De cara
Simeone gana y pierde el juicio
El cruce se va con la certeza de que transcurrió como decidió el Cholo, que siempre estuvo donde él quería; pero pasó el City
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Iniciar sesiónLa lupa del mundo puesta más que nunca sobre Simeone y su discutible manera de armar el fútbol, desarmarlo más bien, destruirlo si se quiere. El Cholo observado con un ojo crítico, además, censurador, podría decirse que harto. Objeciones a su defensivismo extremo que esta ... vez sí escocieron al argentino; a él, que nunca se da por aludido. Se la jugaba el Atlético, pero sobre todo se la jugaba su entrenador, muy contra la pared, Juicio al Cholo.
Pero el murmullo, los ataques directos, no movieron a Simeone de sus convicciones. Ni de sus cálculos, de su decisión de afrontar la eliminatoria a largo plazo, sin urgencias, conformándose con mantenerla aparentemente viva. Renunció a la ida y, pese al resultado en contra, también al primer tiempo de la vuelta. Jugó a que el City no fuera el City. Lo que fuera el Atlético le daba lo mismo. Instrucciones para comportarse cuando la pelota la tuviera el rival, cómo colocarse entonces, cómo cerrar los caminos, cómo incomodar la posesión ajena, cómo reducir su dimensión. Y eso, tanto en Mánchester como en Madrid, lo consiguió.
Pero pocas consignas para lo que pasara después de la recuperación, para qué hacer con el balón en sus pies. Se veía en los saques de esquina, defendidos como siempre con todo el personal dentro del área, una abdicación expresa a que sucediera algo luego. O en los de banda, sacados para entregárselos al adversario. Una manera muy extraña de querer sumar.
No dio la sensación de que supiera que el marcador le estaba dejando fuera hasta después del descanso. Y ahí sí empezaron los ataques y los riesgos. La presión decidida más arriba y la voluntad de fabricar ocasiones. Los 'uys' y los nervios. El fútbol. El plan era jugarse la eliminatoria en el último cuarto. Solo.
Y esa particular aritmética le dio para meter en problemas al City, para ponerle en aprietos también desde la fórmula del ataque, pero no para alcanzar las semifinales. Se va del cruce con la certeza de que transcurrió como decidió el Cholo, que siempre estuvo donde él quería, que su equipo fue siempre lo que pretendió y el adversario nunca lo que le habría gustado a Guardiola. Pero pasó el City.
La contienda murió con el sabor de que si hubiera durado un poco más, habría empatado (incluso vencido) el Atlético. Que al final le faltó tiempo, que es justo lo que regaló. 135 minutos. ¿Y si se hubiera animado antes? Bueno, así lo prefiere esa gente que nunca dejó de animar, que ha escogido vivir las grandes noches agarrada convencida al singular y controvertido lenguaje de su entrenador. Que ganó el juicio. Pero lo perdió.
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