Feria de Colmenar

Daniel Luque, en el sitio donde crece la barba

Soberano arrimón del sevillano, por encima de una deslucida corrida, con Manzanares a hombros en su debut en la Corredera

Daniel Luque, en una soberbia estocada al tercer toro Emilio Méndez

Colmenar Viejo

30/08/2022
Actualizado a las 21:39h.

Tenía el primer toro menos ganas de embestir que el varón español de la serie de Peláez de que llegue el próximo verano. Tampoco eran muchas las ganas de Diego Urdiales de cruzar la línea con un animal tan vacío de clase, tan brusco y ... reponedor, tan a contraestilo de su concepto. Aviesas las intenciones de Notario, como ese escribano de la Siberia extremeña que engañó a los pobres del pueblo de al lado para repartirlo entre los ricos del suyo. De una habilidosa estocada lo avió el riojano.

Vibró el tendido con el saludo a la verónica de Manzanares al segundo, bien lidiado por Duarte tras el desorden en varas. Pronto y en la mano se puso a torear el alicantino, que sintió el calor del pitón cuando se le venció por el derecho. Había que llevarlo tapado, y eso hizo en una responsable labor bajo los acordes más desangelados de la temporada. Suya, del matador, no de la banda, fue la oreja que estrenó el marcador.

Se palpaba el interés por ver a Daniel Luque tras su soberbia tarde anterior. No defraudó el sustituto de Roca Rey, que acarició de nuevo el capote con primor, desde los lances a pies juntos a las chicuelinas, sin olvidar esas dos verónicas a cámara lenta. Anclados los pies a la arena, principió por alto su faena. El trincherazo despertó el ole más rotundo: ni el aire cabía. Cautivador el reguero por bajo hasta que se desplomó a los subsuelos el tal Sacristán, completamente desfondado. Mandó entonces callar la música el propio torero, que se marcó un arrimón soberano, en ese sitio donde se siente el aliento del toro, en ese lugar donde crece más la barba. Apabullante su valor. Derecho como una vela se tiró a matar el de Gerena para enterrar un estoconazo de premio.

Plaza de toros de la Corredera. Martes, 30 de agosto de 2022. Media entrada. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Yiyo. Toros de Luis Algarra Polera, de baja casta y fondo en conjunto.
Diego Urdiales, de rioja y azabache. Estocada caída (silencio). En el cuarto, esto- cada delantera (saludos).
José María Manzanares, de grana y oro. Estocada tendida (oreja). En el quinto, media tendida. Aviso (oreja).
Daniel Luque, de verde esperanza y azabache. Estoconazo (oreja). En el sexto, estocada trasera desprendida y descabello (ovación de despedida).

Una pintura bragada era el toro de la merienda, en el que el vocerío estalló: unos protestaban por los pitones, otros chillaban al de enfrente con el alcohol haciendo estragos. Tenía que torear este cuarto, con sus teclas, pero Urdiales no se las tocó, sin apenas someter a un Superioro con cierta casta. Rara vez se impuso Diego en un trasteo sin traspasar las rayas, ni las de la verdad ni las del ruedo. Solo una trincherilla guardó la retina.

Qué despacito recibió Manzanares al quinto, que esperó en banderillas y acusó su justa fortaleza en la muleta. Solo admitía la suave media altura, pues al mínimo tirón el noblón toro doblaba las patas. Un inmenso cambio de mano, al ralentí, y unos naturales fueron la cúspide de este capítulo, premiado con un generoso trofeo.

Daniel Luque y Mocito, la emoción de dos fieras

El sexto no subió el tono de un conjunto de Algarra Polera mermado de raza y fondo. La emoción que le faltaba al toro trataba de ponerla Luque, que sopló tres milagrosos naturales y un lento cambio de mano, en medio de un enrarecido ambiente. ¿Enrarecido? ¡Insufrible! Con una ovación lo despidió la afición en recompensa al sitio que pisó, mientras Manzanares era aupado a hombros en su debut en la Corredera.