Don Juan Tenorio, entre el mito y el MeToo
Cuatro directores abordan la actualidad y el sentido actual de una de las obras más populares de nuestro teatro y nuestra literatura
«¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor / que en esta apartada orilla / más pura la luna brilla / y se respira mejor?» Estos son, probablemente, los versos más célebres del teatro español. Versos que han trascendido más allá de las tablas y forman parte ya ... de la cultura popular de nuestro país. Pertenecen al acto cuarto de « Don Juan Tenorio », una obra escrita por José Zorrilla que se estrenó en el Teatro de la Cruz de Madrid el 28 de marzo de 1844 y es, probablemente, la obra más representada de nuestro teatro. El Centro de Documentación de las Artes Escénicas (CDAEM) recoge más de trescientos estrenos profesionales desde 1939, a los que habría que sumar los incontables montajes de compañías aficionadas (en la Teatroteca del Ministerio de Cultura se pueden ver más de una docena de montajes). El mito no era nuevo: se encuentra en «El infamador», de Juan de la Cueva;«La muerte insatisfecha», de Lope de Vega; pero, sobre todo en «El burlador de Sevilla o el convidado de piedra», de Tirso de Molina . Molière lo retrató también en su «Dom Juan ou le Festin de Pierre» y Mozart lo convirtió en ópera en «Don Giovanni». Ha sido estudiado por numerosos intelectuales como Miguel de Unamuno, Ramón Pérez de Ayala, José Ortega y Gasset o Gregorio Marañón . Y la Real Academia Española recoge el vocablo «donjuán», que define como «seductor de mujeres».
«Don Juan Tenorio» –«el Tenorio», como se le nombra a menudo»– ha sido, durante muchas décadas, una constante en nuestro teatro el 1 de noviembre, día de Todos los Santos . Pero en los últimos años se ha ido diluyendo, y apenas se seguía representando –con excepciones como el «Don Juan» itinerante de Alcalá de Henares, lógicamente suspendido este año–.
Blanca Portillo: «cargárselo como modelo»
Pero, ¿ cómo queda el mito en estos tiempos de corrección política y del MeToo ? ¿Tiene algún sentido poner en escena una obra que posee un valor literario más bien discutible, según muchos críticos? Blanca Portillo montó hace algo más de cinco años un «Don Juan Tenorio» con la intención declarada de «cargárselo como modelo». «Todo lo que dice es falso –expresaba antes de su estreno–; no me creo ni al hombre que se arrepiente por amor. Tenorio mata, viola, compite, no respeta nada... Aun así, en España sigue siendo una especie de héroe». Su Tenorio, añadía, miraba con los ojos de hoy a !un ser absolutamente deleznable, que lo es tanto en la época en que transcurre la obra, el siglo XVI; en el XIX, cuando se escribió, y ahora».
Helena Pimenta: «No es un mito a rechazar, sino a reposar. Todavía no hemos encontrado la manera de resolverlo en una sociedad de igualdad»
Pero lo cierto es que la percepción ante el personaje ha variado mucho en tan solo unos años. En 2008 Tamzin Townsend dirigió el «Tenorio» en una versión que discurría por las calles de Las Palmas de Gran Canaria. «Hoy sería complicado encontrarle sentido, tendría problemas con muchas escenas», reconoce. «Las mujeres, y con razón, estamos afortunadamente mucho más sensibilizadas. Don Juan es un abusador, que rapta a una mujer... Y yo miro a mis hijas, por ejemplo, que con 17 años son mucho más radicales y fuertes que yo a su edad. Hay una diferencia grande entre generaciones».
Helena Pimenta: «desgastado»
También Helena Pimenta , exdirectora de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, considera que es un mito «desgastado». «Tal y como está en el imaginario colectivo, no tiene sentido hoy en día –reflexiona–;no es un conquistador, es un hombre que humilla a las mujeres, y no solo a las mujeres. Ese valor positivo que se le daba a un donjuán no es hoy admisible».
El director Juan Carlos Pérez de la Fuente sí cree que tiene sentido representar la obra. «Es un personaje que puedes ver hoy en la calle, en los telediarios, porque Don Juan es un seductor. Él pone toda su potencia al servicio de la seducción:seduce a su sombra. En su primera escena con Don Luis Mejía también pretende seducirlo –y ahí vemos esa homosexualidad latente que ya apuntaba Marañón. Lo que pasa es que después, cuando ha conseguido lo que quiere, lo tira».
