Carles Sans, 'el guapo de Tricicle', se niega a jubilarse
El actor y mimo catalán presenta en Madrid su espectáculo '¡Por fin solo!', un monólogo en el que, esta vez si, habla en escena
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Madrid
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Iniciar sesiónSí, Carles Sans habla. Durante cuarenta años se ha ganado la vida callado, pero ha llegado el momento de hablar. Carles Sans es uno de los tres vértices de Tricicle. «Para distinguirnos, alguien dijo una vez que Joan Gracia era el gordito, Paco ... Mir el calvo y yo el guapo. Como salí bien parado, ahora lo utilizo en la promoción», bromea Sans. Pues bien, Carles Sans, el guapo de Tricicle, se ha embarcado tras la retirada del trío en un espectáculo titulado '¡Por fin solo!', un monólogo dirigido por José Corbacho en el que el actor y mimo cuenta anécdotas profesionales y personales. «Todo lo que cuento es real al cien por cien», asegura.
Cuando se decidió la disolución de Tricicle -ellos hablan de «descanso indefinido»-, Carles Sans no estaba por la labor de jubilarse. «Me gusta lo que hago, disfruto mucho encima de un escenario». Así que empezó a darle vueltas a qué tipo de espectáculo podía ser el adecuado para seguir camino ya sin el apoyo de sus dos compañeros. «Tenía una cosa muy clara. No podía hacer lo mismo que había estado haciendo en Tricicle; Tricicle es algo insustituible. En mis inicios, cuando estudiaba Arte Dramático, yo hablaba, era actor de teatro de texto. Luego vino Tricicle y todo cambió». Así que Sans decidió hacer un espectáculo donde hablara y poder «quitarse esa espinita» que siempre había tenido. «Me apetecía, y empecé a buscar textos y pensar cosas».
Fue su mujer, dice Carles Sans, la que dio con la tecla. «Me dijo: ¿qué estás buscando? ¿No te das cuenta de que cuando estamos en la sobremesa de una comida o una cena con nuestros amigos y empiezas a contar anécdotas todos se parten de risa? ¿Por qué no haces un espectáculo recogiendo todo eso? Al principio dije: no, no, ¿cómo voy a hacer un espectáculo con mis anécdotas... Pero después fui escribiendo algunas en un papel, y empezaron a salir tantas, tan locas y divertidas, que pensé que no era tan mala idea».
El primer obstáculo con que se encontró Carles Sans fue completamente inesperado: sus propios amigos. «Cuando les contaba la idea ponían mala cara. '¿Te vas a meter ahora a hacer esto?', me decían». Así que empezó a caminar en este proyecto con «todo el miedo del mundo. Sobre todo -explica- porque cuando te han identificado durante tantos años con un determinado tipo de espectáculos y de repente les dices que vas a hacer otra cosa, la gente pone cara de incredulidad... Incluso tus amigos te dicen: 'A ver qué vas a hacer' Y eso causa inseguridad, incertidumbre. Pero si no lo pruebas, no sabes cómo va a salir. Así que seguí adelante, y la verdad es que estoy muy feliz porque la respuesta del público y de la crítica está siendo magnífica; estoy muy contento».
«El público se ríe cuatro veces por minuto», saca pecho Carles Sans, que un día le pidió al regidor que midiera las carcajadas de los espectadores -70.000 han visto '¡Por fin solo!' desde su estreno-. Y es que el actor y mimo trata de establecer una relación muy cercana con el público. «Me planteo el monólogo como una gran sobremesa, con una conversación con la gente que me está escuchando. Les cuento una historia y, según cuento, adopto el personaje del que estoy hablando».
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A Mérida le sienta bien la risa
Julio Bravo
En ''¡Por fin solo!', Carles Sans confiesa que «antes de convencer a sus socios de formar una compañía se interesó primero en sus novias», que superó su última colonoscopia «mientras la doctora le hablaba de Tricicle»; cuenta igualmente la primera vez que sus padres le vieron actuar con Joan Gracia y Paco Mir en un café teatro de Barcelona, y recuerda cuando les chuparon la oreja mientras actuaban en Japón o el memorable ridículo que hizo en un Jumbo cuando tenía pánico a volar. «Se sabe reír de sí mismo», apunta José Corbacho.
En el espectáculo hay espacio para la improvisación. «Pero no la utilizo. Yo soy un actor muy de partitura. Lo he sido también durante la etapa con Tricicle. Toco la partitura que suena bien, y lo que suena bien en este espectáculo lo fijo. Si digo algo en un momento de una manera determinada y funciona, lo dejo así siempre. Hay otros actores más dados a la improvisación, a probar cosas. El propio José Corbacho, por ejemplo. Yo no. En Tricicle era el que lo tenía todo más estructurado. Soy un poco germánico en esto... Eso no quiere decir que algún día que pruebe alguna cosa nueva. Pero soy poco dado a lanzarme».
Aunque exista un texto en el espectáculo, la gestualidad está muy presente, como no podía ser de otra manera. Y tampoco hay improvisación. «Siempre hemos dicho que los espectáculos de Tricicle eran como una partitura musical, pero de gesto, gestual. Mucha gente creía que improvisábamos muchísimo, pero no; los gestos eran los mismos y los hacíamos en los mismos momentos. Y en '¡Por fin solo!' ocurre lo mismo».
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