Simeone, desbocado con Daniel Wass

Wass se quejaba por algo. En ese estreno para no olvidar, el nórdico se echó al suelo por el efecto de una entrada de Ferrán Torres que le provocó un esguince del ligamento lateral en la rodilla derecha, según anunció ayer el Atlético después de someter a pruebas al jugador en la Clínica Universidad de Navarra. Simeone no disponía ya de más cambios y aceleró el regreso del jugador al partido. Durante unos minutos en el tiempo de prolongación, se observó como el defensa no tenía una movilidad natural en su pierna dañada. Al terminar el encuentro, Wass se tumbó de nuevo en la hierba, y a su dolor se acercaron Savic, Correa, Ferrán Torres y Jordi Alba (luego se unió Hermoso). Un epílogo chirriante para un partido penoso de los rojiblancos.

«Un médico especialista puede detectar una lesión al momento si una articulación está fuera de sitio o simplemente deformada – comenta Alfonso del Corral, exresponsable médico del Real Madrid–. Hay realidades que se pueden percibir por los ojos, por la impresión clínica o por maniobras de estabilidad o exploratorias».

El doctor del Atlético no advirtió gravedad mayor en la lesión de Wass, según la exploración que realizó. Por ese motivo, Del Corral considera que «no es ninguna barbaridad lo que hizo Simeone, al trata de levantar a su jugador. Todos los entrenadores intentan ganar tiempo al tiempo cuando van perdiendo».

La premura del primer análisis en el campo de juego es una especialización que adquieren los médicos del deporte. «Si hay una lesión grave, el índice de acierto que puede lograr un cirujano ortopédico es muy elevado –opina Del Corral–. Hilando fino, es mucho más difícil percibir si es un esguince de grado I o de grado II».

La corriente crítica de Simeone recuerda y enlaza el episodio que se vivió en Riazor con Fernando Torres, cuando se desvaneció en un partido y el técnico argentino continuó con sus funciones como si nada hubiera pasado. Wass no podrá jugar en un mes. «En una exploración en el campo se mira si la rodilla gira o tiene alguna deformidad, si hay estabilidad o no... –cuenta el doctor Del Corral–. Lo único evidente es que con un esguince grado II el jugador no podía rendir a plenitud, tendría seguro la pierna bloqueada y la rodilla inestable».