«Mulholland Drive», otra carretera de David Lynch por la que no importa perderse una y otra vez
«Mulholland Drive», otra carretera de David Lynch por la que no importa perderse una y otra vez
FEDERICO MARÍN BELLÓN
En su libro «América», el filósofo francés Jean Baudrillard describe la carretera que da título a esta película -conocida así en recuerdo del ingeniero William Mulholland- como «el punto de entrada de los extraterrestres». En algunos países de Iberoamérica, la cinta fue ... rebautizada como «El camino de los sueños». Son datos quizá relevantes y fáciles de encontrar, pero la Wikipedia entera no basta para negociar las curvas de esta carretera perdida trazada por el autor de «Terciopelo azul», que se puede recorrer una y otra vez sin terminar de conocerla, en la que se puede entrar y salir cien veces sin llegar a ninguna meta.
La trama no es difícil de resumir. Una aspirante a actriz llega a Hollywood con la maleta cargada de sueños. Que Naomi Watts era perfecta para el papel (es perfecta para casi todo) lo corrobora su reincidencia en «King Kong». Pero la chica no sólo se topa con las habituales dificultades. Esta vez hay que hablar como poco de encontronazo, coronado en un memorable revolcón con Laura Elena Harring, amnésica tras un episodio tan apasionante como difícil de resumir. A partir de ahí el cine de David Lynch se desboca río abajo siguiendo un curso plagado de meandros y condenado a precipitarse en la catarata de la genialidad de su autor, aficionado a atrapar al espectador para luego abandonarlo a su suerte, completamente desorientado. Por una vez, sin embargo, intentó sembrar el camino de pistas, tan difíciles de desentrañar como su propia obra.
No hay consenso sobre si su capacidad creadora es insondable, si él mismo pierde la cabeza o si, incapaz de cerrar sus historias, opta por la tomadura de pelo. Lo mismo da. La película, originalmente una serie de televisión que rechazó la ABC, contiene un puñado de momentos que valen por varias filmografías.
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