Baloncesto
Ricky Rubio encuentra fuerzas para volver al baloncesto
El base vuelve a entrenar con el Barça siete meses después de frenar en seco para cuidar su salud mental
Ricky Rubio, en uno de sus últimos partidos en la NBA
Ricky Rubio se presenta en las redes sociales con dos imágenes de su yo niño. En una, acompañado por sus compañeros, luce orgulloso la camiseta de El Masnou, su primer club. En la otra aparece en los brazos de su madre Tona, fallecida en 2016. ... Los orígenes. De la vida y del trabajo. De la persona y el atleta.
No es que las utilice mucho, las redes, pero ayer fue la vía elegida por el base catalán para anunciar su vuelta a las canchas de baloncesto. De momento, solo para entrenar. Lo hará con el Barcelona, uno de sus antiguos equipos, en lo que será el primer contacto con el balón desde que el pasado 5 de agosto anunciara que tenía que parar para cuidar su salud mental. Aquella decisión, en plena concentración de la selección española y a apenas veinte días de iniciarse el Mundial, sacudió los cimientos del baloncesto nacional.
Entonces no trascendió mucho más. Rubio pedía privacidad y respeto por su decisión. Y tuvo ambas. Más tarde, el 4 de enero de este mismo año, el jugador lanzó otro comunicado que ya no pilló por sorpresa a nadie: su adiós definitivo a la NBA. Ese día se confirmaba la rescisión de su contrato con los Cleveland Cavaliers (aún tenía dos años, a razón de 12,5 millones de dólares cada uno) y las dudas sobre el futuro del jugador aumentaban. «Mi mente se fue a un lugar oscuro», afirmaba sobre los motivos que lo habían llevado a apartarse del baloncesto, aunque a la vez aseguraba que su recuperación iba por el buen camino.
Ahora afronta «la fase final» de ese proceso. Ya se ve con fuerzas para volver a su deporte y de sus sensaciones dependerá lo que pase en el futuro. El mercado de la Euroliga cierra el 7 de febrero y de momento son todo especulaciones. En el Barça, lógico, lo reciben con los brazos abiertos. Desde los directivos, pasando por el entrenador, Roger Grimau, hasta el último de sus compañeros. «Te ayudaremos en lo que necesites», le decía ayer, también desde las redes sociales, el capitán del Barça Álex Abrines, otro exponente de lo duro que puede resultar el deporte profesional para la mente de una persona. Simone Biles, Naomi Osaka, Michael Phelps, Andrés Iniesta... Empiezan a ser legión.
«Hay una tendencia a pensar que como el jugador de élite gana mucho dinero va a poder con todo. Es una relación muy simplista. Ganan millones, así que lo tienen que poder soportar. Pero que te paguen más dinero por un trabajo no significa que mentalmente estés preparado para aguantarlo», expone a este periódico Alejandro Sánchez Vara, profesor e investigador en Psicología Deportiva de la Universidad Europea. Para él, empeñado en el estudio de los procesos mentales en el deporte, el caso de Ricky es muy relevante: «Pone de manifiesto el concepto de ansiedad competitiva. Sabemos el estrés que implica el alto rendimiento. La cuestión es si se hace lo suficiente. Un deportista de élite lo que hace es desnudarse delante de cientos de miles de personas. Y de su actuación derivan muchas responsabilidades: salario, cambios familiares o de ciudad por un posible traspaso, lesiones, exposición en los medios…».
Poco después de anunciar su regreso, el medio estadounidense 'The Athletic' publicaba una amplia entrevista con Ricky en donde el jugador reflejaba todo ese proceso que derivó en el crack mental del pasado verano. «Había algo que me nublaba la mente, que no podía superar. El 30 de julio fue una de las noches más duras de mi vida. Fueron cosas pequeñas que habían estado ahí durante años y que finalmente se volvieron contra mí. Al día siguiente, decidí parar mi carrera profesional».
En estos siete meses el jugador se ha dedicado a pasar tiempo con su familia, a ocuparse de su fundación y a jugar al golf, una pasión repentina que le tiene enganchado. Tampoco ha descuidado el aspecto físico, por lo que empieza los entrenamientos con el Barça casi en plenas condiciones. «Tengo escalofríos pensando en los días en los que todo era oscuro», continúa el base catalán, que ofrece algunas claves de cómo ha afrontado la recuperación: «Me estoy reconstruyendo de dentro hacia fuera, y no de fuera hacia dentro. Siempre he sido el que intentaba ser positivo, pero a veces simplemente me estaba mintiendo a mí mismo. Me decía que no me podía sentir de una determinada manera porque eso me frenaría. Pero si te mientes a ti mismo, eso se acaba volviendo contra ti, y eso es lo que me ha pasado».
«A un deportista que pasa por un proceso así hay que dejarlo parar y descansar», concluye el profesor Sánchez Vara. «Preguntarle qué es lo que quiere, qué le hace sentir bien. Y tratar de reforzar esas necesidades psicológicas, esas razones inherentes que le hacen ser deportista más allá de regulaciones externas».
«Primero, voy a pensar en mí», corrobora Ricky en la entrevista. «He pasado por un shock muy grande. Pero sé que el baloncesto es una parte muy grande de lo que soy». Un alivio escuchar eso en boca de quien en su día se convirtió en el jugador más joven el debutar en la ACB (14 años, 11 meses y 24 días), de quien logró una plata olímpica antes de alcanzar la mayoría de edad (Pekín 2008), fue elegido antes de los veinte en la quinta posición del draft y ganó el Mundial 2019 con España siendo designado, además, el mejor jugador del torneo.
«Nankurunaisa», escribe Ricky Rubio de vuelta a sus redes sociales. Y con esa palabra japonesa que, según versiones, se podría traducir como «sonríe, todo va a estar bien» o «el tiempo lo arregla todo», resume el jugador su regreso al baloncesto. Su vuelta a los orígenes.