San Isidro: Madrid vuelve a la vida
Valiosa faena de Luque a un manso en el que le denegaron una oreja, premio que sí dieron a Lorenzo tras un percance
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Iniciar sesiónVolvía San Isidro, volvía la vida. Y en ese lema de una feria vital latía el recuerdo de la muerte: en homenaje a los cientos de abonados que se llevó la pandemia se guardó un minuto de silencio. Sesenta segundos de respeto absoluto, de aficionados ... que se emocionaban al mirar el vacío del sitio de al lado. La emoción siguió cuando apareció el animal que abría el mes taurino, Calabrés, hondo y enmorrillado. Era el regreso del toro de Madrid, pero también el del típico que quería embestir y no podía. Tan contado era su poder que ni la cabeza privilegiada de Daniel Luque pudo sostenerlo a media altura. El sol le pidió que abreviara y el matador lo cazó a la primera. Duro de patas para rodar sería luego el de Montalvo, que lidió una corrida de noble fondo y que, sin ser nada del otro mundo, sirvió en la muleta en conjunto.
Acalambradas parecían las patas del segundo, pero no, no era un calambre: blandeaba de lo lindo y pidieron su devolución, no concedida. Entre las protestas, López Simón firmó la paz en un prólogo por alto sin pestañear. Se vino arriba Maniático, que acudió con prontitud y en la distancia. Sin bajar la mano el madrileño y sin terminar de humillar este castaño, pero con repetición y alegría. Entre dos aguas se vivió la dispuesta labor: los que empujaban al toro y los que esperaban su caída. El torero de las cinco Puertas Grandes, centrado y a lo suyo, cerró por bernadinas y saludó.
Bajo y bien hecho el tercero, al que dejó una bonita media Álvaro Lorenzo. Se arrancó con brío al caballo y apuntó prometedoras cosas en la lidia de Curro Javier. Brindó el toledano y por bajo prologó la obra. Enrazado embestía Lírico, que exigía mando y gobierno. Sin la calidad y la bondad de sus hermanos anteriores, se sintió vencedor de la pelea y sacó brusquedad. No se lo puso fácil al joven, algo espesote y sin alcanzar el entendimiento con este Lírico de versos torcidos.
Acapachado el cuarto, de menor expresión y manso de salida. Buscaba Atleta saltar las tablas antes de los aplausos a El Patilla en varas. Su tendencia abanta continuó en banderillas y en la muleta. Huía de su propia sombra hasta que Daniel Luque lo sujetó en los medios genuflexo y con la tela siempre en la cara. Nada más rematar la buena apertura, quiso pirarse de nuevo. Firme y entregado, el sevillano lo provocó para que embistiera. Mucho mérito tenía aquello. El culmen llegó en una serie de zurdazos: la muleta puesta y el trazo largo. Dominador de principio a fin Daniel, que firmó un torero cambio de mano. Crecido, se desprendió de la ayuda y se puso a torear al natural con la derecha antes de unas luquecinas, su pase más personal. Se presentía el premio cuando se perfiló en la suerte contraria: disparó su espada con fe y como una exhalación se marchó el manso hasta la puerta de chiqueros para cruzar de nuevo el ruedo mientras se tragaba la muerte. La gente sacó los pañuelos y otros tiraron de la voz, pero el usía estimó que aquello no era de oreja y la recompensa quedó en una vuelta al ruedo. De peso fue por su unanimidad total, con lo difícil que eso es en un Madrid que vende caros los paseos al anillo.
Pesador el quinto, de 633 kilos, que López Simón brindó a los tendidos. Se plantó en los medios y arrancó con dos pases del péndulo. Se echó luego la muleta a la izquierda y acortó terrenos para que el animal se animara a embestir. Y lo hizo con ciertas opciones dentro de sus viajes desordenados, como falta de orden fue la labor.
Un mitin dio la cuadrilla en el sexto, que esperaba en banderillas, y en el que ya el palco ni contó los palos para cambiar el tercio. Más entregado anduvo Álvaro Lorenzo con este último, que le propinó un seco volteretón en un pase de pecho. Con una herida de 15 centímetros en el muslo derecho, no se arredró el de Toledo, que tiró de amor propio y templó una seria faena, con unos naturales notables a un Cartero que respondió. Mató de estocada y hubo petición de oreja, no más que en la valiosa obra de Luque, pero ahora el presidente se puso más dadivoso y sí la concedió. Para los amantes de estadísticas, San Isidro 2022 ya ha arrancado su primera peluda.
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