Atlético 2-1 Real Sociedad
El Atlético de Madrid se siente invencible
La Liga | 9ª Jornada
Griezmann, de penalti tras una mano evidente de Carlos Fernández a un disparo suyo, sella el 2-1 final en el ocaso de un partido que la Real Sociedad no mereció perder
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Madrid
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Iniciar sesiónLos tiempos de bostezos, ocasiones rácanas y fútbol a oleadas cuando pintan bastos son pretéritos en el Metropolitano. Acudir hoy al bonito estadio del Atlético de Madrid –intramuros, obvio– es una experiencia emocionante, taquicárdica incluso, más allá del resultado. Lejos de aquellos blindajes pasados, ... el equipo rojiblanco abraza hoy lo impredicible. Apenas ha comenzado el partido, no suman ni 10 segundos en el reloj del árbitro, y tras un pelotazo de la defensa realista sin mayores inteciones que las de entrar en calor, el pillo Barrenetxea gana la espalda a Nahuel Molina y convierte en gol lo que en un principio fue un despeje. El personal pregunta incrédulo qué diablos ha pasado, pero el banderín del linier evita un cabreo temprano. Ni en el día de las peñas atléticas este equipo revitalizado a base de remontadas planea regalar una victoria plácida a su afición.
Con no menos alegría que el feliz conjunto rojiblanco –sumaban ambos cuatro triunfos consecutivos antes del duelo–, es la Real Sociedad quien trata con cariño al balón. Está pletórico el equipo vasco después de hacer una primera parte mágica en Salzburgo, tiene el orgullo suficiente para amargar la sobremesa a un grupo de hombres que se sienten invencibles. El plan de Imanol es el habitual: darle el balón a los buenos en zonas favorables. Y como tal, tanto Martín Zubimendi –un chico que cada día que se viste de corto es mejor futbolista– como Mikel Merino canalizan el fluido juego donostiarra y encuentran en campo rival a Take Kubo y Brais Méndez, dos jugadores capaces de ser diferenciales en espacios reducidos. La Real está cómoda, sigue su guion con calma, espera un fallo local para golpear primero. Casi lo consigue, de hecho, cuando Zubimendi se anticipa a Molina y filtra un balón interior a Mikel Oyarzabal, pero el capitán realista dispara muy lejos del marco.
Sin embargo, el Atlético no sufre demasiado. Conoce muy bien los dogmas de la Real, monta un poblado fuerte en el corazón del campo y sale enloquecido al contragolpe. Curioso es el papel de Mario Hermoso, que pese a partir desde el central izquierdo en la zaga de tres hombres, salta hacía la búsqueda de Brais cuando Rodrigo de Paul sale al paso de Merino. Está atento el defensor madrileño, seguro al corte y, al fin, tranquilo tras algún año turbulento como jugador rojiblanco. Es, además, la primera piedra en la salida de balón; su acierto en el pase largo hacia Llorente y Morata generan las primeras cabalgadas con mordiente de los suyos.
La joven tarde es tensa: no ocurre demasiado pero se intuye inminente que algún evento reviente el inmovilismo. Simeone lo sabe e, inquieto, con un millón de rápidos y cortos cambios de dirección en la celda del área técnica, incita a sus chicos a poblar de una vez el área vasca.
Vendaval sobre Remiro
Es en este caldo de cultivo, cerca del ecuador del primer tiempo, cuando uno de los inesperados nombres propios de la temporada atlética comienza a ser diferencial. Samuel Lino encuentra en De Paul –óptimo tras su lesión– un amigo. Maridan ambos, se asocian con clase, intuyen los movimientos a realizar de su semejante e hieren a la Real por el flanco izquierdo. Es más, una bella jugada entre ambos provoca el primer lamento serio del Metropolitano; ese ruidoso gigante que permanecía raramente dormido comienza a despertar ante las experiencias ofensivas de su Atlético.
Ovaciona este cada esfuerzo de Álvaro Morata, al que ya considera uno de sus imprescindibles por su incesante empeño. Los goles ayudan, claro. El exmadridista remata varias veces sobre la meta de Remiro sin demasiada fortuna; no ataca con excelencia el Atlético, pero es tan bueno su estado anímico que el 1-0 sería una consecuencia no muy descabellada. Y en un error de marca impropio de él, Traoré pierde la referencia de Lino a su espalda y Koke le asiste con la precisión adecuada para que el carrilero brasileño no varíe el ritmo de su carrera y supere por bajo a un Remiro demasiado hundido en el refugio de los tres palos. Celebra feliz Lino un gol que recompensa todas aquellas veces que pisa la línea de fondo sin resultados reseñables.
El Atlético de Madrid crece en torno a su ventaja y asedia a una Real incapaz de reaccionar. Dispara De Paul a la escuadra en la última jugada del primer acto y remata Witsel al poste a la vuelta de vestuarios una falta lateral servida con maestría por Antoine Griezmann. El Atlético merece algo más, pero el poco protagonismo de su mejor hombre, el delantero galo, le convierten en un equipo mucho más predecible.
Atlético - Real Sociedad, estadísticas del partido
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Entretanto, la Real asiste con esperanza al desacierto local. Ya no es ese equipo de carácter volátil necesitado siempre de la tan peligrosa motivación extrínseca. Introduce Imanol al voluntarioso Carlos Fernández y este, en un cambio de orientación precioso, deja a solo en el minuto 73 a su capitán Oyarzabal ante la inmensidad de Oblak. No falla ese talentoso atacante que tras su rotura de cruzado ya comienza a parecerse al futbolista que un día no muy lejano fue.
De nuevo, júbilo tardío
El VAR, que previamente había desestimado una mano en el área de Morata, es decisivo de nuevo en la ilusión atlética. Corre el minuto 87 y la Real busca con más ganas y con mucho más fútbol el segundo tanto. Pero en una escaramuza de disparos repelidos en el rectángulo defendido por Remiro, un remate franco de Griezmann se encuentra con el brazo de Fernández. Penalti claro, gol del francés y algarabía sin final en las gradas. En un partido donde no luce con su brillo habitual, el excelente delantero galo consigue ser también decisivo. Vence de nuevo un Atlético que realmente se cree imbatible.
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