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Kilian Jornet: «Arriba todo es idílico, es en el descenso donde vuelven los problemas»
Quería ser contador de lagos y hoy Kilian Jornet es campeón de skyrunning, esquí y ultrarunning porque no puede vivir sin las montañas
Kilian Jornet: «Arriba todo es idílico, es en el descenso donde vuelven los problemas»
Criado en un refugio, la montaña era su patio de recreo, donde aprendió a valorar el peligro, si un animal mordía o una planta pinchaba. De esa educación basada en la experiencia y el contacto con la naturaleza, Kilian Jornet ha hecho su vida. ... Para lo bueno y lo malo, a la montaña debe lo que es hoy, un soñador de 26 años, ligero y curtido por el sol que de pequeño quería ser contador de lagos y hoy es campeón del mundo de esquí, ultrarunning (100 kilómetros) y skyrunning (48 kilómetros o más) . «Es como una novia, te da alegrías, y puede hacerte mucho daño. Pero sin momentos malos no valoras los buenos», reconoce para ABC mientras bebe agua con gas y cruza los brazos para protegerse del mundo exterior: «Soy feliz en muchos sitios, pero prefiero aquello. Mi equilibrio es 80% allí arriba, 20% aquí abajo ».
-¿Cuál es su lugar ideal para correr? -Al que vaya mañana. He tenido la suerte de competir en sitios muy distintos y cada uno tiene su magia. Y no hace falta irse al fin del mundo.
-¿Se para alguna vez? -Muchas veces, en el silencio. En Centroeuropa es muy difícil encontrar lugares en los que no se note el paso del hombre. Pero en Escandinavia, Asia, o el Himalaya sí encuentro esa paz.
-¿Cómo es el mundo desde tan alto? -Es idílico, no hay nada que te perturbe, te da perspectiva y te hace comprender que las verdades que crees absolutas son solo puntos de vista. Aunque toda montaña hay que bajarla, y ahí regresan los problemas.
-¿Cómo afronta la soledad? -Es algo necesario para encontrarme a mí mismo. La sociedad es muy importante porque aprendes en la conversación, das y recibes información, pero es en la soledad de la cumbre donde se te aparece un espejo que te pregunta qué haces contigo mismo. Sin nadie a quien pedir ayuda ni consejo ni llorar, tienes que resolverlo tú, eres tu propia responsabilidad.
-¿Viajar es la mejor universidad? -Una de las mejores, desde luego. Te hace tener perspectiva. Tu realidad no tiene por qué ser LA realidad.
-¿Qué tiene más riesgo, subir una montaña o firmar una hipoteca? -Siempre he vivido de alquiler o en la caravana. Soy bastante minimalista. La economía para mí es como un sistema de cambio, materializar la moneda es algo que no entiendo muy bien.
-¿Qué planes puede tener alguien que, como su amigo Stéphane Brosse del que habla en su libro La frontera invisible, puede no volver? -Somos conscientes de que nos puede pasar algo malo, pero todos los días salimos a la calle y no pensamos que nos puede atropellar un coche. Tenemos asumido el riesgo de uno mismo, nunca piensas que le puede pasar a otro. Te planteas si lo que realmente haces es una estupidez o tiene algún sentido. Pero yo no podría vivir o ser feliz sin salir a correr a la montaña.
-¿No le da pereza salir cuando está lloviendo o nevando?-A todos nos entra pereza y a todos nos gustaría más salir solo cuando hace bueno. Hay días que te pones el mono de trabajo y sales. En esas carreras largas, largas en las que a partir de las 15-20 horas las piernas empiezan a temblar y a doler no estás disfrutando del dolor y estás pensando en parar, dormir y comer. Pero cuando vuelves, te das cuenta de que también hubo una parte muy positiva en el sufrimiento. No es que te superes, es que sabes que puedes llegar.
-¿Tiene un límite el cuerpo humano?-Somos muy limitados. Usain Bolt es el hombre más rápido del planeta, pero le ganaría un elefante. Tenemos un cerebro muy desarrollado, pero no estamos bien hechos. Aguantamos en resistencia y podemos llegar muy lejos, pero las barreras más importantes son las mentales, que son las únicas que podemos romper. El espejo.
