El golf español llora a Seve

El espíritu de Seve ha estado, pues, presente las dos últimas jornadas en El Prat, desde que se supo del agravamiento de su estado. «Aunque era una noticia esperada, nunca terminas de hacerte una idea hasta que sucede», comentó Alfredo García-Heredia, compungido como el resto de los golfistas españoles. Con mayores o menores vivencias junto al cántabro, debido a los saltos generacionales, quien más, quien menos, tenía alguna anécdota que se le venía a la memoria en estos momentos. «Recuerdo que de pequeño le veía junto a mi padre y me daba mucho respeto acercarme relata con una sonrisa Gabriel Cañizares—. Luego, de mayor, alguna vez hemos jugado, pero antes le veía inalcanzable».

El día, frío y lluvioso, ayudó a hacer más intenso el dolor que todos sentían a medida que iban terminando sus partidos. Banderas a media asta, lazos negros y, sobre todo, mucho silencio, propiciaban un ambiente electrizado durante el momento de recuerdo que todos le rindieron en la cancha de prácticas. José Manuel Lara definía perfectamente la atracción que emanaba del cántabro. «Era un jugador con un aura especial, tenía un magnetismo que atraía al público y hacía que siempre llevase llenos sus partidos. Aunque hiciera 77 golpes, siempre te dejaba dos para el recuerdo que te merecían el haber pagado la entrada».

Los dos hombres que mayor relación tuvieron con Ballesteros no pudieron reprimir sus emociones. Chema Olazábal reconoció haber jugado «la vuelta más dura de mi vida. No tenía el cuerpo ni la mente para jugar al golf pero Seve era un competidor nato y estoy convencido de que él nunca se hubiera retirado. Me siento un privilegiado por haber sido su amigo». El vasco se fundió en un emotivo abrazo con Miguel Ángel Jiménez, otro hombre que ha vivido su carrera al socaire de la del pedreñero. «Prefiero recordar ahora los buenos momentos que pasé con él, como la primera vez que le vi, en el Open de España de Torrequebrada de 1979 y yo le pedí una propina o cuando en mi primera victoria, en Bélgica en 1992, me tuvo que hacer de traductor porque yo no hablaba ni papa de inglés».

Jugadores de otras épocas también tenían mucho que contar. Ángel Gallardo jugó con Severiano en su primera Copa del Mundo en 1975. «Con 18 años ya se veía que era un genio. A mitad del torneo íbamos muy mal y le dije que había que apretar, que nos iban a ganar hasta los marroquíes; y las dos últimas vueltas firmó 67 y 67. Tenía un coraje fuera de lo normal y una mirada penetrante que impresionaba». Pepín Rivero le sufrió en sus carnes desde su adolescencia. «Yo tenía 17 años y él 15 y me tocó jugar las tres vueltas del sub-25 de Pedreña con él; por supuesto que ganó el torneo».

Desde la Federación Española de Golf mostraron su voluntad de ponerse a disposición de la familia. Su presidente, Gonzaga Escauriaza, se mostró «consternado y confundido, porque nunca te esperas una cosa así y no sabes cómo reaccionar. Por eso queremos respetar las decisiones que tomen y nos sumaremos a ellas con todo nuestro cariño». Desde la distancia, Sergio García también quiso mandar un mensaje de apoyo. «Estoy destrozado, Seve ha sido un referente para mí en toda mi carrera. Quiero mandar un abrazo y mi apoyo a todos los suyos».

Por lo que se refiere al torneo, el surafricano Aiken (-8) sigue como líder, con Pablo Larrazábal a dos golpes.