Diego Puerta, el toreo sevillano en su máxima expresión

Cabe reseñar que ese año el valeroso torero de San Bernardo ya había actuados en dos ocasiones anteriores, teniendo en su esportón un total de tres orejas, dos obtenidas en la primera de sus comparecencias y una más en la segunda.

Pero llegó la tarde del 26 de abril de 1968. Octava corrida de Feria. En el cartel, Antonio Ordóñez, Diego Puerta y Curro Romero ante toros del Marqués de Domecq.

En el segundo de la tarde llegó el clamor de manos de Diego Puerta y el toro del Marqués de Domecq. Don Fabricio II era el encargado de narrar en ABC de Sevilla lo que aconteció aquella tarde. Y comenzaba su crónica diciendo que «el toreo es -debe ser-, antes que otra cosa, emoción. Por el camino de la emoción alcanzó ayer el triunfo -un triunfo limpio y clamoroso- Diego Puerta, torero que nunca defrauda, porque siempre se arrima».

«Gallineto» se llamaba el toro al que Diego Valor le cortó los máximos trofeos. El cronista de ABC, que contaba cómo Puerta tuvo que desmonterarse tras poner en suerte al bravo toro «con unas chicuelinas tan garbosas como ceñidas», precisaba que «la faena de muleta practicada por Diego Puerta se desarrolló bajo el signo de la serenidad, auspiciada por el denuedo y animada por la alegría».

Continuaba relatando Don Fabricio II que «la viveza que le faltaba al toro, que pasó al segundo tercio con una sola vara, hubo de suplirla el espada con su propio dinamismo». «Los arrestos -seguía la crónica de ABC de Sevilla- y la eficacia se conjugaron en la estocada, y el matador obtuvo por aclamación las dos orejas y el rabo del muy noble animal. Diego paseó dos veces el anillo».

Finalizaba la crónica -también cortó una oreja Antonio Ordóñez- diciendo: «a Diego Puerta lo sacaron en triunfo por la Puerta del Príncipe. Merecidos honores, ganados a pulso por el camino de la emoción a fuerza de gallardía».