El Teatro Real vuelve a desembarcar en Nueva York
La Princesa de Asturias acudió con sus compañeros del Juan Sebastián Elcano al concierto del Carnegie Hall
La Princesa de Asturias, entre los asistentes al Carnegie Hall este jueves en Nueva York
'A musical fantasy from Spain'; una fantasía musical desde España. Así se titulaba el concierto con el que el Teatro Real ha reanudado su particular 'conquista de América', que comenzó en 2022 y que ha tenido ya tres oleadas en forma de concierto ... sinfónico y una más, el pasado año, en el más modesto formato de concierto de cámara. La fantasía empezaba en el propio patio de butacas del imponente e histórico Carnegie Hall neoyorquino –impresiona ver en las paredes de sus salas los retratos de los artistas que han pasado por esta sala, inaugurada en 1891–: tres filas estaban ocupadas por unos jóvenes vestidos con uniforme inmaculadamente blanco, que habían sido de los primeros en llegar, y que formaban una pequeña 'marea blanca'. Eran los guardiamarinas del buque-escuela español Juan Sebastián Elcano, que había arribado el día anterior a Nueva York como última escala de su crucero de instrucción. Entre esos jóvenes figuraba la Princesa de Asturias, inevitable foco de atención de buena parte del público, mayoritariamente español –el concierto se convirtió en una especie de reunión de la 'colonia' española de la ciudad, que le dio en ocasiones un carácter un tanto provinciano–. Miradas nada furtivas hacia las filas en las que se encontraban los guardiamarinas, paseos sospechosamente lentos por el pasillo tratando de distinguir a la Princesa Leonor entre la blancura, cuchicheos, móviles apuntando hacia el grupo...
Pero, evidentemente, el espectáculo estaba sobre el escenario. Allí, los músicos de la Orquesta Titular del Teatro Real se enfrentaban a obras de Joaquín Turina, Erich Wolfgang Korngold, Maurice Ravel, Manuel de Falla, Manuel Penella y José Serrano. Al frente de la formación, el alemán David Afkham, titular hasta septiembre de 2026 de la Orquesta Nacional de España. Como solistas, la joven violinista granadina María Dueñas y la soprano madrileña Saioa Hernández. Era una noche de primeras veces; ni el director de orquesta ni la cantante habían actuado antes en el Carnegie Hall;Saioa Hernández ni siquiera había cantado en Estados Unidos –no tardará en volver a hacerlo– y ésta era su primera visita a Nueva York: en el poco tiempo libre que tenía, buscaba lugares para ver, entre ellos el edificio que aparecería en la serie 'Friends'.
Curiosamente, María Dueñas, de tan solo veintidós años, era la 'veterana', ya que es la tercera vez que visitaba la histórica sala de conciertos. La violinista granadina interpretó el 'Concierto para violín' de Korngold, un compositor nacido en 1897 en Brno (entonces parte del Imperio Austro-Húngaro) que se estableció en Estados Unidos en los años treinta a causa de la amenaza nazi: Hitler lo incluyó entre los 'músicos degenerados'. El 'Concierto para violín' –ligado al Carnegie Hall: fue el segundo lugar donde se interpretó, en marzo de 1947, un mes después de su estreno– está influido por su trabajo como compositor cinematográfico, y hay en él ecos de películas como 'Juárez' o 'The Prince and the Pauper'. La partitura combina lirismo y dramatismo; María Dueñas la tocó con precisión y arrojo, y al terminar el público se levantó como un resorte para brindarle una estruendosa ovación.
También se puso en pie el respetable –no a todos se les puede aplicar el adjetivo: algunos se olvidaron de que en un concierto no es correcto hablar mientras suena la música– para premiar a Saioa Hernández, pero en este caso fue gradual. La soprano madrileña, que confiesa no temer al aire acondicionado, habitual enemigo de los cantantes, y que por la mañana, en una entrevista con una televisión local, se atrevió con una canción de Gloria Estefan cuando le pidieron si podía cantar algo, brindó en sus intervenciones su voz carnosa y llena, además de su extraordinaria expresividad.
David Afkham fue un excelente acompañante de las dos solistas y un magnífico traductor de las partituras de Turina, ,Ravel y Falla –«un compositor español nacido en Francia y un compositor francés nacido en España», los definió por la mañana–.
Los principales responsables del Teatro Real: Gregorio Marañón, su presidente; Ignacio García Belenguer, su director general;y Joan Matabosch, su director artístico, coinciden en la importancia que para el coliseo y para la 'marca España' tiene esta aventura americana –«la proyección internacional es una obligación moral para una institución como el Teatro Real», dice García Belenguer–, que va a tener continuidad en años próximos y que, anuncia Matabosch, se va a complementar con una estrecha colaboración con el Metropolitan Opera House, con el que ya hay proyectos de coproducción muy avanzados.
Y un año más, el concierto tuvo un prólogo con una velada flamenca –un género que el Teatro Real se ha empeñado en cuidar– en la sorprendente sede de la Fundación Ángel Orensanz: una antigua y bellísima sinagoga. Patricia Donn fue en esta ocasión la protagonista y dejó constancia con su baile de su poderosa presencia y su extraordinario talento.