San Isidro
El VAR del tendido: diez tontos (muy tontos) con camiseta
«¡Fuera, fuera!», gritaba la plaza contra un grupo al que llamaron el 'Frente Atlético de Las Ventas' y que no respetó ni la sangre de Román
Revuelo en el tendido, convertido en una grada futbolera
Volvía Román al escenario donde se desangraba su vida hace tres años. «¿Doctor, me estoy muriendo?», preguntó en la enfermería. Para médicos y aficionados fue el brindis del primer toro. ¡Y qué toro! Sus toreras hechuras invitaban a soñar. Para gozarlo fue. Román ... le presentó directamente la izquierda, pero fue a derechas por donde la profundidad de Retozón explotó. «Qué prontitud, qué galope», clamaban los tendidos. Un toro de Luis Algarra con una clase superlativa. Del valenciano destacaba la gente «su entrega». A menos fue la faena, elevada luego con unas ceñidas bernadinas. «Eso ha sumado para la oreja», apuntó un espectador, aunque luego protestó, como algún otro, la concesión. Dos orejas colgaban a Retozón, al que muchos ya daban el título de 'toro de la feria'.
Nada que ver tuvo el segundo –«¡toro, toro!, pedían en el 7–, que perdonó la cornada a Gonzalo Caballero después de una escena violentísima. «Se le ha venido derecho en el capotazo y lo ha subido como si fuera un peluche», comentaban en preferente. La gente se frotó los ojos cuando observó que el pitón no había penetrado. «Parecía que se la había pegado», decían. El madrileño, con un puntazo y una posible lesión, hacía gestos de dolor en el callejón mientras se agarraba la rodilla. Y el presidente, mientras tanto, a uvas: «¿Por qué no cambia el tercio?», se preguntaba el personal. Hasta que el propio matador lo pidió y Recauto acudió al relance al picador. «Cómo empuja», señalaban. Tras la faena, pasó a las manos del doctor Padró s entre palmitas.
Ritmo del castaño tercero y cadencia de David de Miranda a la verónica. «Me gusta con más picante, que parece que sale ya picado», se oyó en la fila cuatro. Nuevo susto: después de un buen par, Jesús Arruga se trastabilló y perdió pie contra las tablas. Acompañado por Miguel Abellán , pasó a la enfermería cojeando ostensiblemente y con el brazo dolorido. Mientras, su jefe de filas emprendía su camino por estatuarios. Pero todo lo que Zarandondo tenía de clase lo tenía también de sosería. «Con este toro es imposible en Madrid», sentenció Manuel González desde su grada de sombra. Ni la buena disposición de David levantó aquello. «Ha alargado demasiado».
Cuando dobló el tercero, algunos aficionados salieron escopetados. No querían perder ni un minuto de la final de la Champions. «Puede haber Puerta Grande de Román, pero es que nos jugamos la 14», dijo el consultor financiero David Sánchez , enfundado en la camiseta madridista junto a su amigo Miguel, estudiante de Comunicación Audiovisual. «Nos vamos para el Bernabéu». Se perdieron el solo de trompeta del Soro , que suscitó la división, con muchas palmas en la sombra y algunos pitos en el sol. Román le agradeció el gesto y se plantó frente a Peletero, con la casta que faltó a su anterior hermano. Mucho que torear tenía y mérito tuvo Román. División suscitó también la faena: de los «muy mal» a los «bien». Entre el bullicio y su determinación, en un pase de pecho, este número 19 le pegó un certero derrote: la sangre de la cornada se apreciaba en su gemelo derecho.
Mientras el torero herido daba la vuelta al ruedo, ocurrió algo insólito para instalar en el manual de la mala educación taurina de los nuevos públicos. Esta vez fue cosa de ese 'Frente Atlético' sui géneris que se instaló entre los tendidos altos del 4 y el 5. Ni la sangre de Román respetaron. Era el momento del torero, pero «diez tontos (muy tontos) con camiseta» (un vecino de localidad dixit) dieron la nota con el brazo derecho al alza y gritos de «¡Liverpool, Liverpool!». Un madridista respondió desde la andanada mostrando la bandera del toro y el escudo del Real Madrid. Aquello no agradó a los rojiblancos, «enrabietados por no ser ellos quienes están en París», y lanzaron botellas hacia arriba mientras ondeaban su bandera. «Que dejen la guerra para el campo de fútbol», dijo un aficionado a los toros. Cuánta razón tenía Pepe . «Aquí no somos de Florentino o Cerezo , aquí somos de Joselito o Belmonte », dijeron en las cercanías. Tras el revuelo de los diez 'hooligans', la Monumental se rebeló: «¡Fuera, fuera!» , gritaba Madrid al unísono. Hasta los atléticos de corazón protestaron contra aquella panda de energúmenos. 'Los tontos del Frente Atlético de Las Ventas', pusieron por título unos aficionados del 3. Diez tontos muy tontos.
Después de aquel episodio, la tarde no remontó. A la salida de los toreros, cuando abandonaba el ruedo Gonzalo Caballero , los ultras de su equipo alzaron de nuevo su cántico: «¡Atleti, Atleti!», vociferaban. Diez tontos muy tontos, «esos que no saben perder», daban hasta el final la nota de la mediocridad. La nota sobresaliente la había puesto Retozón a primera hora.