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Intenta el deporte recuperar su pulso normal. Han vuelto las ligas y las emociones. Aunque todavía queda para que la felicidad sea completa porque faltan los latidos de quienes convierten un partido en una cuestión de vida o muerte: los espectadores. En esa época coronavírica han sido tímidos los intentos del regreso de los aficionados: en julio un pequeño porcentaje disfrutó de los playoff de ascenso a Segunda B y en la Premier League hubo una pequeña luz en octubre. Pero el Covid sigue imponiéndose y los clubes de cualquier otro deporte siguen sufriendo la cada vez más desesperante foto, económica y anímica, de las gradas vacías.
El balonmano español, por ejemplo, palidece ante la falta de visibilidad en televisión y de aplausos en los pabellones. Los clubes fían casi toda su caja a los abonos y la venta de entradas, congeladas ahora por los protocolos anticoronavirus. Según los datos aportados por Asobal «resulta un déficit presupuestario global y aproximado de 3.000.000 euros, lo que representa un porcentaje medio del 25% de pérdida económica total». Sin ayudas como sí están recibiendo en Alemania, Francia -que también han cifrado hasta en 200.000 euros las pérdidas de jugar sin público- o Italia «los clubes no disponen de la estructura financiera suficiente para finalizar la temporada y mucho menos para garantizar su viabilidad», reivindican.
Mientras esto sucede cada fin de semana, la selección española masculina escapa de la norma y se erige en ese oasis de éxito que necesitan los clubes para levantarse. España, ese grupo de jugadores que transmiten esfuerzo, compromiso, pero también alegría y amistad, disputa esta tarde (18.00 horas) contra Croacia su partido de vuelta de la EHF Eurocup 2022 ; choque que servirá al seleccionador, Jordi Ribera , para ultimar la puesta a punto con vistas al Mundial de Egipto de este mismo mes. España perdió el pasado 5 de enero en casa de los croatas y quiere recuperar aptitud y sintonía en este segundo encuentro.
Y contará con ayuda. Porque este España-Croacia se celebra en el WiZink Center de Madrid, y con público en las gradas. Con entradas a la venta para hasta 3.000 aficionados de las que, según los datos ofrecidos por el recinto, se habían dispensado unas 1.500 hasta ayer. Este mismo recinto que acogió hace apenas unos días dos multitudinarios conciertos que suscitaron más de una crítica por la doble medida entre las restricciones impuestas para las fechas navideñas y las que se dieron en estos espectáculos. Y, sobre todo, críticas por parte del sector deportivo que ve cómo sus peticiones del regreso de los aficionados a las gradas, con medidas anticoronavirus incluso más extremas, se deniegan una y otra vez por parte de las autoridades sanitarias.
El fútbol, a través de Javier Tebas, intentó recuperar el público para enero, y el baloncesto solicitó la apertura para 500 espectadores , pero el Ministerio de Sanidad echaba la vista para dar luz verde a partir de primavera, y con la vacuna.
Pero hoy, a las 18.00 horas, el balonmano español volverá a tener un tímido pulso en las gradas . Con la esperanza de que este espectáculo de un día se convierta en la norma cada fin de semana, en todos los pabellones, en todos los deportes.
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