Baloncesto / entrevista

Audie Norris: «Yo quería fichar por el Real Madrid»

A las puertas del primer clásico del curso, ABC habla con 'Atomic Dog', ídolo superlativo y actualmente embajador de un club azulgrana en crisis

De la maldición de Peñarroya a la incógnita Tavares: Barça y Madrid se miden en el primer clásico de la temporada

Audie Norris, actual embajador del Barcelona ABC

Pese a que ambos equipos llegan tras un inicio de temporada ciclotímico, un Barça-Madrid deEuroliga sigue siendo uno de los partidos de baloncesto más atractivos a nivel continental. Bien lo sabe Audie Norris (Jackson, 1960), la leyenda blaugrana, a menudo con ... su característica camiseta de manga corta granate debajo de la azulgrana oficial, símbolo de una era en la que el baloncesto español comenzaba a morder la historia. 'Atomic Dog', el primer y mejor americano en la historia de la canasta culé atiende a ABC por teléfono. Acaba de desayunar, y decide subir a su hotel de Barcelona para evitar el ruido de la calle. Trata de no dejarse llevar demasiado por la nostalgia.

—Estará en el Palau. ¿Qué partido espera ver?

—Muy igualado. Un inicio irregular por parte de ambos conjuntos. Para mí no hay un favorito claro. Bueno, no, quizás nosotros ligeramente porque jugamos en casa. Esperamos un Palau abarrotado de gente, con ganas de animar sin parar. Ya sabes, odian al Madrid. La afición, espero, puede ayudar.

—Viendo la trayectoria del Barça, cuando carbura dispone de recursos infinitos en el juego de ataque. Defendiendo está muy mal. No es que cualquiera pueda ganarle, sino que además recibe muchísimos puntos.

—Sí, estoy de acuerdo. Todo el mundo sabe el problema que tenemos en defensa, con los rebotes. Si somos capaces de corregir esto, podemos ganar contra cualquiera. Este equipo juega mejor fuera que en casa. Hay que revertir todo esto. Sí, hay que defender más y mejor para reducir al mínimo las posibilidades de derrota. Estoy convencido de que lo vamos a hacer.

—¿Cómo?

—Con determinación y constancia. Hay que trabajar duro, sobre todo lo que no se hizo bien hasta ahora. Hay que concentrarse más en estos problemas para poder subsanarlos. La receta mágica no existe. Obvio.

—Desde la salida de Jasikevicius el club no encontró su rumbo. Primero con Grimau y ahora con Peñarroya la máquina sigue sin funcionar bien.

—Puede ser. El año pasado tuvimos muchas lesiones. Este año, ídem. Laprovittola, Núñez, Vesely no está cien por cien, Shengelia anda tocado… Quizás para hacer esos juicios habría de tener todos a disposición. Solo así se ve una hipotética evolución o mejoría. Sí, el equipo lucha mucho, pero es probable que desde la salida de Saras no defendemos igual de bien.

—Enfrente, Un cuadro muy renovado del que el propio Scariolo ha dicho que, peca de desconcentración. También tiene cierto déficit en el tiro exterior. Y parece que hay problemas entre el ex técnico y Hezonja. Aunque contra el Fenerbahçe todo funcionó…

—No he visto muchos partidos suyos, sinceramente. Sé que no andan finos, pero eso es mejor para nosotros. También te digo que cuando se cambian muchos jugadores es normal tardar hasta coger ritmo, hasta tener una cierta unidad. Esto, de alguna manera, también nos pasa a nosotros.

—¿El Barça de hoy necesita un Audie Norris, sobre todo contra el Madrid? Calidad y personalidad, sacrificio, músculo en la pintura para poder neutralizar a Tavares, la obsesión (y el tormento) de Jasikevicius.

—Ojalá pudiera jugar. Me encantaría, pero lamentablemente es lo que hay.

—Usted comienza en la NBA, que acaba de ser salpicada con un escándalo de apuestas ilegales. ¿Qué opina?

—Es un problema de base. De momento, pocas pruebas concretas, pero las apuestas en los deportes… ¿Qué quiere que le diga? Es muy difícil separar estos dos mundos, porque al final hablamos de esponsors de estas ligas. La gente juega a esto cada día. Sí, quizás los clubes deberían hacer un buen trabajo en la formación, sensibilización y educación de sus jugadores. Alertarles con todo, sugerirles qué deben y no hacer. La clave es controlar más y mejor dentro de cada franquicia.

—Aunque solo estuvo tres temporadas y no jugó demasiado, qué maravilla la NBA de su época, con esa rivalidad Celtics-Lakers, con Magic y Bird, los pívots, Paris, Kareem Abdul Jabbar, McHale, Charles Barkley, …

—Eran los años de fuego en los derbis-clásicos, que desgraciadamente se han perdido. Hoy, un Celtics-Lakers ya no es lo mismo. Los Pistons, los Bulls, Malone en Philadelphia… Magnífico. Mucho más atractivo. Me encantaba ese baloncesto físico. Lo echo mucho de menos.

—¿Por qué cambió tanto?

—Las reglas son diferentes, los entrenadores modificaron sus filosofías… Ya no hay pívots tan grandes, y además juegan más como aleros. Sí, lo hacen más abiertos. Luego, los entrenadores se quejan de que se cogen pocos rebotes en la pintura, pero ninguno lo enseña ya. Se obsesionan más con el tiro, el juego exterior. Ya no hay guerra, no hay choque.

