pida autocrítica después de los fallos. Ayuso vuelve a entrar en carrera, aunque a 4:53 de Vingegaard.
En la salida de la etapa, Laura, la novia de Juan Ayuso, acude a saludar a su pareja al control de firmas en Andorra, el autobús del UAE rodeado de una amalgama de aficionados que buscan selfis, gorras, fotos o la simple curiosidad de estar cerca de los deportistas.
La chica se abre paso entre el gentío con su bici Cervelo, su maillot encarnado, el casco blanco y una perrita con protector textil para el frío, 'Trufa', el otro amor en la vida del ciclista nacido en Barcelona, criado en Atlanta y Jávea y domiciliado en Andorra. Solo quiere animar a su chico después de que la estación de Pal, a unos kilómetros de su casa, el corredor español más pujante se dejase siete minutos en un día fatídico.
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Por el apoyo de Laura, por el deseo de reivindicación o la rabia ante las críticas que recibió, Ayuso se monta una película de ardor guerrero y pinturas en la cara.
Es el desafío de un corredor de enorme talento, motor de poderosa cilindrada y exacerbada ambición que lo han impulsado al lugar que le corresponde en el panorama español: es el mejor ciclista de nuestros días y el más dotado para arrimar triunfos.
Sucede que está en un equipo millonario lleno de estrellas, con Pogacar intocable, y productor de talentos. Isaac del Toro, en el Giro, y Joao Almeida, en la Vuelta, le discuten la supremacía en una formación que vive instalada en el éxito. Los éxitos de Pogacar son cuestión al margen. En la Vuelta llevan tres etapas seguidas, la crono por equipos, Jay Vine y Ayuso.
El español construye su día grande después de venirse abajo en Andorra, situación que no le incomoda. «Tenía que haber perdido más tiempo, para así poder entrar en las fugas a partir de ahora», reconoce en la meta. Su táctica consiste en entregar todo el caudal de sus piernas en el puerto del Cantó, un primera categoría de nivel por donde suele entrenar desde la cercana Andorra.
«Le pregunté a un corredor del Visma si me iban a perseguir y me dijo que no dejarían escapar», admite Ayuso. Pero los demás ciclistas con intereses en la ronda juegan sus bazas y por detrás se monta la escapada, a la que el Visma no responde con la misma fiereza. El asunto queda en manos del Baréin, con el líder Traeen al mando, y Juan Ayuso empieza a soñar.
En el control de firmas del Principado también se da cita Enric Mas, el otro español que trata de iluminar el ciclismo nacional con más sombras que luces a lo largo de su trayectoria en el Movistar. Ayuso ha demostrado otro temperamento, personalidad para manejarse en su equipo y en el pelotón, y una codicia por los triunfos que lo debería llevar a pescar alguna pieza mayor. La Vuelta o el Giro están a su alcance (ha ganado una etapa en cada una), no ha demostrado ser menos que otros. El Tour, de momento, son palabras imposibles con su compañero Pogacar siempre estelar.
«Ya expliqué al equipo que no me encontraba en condiciones de disputar la general. No quiero disputarla –comentó ante la prensa–. El objetivo ahora es repetir esta victoria, ayudar al equipo cuando lo necesite y prepararme para el Mundial».
La respuesta de Ayuso es sensacional en la carrera. Escala en solitario el Cantó, participa en la fuga de 13 que se forma a su espalda, con otro español en alza, Raúl García Pierna, y el vencedor en Andorra, Jay Vine. Pero el más fuerte es Ayuso, lo demuestra en la ascensión a Cerler, la cumbre que sembró Lale Cubino en 1987.
Es potente su zancada frente al impulso del Visma con Campenaerts y Kuss. Hay fiesta en el UAE y se manifiesta en la abundancia. Tira Joao Almeida al frente del grupo de líderes cuando su compañero Ayuso está tres minutos por delante. Ataca luego Marc Soler para coger una renta en la línea de meta. Y no se ve al líder de facto de la Vuelta, Jonas Vingegaard.
Queda el detalle en la foto. Ayuso se tapa los oídos, señal de fastidio, de rabia, de conmigo no pueden. Se entiende que es un arrebato de orgullo frente a las críticas que recibió por dejarse ir el día anterior en Andorra, con presunto espíritu de lucha capado por los intereses que ahora se demuestran. Pero no. Son las redes y el público en la carretera. «Es un gesto que se explica solo. No le hago mucho caso a las redes sociales, pero aunque no quiera, algo te llega siempre. Y es peor que te griten en la carretera, cuando el ciclismo es un deporte que anima a todos».
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