Ferrera: «Tenía un boquete muy grande, pero pedí que no me operaran»
El extremeño narra su hazaña en Gijón, donde toreó con una cornada, al igual que Castaño: «Fue curioso, los médicos tuvieron que repartirse en la enfermería»
Para el que sólo lea el resultado, la corrida del martes (¡y trece!) en Gijón ha sido terrible: un mano a mano en el que los dos diestros, Antonio Ferrera y Javier Castaño, sufren graves percances, ha de matar un toro el sobresaliente, vuelven al ruedo los dos heridos y triunfan... Para el que tuvo la fortuna de estar en la Plaza, ha sido una tarde extraordinaria, que demuestr a la grandeza única de esta Fiesta . Al día siguiente, son muchos los aficionados que me hablan con entusiasmo. Todos coinciden en que hemos vivido la verdad de la Tauromaquia: toros encastados, toreros valientes, excelentes cuadrillas, lidias completas. Si se quiere atraer al público, éste es el camino, como están buscando ya en Francia.
Javier Castaño se libró por poco de un percance muy grave, en una zona delicadísima. Le han curado y, a pesar de las molestias ( rabiaba de dolor , me cuentan), le saludo de buena mañana, a punto de salir de viaje: este jueves torea los cuadris en Dax; el viernes, los doloresaguirre en Tafalla. No le da importancia al gesto: «Es el centro de la temporada. Así es esta profesión». Antonio Ferrera se perderá, sin duda, algunas corridas: Roa, Briviesca... Los dos coinciden el martes 20 en Málaga , también mano a mano y con victorinos...
Visito a Ferrera en el Hospital de Cabueñes. Tiene los lógicos dolores: «En la zona de la herida tengo ya nueve cicatrices, la piel está regular». En el cuerpo lleva nada menos que 35...
Le cogió el toro al matar al tercero, entregándose, pero no pasó a la enfermería, por su pie, con un torniquete , hasta después de saludar, con la oreja en la mano: «Noté que el boquete era grande. Hablé con los médicos, muy consciente. Les pedí por favor que no me intervinieran, para poder volver al ruedo. Me encontraba con capacidad para hacerlo. Se limitaron a taponarme la herida con gasas y un vendaje fuerte. Les agradezco la sensibilidad que tuvieron conmigo. Como la cornada diseca la femoral, temían que cualquier esfuerzo lo agravara». En la enfermería, vió cómo traían también a Castaño: «Fue u n momento curioso . Los médicos tuvieron que repartirse. Fui a darle ánimos. Él no pensaba que podría salir pero tiró de raza...»
Fuerte dolor
Enfundado, como los clásicos, en el pantalón azul de un monosabio, volvió Ferrera torear, cojeando pero con entrega total: realizó quites variados. Aunque el público, horrorizado, le gritaba que no lo hiciera, banderilleó: «Elegí un par al violín , como recurso. Si salía, tenía que ser con todas las de la ley, no pidiendo compasión. Al final, tenía la pierna más hinchada». Cortó otro trofeo.
¿Cómo se puede torear con una cornada semejante? «Me dolía muchísimo, es cierto, pero tenía que superarlo. Los toreros somos humanos, no estamos hechos de otra pasta . No se trata de demostrar nada. Necesitaba sentir que había completado mi obra totalmente. Momentos así nos diferencian a los toreros de cualquier otra profesión. Ésa es la verdad, la autenticidad de la Tauromaquia. Hice el esfuerzo pero mereció la pena . Logré momentos de toreo con gusto, profundo. Me emocioné mucho toreando y creo que transmití al público esa emoción. Cuando uno entrega así su alma, es indescriptible».
Antes, Ferrera había realizado algo insólito: vestido de luces, se subió al caballo y, sin protección en la pierna , dio un excelente puyazo: «Yo lo había hecho ya alguna vez pero no en una Feria importante y con un toro encastado, colocándolo de lejos. Por suerte, salió de maravilla. Y me bajé corriendo del caballo para hacer un quite por chicuelinas, con las manos bajas. Creo que hay que dar libertad al artista para que exprese sus sentimientos. Fueron unos momentos de enorme intensidad. He leído que lo hizo Luis Miguel, buscando la lidia total . Me gusta conocer la historia del toreo, sentirme discípulo de muchos grandes maestros».
Más libre que nunca
Está viviendo Ferrera su mejor temporada, ha derivado hacia una lidia de mayor clasicismo: «Los toreros vamos desarrollando nuestro arte según las circunstancias de cada uno. Ahora mismo, me siento yo más libre que nunca, más capacitado para expresar un concepto del toreo con el que siempre he soñado . Somos muy emocionales, la vida a veces nos arrastra. Necesitamos momentos de reflexión: estoy intentando, día a día, cultivar mi equilibrio».
La cornada es fuerte pero ayer pidió permiso para irse a Badajoz, su tierra, donde se recupera ya. Y torear cuanto antes: «No me quiero poner límites. Los victorinos de Málaga y de Bilbao son un reto muy bonito». Siente ahora el respeto de Madrid: «Estaría encantado de volver a la Feria de Otoño ».
A pesar del dolor por ese boquete en el muslo derecho, Ferrera va a recordar esa tarde de Gijón como una de las más felices de su vida: «Agradezco mucho a Dios todo lo que estoy viviendo. La mayor ilusión de cualquier artista es dejar alguna huella , en la historia. Cuando pasen los años, seguiré recordando esa tarde». Y todos los que tuvimos la fortuna de asistir a ella, también.
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