—Tavares, salvando las distancias, aún preserva el músculo y la altura de esa vieja estirpe que anhela. En su Barça, sin embargo, emergen Vesely y Willy, quizás más moderno, menos aguerrido y más liviano. No le falta inteligencia, pero sus performances siguen dejando mucho que desear.

—Willy tiene muy buenos movimientos dentro de la pintura. No es exactamente el prototipo que digo yo, siempre obsesionado a jugar por fuera. No es atlético, no dispone de salto… Hay que darle confianza. También enseñarle muchas más cosas, pero responde bien. A mí el estilo actual del baloncesto no me gusta, y ya está. Yo podría adaptarme hoy, porque disponía también de un gran tiro exterior, pero soy de los que piensan que los grandes tienen que jugar de grandes. ¿Entiende?

—Sí, claro. Su ídolo era Kareem, el más grande.

—Sin duda, tío. El mejor de todos. Seguía sus andanzas de pequeño. No he visto nada igual en mi vida.

—En 1985, tras su primera temporada en el Benetton de Treviso, le llamó el Madrid para firmar. ¿Qué sucedió?

—Un tema económico. Nos llamó Lolo Sainz. Mis agentes (Warren LeGarie y Miguel Ángel Paniagua) y yo viajamos a Madrid. Entonces no sabía nada del Barça. Sí, quería fichar por el Madrid, sin duda. Estuvimos allí hablando con el 'coach' y Mariano Jaquotot, entonces general manager. Las sensaciones eran positivas, y yo estaba contento. Volví a Treviso. Mi sorpresa fue que, estando allí, mis agentes dijeron que los blancos no accedían a lo que pedíamos.

—¿Era mucho dinero?

—Yo siempre fui el mejor pagado en España cuando estuve. Sí, era una cifra importante, pero la diferencia era de diez mil dólares respecto a mi contrato en Italia. Ganar diez mil dólares más. Es la condición que pusimos para ir allí, pero se negaron. Entonces jugué mi segunda temporada italiana, y luego llegaría el Barça en 1987.

—En Barcelona estuvo hasta 1993. Y pudimos ver los duelos titánicos con Fernando Martín. ¿Eran amigos?

—No exactamente, pero sí nos respetábamos. Esos sí que eran clásicos verdaderos. Ellos con Martín, Romay, Petrovic… Nosotros con Epi, Jiménez, Ferrán, Solozábal o yo. Sinceramente, no tengo la sensación hoy día que los Madrid-Barça tengan ese aroma tan especial del pasado. Qué añadir de Fernando… Un fenómeno. Durísimo enfrentarme a él. Era un tipo excelente. El golpe de su fallecimiento fue durísimo.

—¿La calidad ha menguado desde que se abrieron las fronteras para poder fichar a muchos extranjeros?

—Los clubes antes tenían que seleccionar muy bien. Solo podían traer a dos. Luego, tres. Venían jugadores buenísimos, y eso hacía del baloncesto español un lugar muy competitivo.

—Su impacto en Barcelona, con Aito García Reneses, fue tremendo. Tres ligas seguidas, una Copa del Rey y la Supercopa. También se toparon con la Copa de Europa. Esta vez la kriptonita fue la Jugoplastika. Dos finales perdidas: 1990 en Zaragoza y un año después en París. Kukoc, Perasovic, Radja, Savic, Ivanovic… ¡Equipazo!

—No sé qué nos pasaba en Europa. Perdimos muchas veces, la verdad. Ojo, porque enfrente teníamos a los mejores. Bozar, además, era un técnico excelente. Pudimos ganar, pero las cosas no salieron bien. Yo, en París, jugué lesionado del hombro. Eso diezmó al equipo. Tenía prácticamente el brazo roto. Jiménez estaba tocado. Sin estar el 100%, es imposible ganar a este plantel.

—Usted jugó un básquet excelente a pesar de las múltiples lesiones.

—No sé. Siempre luché hasta la muerte. Dejé la piel en la pista por defender estos colores que tanto amo. Este escudo está en mi corazón. Creo que al club le di también muchísimo. Yo fui al Barça por Chicho Sibilio. Cuando estaba en Benetton, le veía tirar, meter triples sin parar. Deseaba jugar con él. Fantaseaba imaginar que con él por fuera y yo por dentro podíamos hacer cosas grandes.

—Usted entró hace un año en el Hall of Fame de la FEB. Sin embargo, entre las camisetas de las leyendas retiradas del Palau (Epi, Jiménez, Dueñas, Solozábal o Navarro) no está la suya. ¿Por qué?

—Ni idea. Pregunta a los directivos del Barça. Yo esto no lo controlo. Mira, nuestro equipo era humilde. Además, formamos un núcleo duro que se curtió durante muchos años. Casi siempre los mismos. Pocos cambios, y eso es parte del éxito.

—¿Qué opina de volver a jugar en Israel (Maccabi y Hapoel) en Euroliga?

—Ellos quieren volver a casa para jugar. Es normal y lógico. Solo espero que acabe de una vez por todas esta maldita guerra. En realidad, todas. Es muy duro para los deportistas. Estas conversaciones en torno a ellos, si vuelven o no a casa… Ellos quieren y necesitan estar tranquilos, centrarse solo en jugar al baloncesto. En su hogar, con sus hinchas. Como todo el mundo.

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