Londres 2012: Maider Unda es de bronce
Corona su carrera con una medalla histórica, primera de España en esta disciplina
Londres era su última estación olímpica. A sus 35 años, veterana de mil batallas, Maider Unda sabía que ya no tendría más oportunidades. «Hay que aspirar a todo, saber que no te puedes despistar lo más mínimo, que es el último momento de ... tu vida y tienes que darlo todo segundo a segundo», aseguró la luchadora alavesa hace unas semanas en una entrevista. Se veía bien. Fuerte, preparada y con ese poso de oficio que sólo dan los años. «La mente manda y te hace ganar o perder un combate. A veces tratan de asustarte, pero para chula yo. En este deporte la veteranía es un grado», dijo. Y sus palabras se cumplieron sobre el tapiz del ExCel North Arena 2. Maider Unda, pastora y deportista, compitió con inteligencia. Fue lista, fuerte y sabía, y conquistó una medalla de bronce con la que corona su carrera, todo un milagro en el deporte español, un auténtico páramo en la lucha libre femenina. Su medalla de ayer, la primera que consigue España en esta especialidad, es un premio a la dedicación, al espíritu de sacrificio, al amor a su deporte, tan duro e ingrato a veces. En Pekín hace cuatro años, por ejemplo.
Maider comenzó su participación contra la colombiana Ana Natalia Betancourt , a la que venció con facilidad en los dos primeros períodos (2-0 y 3-0). En el segundo combate, todo iba a ser mucho más complicado. Las luchadoras de élite se conocen muy bien y la alavesa conocía a la mongola Burmaa Ochirbat. Y no le traía buenos recuerdos, precisamente. En 2004 le dejó fuera de los Juegos de Atenas en el clasificatorio preolímpico. Unda no la había ganado nunca.
La pelea fue igualadísima. La luchadora de Olaeta ha reconocido más de una vez que su mayor virtud es la fuerza. El problema era que Ochirbat es tan fuerte como ella. Maider, sin embargo, supo ganar para entrar en semifinales. El primer objetivo ya estaba conseguido. Cuando se retiraba a vestuarios, la búlgara Stanka Zlateva Hristova, campeona del mundo, plata en Pekín y también ayer en Londres tras perder con la rusa Vorobieva, luchaba contra la camerunesa Annabel Laure Ali. Maider tenía muy claras sus preferencias, casi tanto como que era muy complicado que éstas se cumplieran. «La camerunesa es un bicho, pero la prefiero antes que a la búlgara», reconoció, un par de minutos antes de conocer la victoria de Hristova.
La quesera de Olaeta es una mujer de fuerte carácter, pero reconoce que, sobre la tarima, le cuesta soltar ese genio. Toda la mala leche del mundo y más se necesitaba ante la subcampeona olímpica, que ya le venció en el segundo combate en Pekín. En este caso se encontraban en las semifinales, pero la historia se repetiró. De hecho, la búlgara venció con más facilidad que hace cuatro años. Siempre deportiva, Maider Unda reconoció la superioridad de su rival y se retiró para concentrarse en la pelea por el bronce. Está acostumbrada a hacerlo. Bronce fue en los Mundiales de 2009 y los Europeos de 2010 y 2012. Y de bronce fue la medalla que se le escapó en Pekín.
Su rival para el bronce acabó siendo Vasilisa Marzaliuk, tercera en el Mundial de 2011. Un hueso duro. La bielorrusa había perdido su primera pelea, pero como fue ante Hristova y la búlgara llegó a la final, sobrevivió a la repesca de la tarde, donde primero superó a la sueca Bransson y luego a la camerunesa. Maider Unda sabía lo que tenía que hacer: ser fría, no perder la calma, sacar su genio y empezar muy fuerte para cansar a su rival. Es justo lo que hizo. Unda dominó el combate con autoridad, venciendo en la mínima en los dos períodos. En el segundo, el punto que le dio la victoria llegó a cinco segundos del final. Sólo tuvo que defenderse ese suspiro para tocar la gloria; en su caso, la de una pionera de la lucha libre con un mérito increíble.
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