Albert Boadella: «Don Juan representa una patología derivada de un impulso natural que forma parte de la estructura masculina: competitividad, exhibición del triunfo, dominio del macho alfa...»
Albert Boadella dice que Don Juan representa una patología «derivada de un impulso natural que forma parte de la estructura masculina: competitividad, exhibición del triunfo, dominio del macho alfa... Otra cosa es que sea tamizada por una sociedad que tiene sus convenciones; no es lo mismo un Don Juan ahora que hace cincuenta años». Para el dramaturgo catalán, la puesta en escena de las obras de Zorrilla o Tirso difícilmente se sostienen, aunque no sería el caso de, por ejemplo, del «Don Giovanni» de Mozart. «Cada vez será más una pieza curiosa y de memoria histórica, casi. Aunque a mí me sigue divirtiendo;yo he conocido residuos de este personajes».
Un mito muy «español»
«Resuelve las situaciones de manera muy española », sigue el director catalán. «Puede que también el hecho de auparle como mito español –apunta Helena Pimenta– tenga que ver con su popularidad en ciertos momentos; la religión , porque presenta el castigo, la redención...»
Hay algo que puede explicar la fascinación por Don Juan, y es, dice Pérez de la Fuente, « su desprecio por las normas, por la religión, por las leyes, por la moral ... Y eso le convierte en atractivo». «Su transgresión es interesantísima –añade Helena Pimenta–. Ese anhelo de no tener límites, que está en todas partes, ese no tener Dios ni ley. La suya es una historia de transgresión que gusta mucho: sangre, humillaciones, ofensas. Es un hombre libre y transgresor, aunque no se puede olvidar que es un gran ofensor que quiere destruir a las mujeres».
Juan Carlos Pérez de la Fuente: «Hay algo que puede explicar la fascinación por Don Juan; su desprecio por las normas, por la religión, por las leyes, por la moral... Y eso le convierte en atractivo»
«Yo recuerdo que en Barcelona lo interpretaban Alejandro Ulloa y Enrique Guitart, que se alternaban como Don Juan y Don Luis, y tres cuartas partes del público eran mujeres . El Tenorio les interesaba mucho más a las mujeres que a los hombres». «Ocurre como con muchas canciones, que las escuchas sin pensar en la letra; no te preguntas más», añade Helena Pimenta.
¿Por qué su popularidad?
En cuanto al por qué de su éxito popular, Boadella cree que «Zorrilla conectó muy bien con ciertos impulsos de la sociedad de su época ; es una obra muy potente, como lo fue en su momento en Italia la Commedia dell’arte, con personajes tópicos muy populares, que alcanzaron una gran popularidad. El público participaba casi de manera activa. En las representaciones del Tenorio, la gente iba recitando los versos al tiempo que los actores, porque se los sabía de memoria».
«Cuando me propusieron dirigir el Tenorio –explica Tamzin Townsend–, dije en principio que no. No conocía el texto ni tenía esa relación casi familiar que tiene el público español con la obra. Y me impactó que la gente dijera los versos al mismo tiempo que los intérpretes. Es un teatro que la gente reconoce , y yo centré mi puesta en escena como una fiesta, un gran espectáculo... Un poco como un circo, porque el Tenorio es una gran aventura».
Tamzin Townsend: «Cuando me propusieron dirigir el Tenorio dije en principio que no. No conocía el texto ni tenía esa relación casi familiar que tiene el público español con la obra. Y me impactó que la gente dijera los versos al mismo tiempo que los intérpretes»
Una gran parte de la popularidad del «Don Juan» está en sus ripios, dice Helena Pimenta. «Son sencillos y fáciles de memorizar» . «Además de esos ripios maravillosos –tercia Pérez de la Fuente– tiene una almendra de teatralidad única, decimonónica, que el pueblo hizo suya. Posee una gran musicalidad, y un halo de fantasía pura que resulta muy atractivo». «Es un ser repugnante convertido en icono gracias a la facilidad del ripio de Zorrilla, sencillos de comprender y de leer», concluye Boadella.
«No es un mito a rechazar, sino a reposar. Todavía no hemos encontrado la manera de resolverlo en una sociedad de igualdad», resume Pimenta.