'Hay alguien en el bosque', la tragedia de las miles de mujeres violadas en la guerra de Bosnia
El Teatro de la Abadía acoge este proyecto, que además de una obra teatral incluye un documental, una instalación fotográfica y una propuesta educativa
Condenados tres acusados de violar de forma masiva a mujeres en la guerra de Bosnia
Madrid
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Iniciar sesión«Esto ocurrió. Esto les ocurrió. Esto nos ocurrió». Esta frase, proyectada en el fondo del escenario, es una advertencia -y una sacudida- para el espectador: no asiste a un espectáculo más. De hecho, no asiste a un espectáculo, sino a lo que Juan Mayorga ... define como una «experiencia teatral importante».
Se refiere a 'Hay alguien en el bosque', una función que, junto con un documental (que se puede ver en la plataforma Filmin), una instalación fotográfica y una propuesta educativa, conforman un proyecto multidisciplinar que trata de denunciar las dramáticas consecuencias de las miles de violaciones (entre 25.000 y 50.000) que se produjeron en la guerra de Bosnia Herzegovina «como estrategia de limpieza étnica». «¿Ha terminado -se preguntan los responsables del proyecto- la guerra para las supervivientes y los hijos e hijas nacidos de aquellas violaciones?»
Tres años de investigación periodística y creación escénica dieron como resultado esta función, que se estrenó en el festival Temporada Alta de Gerona en 2020, y que llega ahora al Teatro de La Abadía, donde estará en cartel hasta el 2 de abril. La dramaturgia es de Anna Maria Ricard Codina sobre una investigación y documentación de Teresa Turiera-Puigbó. Joan Arqué dirige a un reparto que componen Ariadna Gil, Chantal Aimée, Òscar Muñoz, Magda Puig, Judit Farrés, Pep Pascual y Erol Ileri.
Tres mujeres
La obra se ha centrado en tres mujeres violadas: Meliha, bosnia musulmana; Nevenka, bosnia de origen croata; y Milica, bosnia de origen serbio; y en Alen, Ajna y Lejla, tres hijos nacidos de las violaciones de otras tantas mujeres. «Dar voz a estas mujeres les ayuda a seguir adelante -dice Ariadna Gil-. El teatro es reparador en ese sentido y nosotras no somos actrices, no hay un personaje, somos un canal para esas personas reales».
El contraste entre las imágenes de la Barcelona olímpica y la Sevilla de la Expo de 1992 y la Bosnia de los años noventa ayuda a golpear la conciencia del espectador, uno de los objetivos el proyecto. Costó, cuenta Teresa Turiera-Puigbó, vencer la resistencia de las víctimas y lograr su confianza. «No era fácil explicarles que queríamos llevar su lucha actual al cine y al teatro. Convencerlas de que merecía la pena hablar de su existencia a pesar de su situación de ostracismo, llegar a las generaciones que nunca conocieron la guerra, y a las que desconocen todavía que sus abuelas y sus madres sobrevivieron a brutales agresiones».
«Las violaciones, que hubo en todos los bandos, siguen siendo un tema tabú», explica. «Hay todavía un gran nivel de negacionismo en los Balcanes, y todas permanecen con el estigma y el dolor. Podríamos decir que estas mujeres son supervivientes de la guerra y víctimas de la paz».
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«La violación como arma de guerra no solo sirve para humillar y atemorizar a una comunidad -concluye Teresa Turiera-Puigbó-, sino que destruye a toda una generación y se perpetúa en la siguiente». Y precisamente ésta, la de los hijos nacidos de aquellas violaciones, está resultando fundamental en los juicios emprendidos contra los criminales. «Son una prueba irrefutable» en los casos contra estos delitos, crímenes de guerra y de lesa humanidad.
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