Emblema del teatro independiente
Fue un gran actor porque fue un gran carácter, una personalidad humana realmente memorable. El teatro fue su compromiso no solo con la conciencia social, con la política, sino con la vida
Muere el actor y director Juan Margallo a los 84 años

Ha muerto Juan Margallo, uno de nuestros grandes actores, uno de nuestros grandes hombres de teatro. Tenía ese duende por el cual toda interpretación que llevaba a cabo la convertía en algo verdadero, en algo auténtico. Su modo de ser actor era siempre ... natural, pero de esa clase de naturalidad que convierte todo en algo cercano, aunque sean los papeles más terribles. Juan Margallo actuaba buscando complicidad, agarrando al espectador de la mano para invitarlo a viajar con él. Era una cuestión de carácter.
El teatro no fue solo su vocación, fue su vida. Nacido en Cáceres en 1940, es sin embargo el pueblo y el carácter de Montánchez el que van a crear en él una forma de mirar el mundo. Es curioso que en este sentido haya muerto el Domingo Gordo, en pleno carnaval. Sí, porque en él siempre ha existido una tendencia al humor expresionista, a contemplar esas escenas del esperpento de la realidad, a saber que la realidad siempre muestra un ángulo inédito donde se esconde una sonrisa para desenmascarar sus sentidos ocultos. Inolvidable para mí es cuando contaba cómo tuvo que ir a rescatar la pierna de palo de su difunto tío Chencho al osario del pueblo.
Juan Margallo, en efecto, fue un gran actor porque fue un gran carácter, una personalidad humana realmente memorable. El teatro fue su compromiso no solo con la conciencia social, con la política, sino con la vida. Fundó en 1968 el emblemático grupo Tábano junto a Alonso de Santos, Enriqueta Carballeira y Alberto Alonso, y puso sobre las tablas aquella 'Castañuela 70' que le hizo aparecer como una de las grandes figuras del teatro independiente. En 1978 coordinó otro de sus proyectos que marcarían no solo el teatro sino la cultura popular de una época, el colectivo El Gayo Vallecano. Ya en 1985, junto a su compañera de toda la vida, la actriz Petra Martínez, funda su propia compañía Uroc Teatro. En todos y cada uno de estos proyectos hay algo que los une: el empeño por hacer una cultura para todos, el deseo de que el teatro ayude a hacer una sociedad mejor. Esta conciencia de Juan Margallo fue la que le hizo tener esa vitalidad suya tan contagiosa, ser ese hombre de pueblo que llevaba encima toda una sabiduría que él hacía cercana. La memoria que deja es imborrable, el hueco difícil de llenar. Con él muere una parte importante de una generación que luchó por hacer de este país, del teatro de este país y de su cultura algo vivo, una arma cargada de futuro.
Lo echaremos mucho de menos. Siempre sabía iluminar las cosas con un juicio inédito, siempre sabía hacer que el teatro formara parte de la vida de la gente. Él quiso ser el actor que diera voz a la gente, formar parte del pueblo.
Todavía en Montánchez, se le esperará , se esperará su memoria y su ejemplo. Todavía en Madrid, en los teatros de Madrid, se le recordará como lo que fue: uno de los grandes, el compañero de la alegría de hacer teatro.
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