-¿Sus padres le dicen “ten cuidado”? -No, si te lo dicen mucho no estás atento. Al miedo hay que hacerle caso. Hay que arriesgar para evolucionar, pero huir del peligro. El pasado te hace aprender de los errores, pero es una mochila que vamos cargando y llega un momento que es tan pesada que no podemos avanzar.
-Después de alcanzar las cimas del mundo, ¿se puede soñar más alto? -Tengo muchos sueños, ahora estoy con Summits of life [lograr récords de ascenso y descenso en las montañas más altas del planeta]. Aunque conseguirlo o no ya no es tan importante. Mi amigo Stéphane tenía una frase: «La felicidad es algo que encuentras cuando ya ha pasado». Y hay millones de montañas en el planeta que nunca nos acabaremos.
-¿Solo es feliz allí arriba?-Lo soy en muchos sitios, pero si no estuviera allí arriba no podría ser feliz aquí abajo. Es casi como respirar. Necesito el aire libre, la montaña… no lo sé, me gusta, no tengo un por qué muy claro, lo siento, pero puedo disfrutar de muchas maneras. Ahora disfruto de la velocidad, pero cuando no pueda andar lo haré con la observación. Yo necesito la naturaleza como respirar. Intentaré transmitírselo a mis hijos, por supuesto.
-Con su palmarés, si fuera futbolista sería mucho más reconocido . -Si hacemos deporte a este nivel es por ego, porque nos gusta ganar. Los deportistas estamos mitificados, somos como héroes, pero no somos excepcionales. Que yo hable por correr cuando hay maestros y científicos que mueven el mundo…
-También sería más rico. -Vivo bien, en la montaña te das cuenta de que hemos convertido muchos caprichos en necesidades. Yo también, tengo móvil, ordenador, MP3, e-book.
-¿Qué lleva en el libro electrónico? -Novelas, ensayos. Ahora estoy leyendo a Anna Gavalda y a Xavier Rubert de Bentós, pero también Borges o Murakami.
-¿Tiene tiempo de leer con todos sus entrenamientos? -Sí. Salgo por la mañana unas tres o cuatro horas, algo más si hace bueno, y luego una hora y media por la tarde. Pero el día tiene muchas horas para hacer otras cosas, o nada.
-¿Qué desayuna para hacer tres o cuatro horas por la mañana? -Normalmente nada, algún día una tostada con nocilla o un par de galletas. Dicen que es malo, pero a mí me va bien no hacerle caso al desayuno. Luego almuerzo y ya por la noche sí hago buena comida. Justo al revés de lo que recomiendan, pero me funciona.
-Le han llamado loco más de una vez, ¿se siente así? -Al final te reúnes con la gente que comparte tus mismos intereses. En vez de tomar algo, yo quedo con los amigos para entrenarnos. Pero conozco un poco el mundo de la empresa o de la prensa, y todos estamos locos en nuestros respectivos ambientes.
-¿Qué ve cuando se mira al espejo? -Alguien tímido, luchador y soñador que hace lo posible por ver una persona feliz, coherente con los valores que le han inculcado, puede que no sean los mejores, pero son los míos.
-¿Esos valores nos sacarían de la crisis? -Tengo dos perspectivas. A largo plazo, creo que estamos utilizando demasiados recursos naturales. Parece que luchamos contra ella cuando somos parte de ella, solo somos un mamífero más. Y a corto plazo, nos vendría bien ser menos egocéntricos, también los deportistas. Y ser más honestos, más humildes. Pensar que el mundo va a estar allí más allá de nosotros y de nuestros hijos.
-¿Se va de vacaciones alguna vez? -Intenté estar dos semanas en la playa. Fui, miré el mar, toqué el agua y me dije "qué hago aquí". Al segundo día cambié los billetes y me fui a esquiar. La cabra siempre tira al monte.
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