Núria Espert: «El teatro continúa dándome la vida»
La actriz catalana encabeza el reparto de 'La isla del aire', que se acaba de estrenar en el Teatro Español
'La isla del aire': Espert es Mencía, poderosa matriarca
Madrid
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Iniciar sesiónTenía trece años cuando pisó el escenario del Teatro Romea de Barcelona -Josep Maria de Sagarra dijo entonces de ella: «Aquesta nena te mes collons que un toro» («Esta niña tiene más cojones que un toro»)- y a él volvió en abril de este ... año para interpretar 'La isla del aire'. Hoy la función llega al Teatro Español -«un teatro que amo muchísimo», dice-, donde estará hasta el próximo 14 de enero. La niña del 'collons de toro' es Núria Espert, que ahora tiene 88 años, pero conserva intacta la ilusión de aquella primera vez que respiró el aroma de las tablas en su Barcelona natal. A la actriz catalana le acompañan en esta función -escrita por Alejandro Palomas- Vicky Peña, Teresa Vallicrosa, Candela Serrat y Claudia Benito, las cinco dirigidas por Mario Gas.
'La isla del aire' es la versión teatral realizada por el propio Palomas de su novela homónima, publicada en 2005, que es la primera de una trilogía titulada 'El tiempo que nos une'. La isla del título es un islote situado al sureste de Menorca, donde transcurre la historia, protagonizada por una familia de cinco mujeres: Mencía, la matriarca (Núria Espert); sus dos hijas, Lía y Flavia, y sus dos nietas, Bea e Inés. «Pesan más los silencios que las palabras», coinciden las cinco actrices». «Se trata de una mirada profunda sobre un grupo familiar dolente -explica Mario Gas-; cada una de las cinco tiene su propia tragedia, y Mencía, que es quien aglutina a la familia, decide hurgar, golpear en el esternon a sus dos hijas para que se abran. En la isla terminan de aflorar los conflictos y allí se produce una epifanía: creen que todo es posible, que pueden seguir adelante; recuperan la fe en la vida y en el futuro».
Retirada
Núria Espert no tiene previsto, en el suyo, la palabra 'retirada'. «Vamos a ir día a día -dice-; quedan todavía por hacer ochenta funciones de la obra antes de pensar en algo que no tengo ni idea, ni ganas de tenerla, de lo que será. El entusiasmo, la energía, se van a colocar en esas ochenta funciones que restan, y que espero que sean ochenta noches felices, como han sido las que llevamos hasta ahora».
«¡Sí!», contesta Núria Espert con tanta rotundidad como calma cuando se le pregunta si le sigue emocionando salir al escenario y revolviendo el estómago de la misma manera cada vez que lo hace. «Eso se llama miedo, o algo muy parecido; sí, lo tengo. Bueno, es más otra cosa; no es miedo, es decir: 'tengo que hacer una buena función, vamos allá. Es casi infantil. No es pensar: '¡Ay!, y si me equivoco' Es otra cosa. Es: 'Llegó el momento'. Y ahora, viajando por esta España preciosísima, con esta gira tan gratificante y que está saliendo redonda, me siento responsable. Los espectadores tiene que ver que todavía les amo, que todavía les quiero, que el teatro continúa dándome la vida».
Las giras, reconoce la actriz, «cansan muchísimo, pero gratifican». Siguen alimentando al ser humano y a la actriz. En ellas ha tenido -sigue teniendo- la oportunidad de convivir con Mencía, esa matriarca firme y decidida. «De ella he aprendido muchísimas cosas -dice subiendo varios grados la temperatura de sus palabras-; ¡Cómo será la cosa de interesante que el personaje sigue creciendo! Hay un par de momentos en que ella tiene problemas físicos, y se han de representar en escena; Mario me pide más y más y más, y el público se estremece; ese estremecimiento forma parte de la preparación para seguir enseñando y sacando a flote las cosas medio ahogadas».
Teatro Español
El Teatro Español es especial para Núria Espert. En él reinó durante años Margarita Xirgu, una legendaria actriz con la que a menudo se le ha comparado. Cada teatro, coinciden todos los actores, tiene su propia personalidad, su propia energía, y hay algo en ellos que modifica al actor. «En esta gira hemos estado en una gran cantidad de teatros magníficos, otros grandotes nuevos -que no me gustan tanto-, casi todos ya conocidos; muchas salas, muchas maneras de ser. Y claro que nos modifican... Pero ninguna sala lo hace tanto como el Español, que te coloca en una posición emocional desde el momento en el que atraviesas la puerta».
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La situación familiar que presenta 'La isla del aire' no le resulta extraña a Núria Espert, que vivió en un matriarcado en el que durante algún tiempo convivieron cuatro generaciones: su madre, Bienvenida; sus hijas, Alicia y Nuria; y su nieta, Bárbara (hija de la primera). «Mi personaje ha vivido también varias generaciones. Mencía es la primera, y cuando le preguntan en qué es la primera, responde: 'En equivocarme'. Detrás de ella están dos hijas, con cincuenta y sesenta años, y las dos nietas de veintitantos». Aunque la relación familiar es diferente -las Espert forman una piña indivisible-, es inevitable que algo de su propia experiencia aflore y tenga eco en la función. «Sí, claro que lo hay -afirma-. No necesito ni pensar en ello. Cuando tengo mis manos a mano con una de las jóvenes, por ejemplo, sale sale la vida misma ella sola; los problemas que tiene los he vivido yo, y después mis hijas y mi nieta... Hay tanto de vida y de humanidad en esos personajes, que muchas cosas que son de un éxito inmediato con la gente, que el público agradece como si hicieras 'La traviata', son cosas de mi día a día también; no hay ni que crearlas ni empequeñecerlas... No hay que tener miedo».
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SuscribeteMadrileño. Ingresó en la Redacción de ABC en 1985. Ha pasado por distintas secciones, pero siempre se ha dedicado a la información de música y artes escénicas. Es crítico teatral y de Danza
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