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CRÍTICA DE TEATRO

«La comedia de los enredos»: ser iguales no da igual

El teatro Bellas Artes presenta esta obra de William Shakespeare adaptada por Carlota Pérez-Reverte

Una escena de «La comedia de los enredos» ABC

JUAN IGNACIO GARCÍA GARZÓN

Los buenos argumentos no tienen fecha de caducidad. Resulta que entre 1592 y 1594, en plena juventud, William Shakespeare cosió «La comedia de los enredos» a partir de un patrón inspirado en « Los Menecmos » del latino Plauto , igual que los diseñadores de hoy toman prestadas –lo llaman homenaje– formas e ideas de los maestros de la costura de antaño. Pero resulta también que el mismo Plauto, gran pescador de historias en caladeros griegos, encontró inspiración en « Los gemelos » o « Los iguales » de Posidipo de Pela , poeta y comediógrafo que vivió casi un siglo antes y cuyo nombre perdura principalmente por un celebrado epigrama dialogado sobre la diosa Fortuna y una obra del escultor Lisipo.

«La comedia de los enredos» (***) Autor: William Shakespeare. Versión: Carlota Pérez-Reverte Mañas. Dirección: Alberto Castrillo-Ferrer. Escenografía: Anna Tusell. Iluminación: Alejandro Gallo. Vestuario: Arantxa Ezquerro. Intérpretes: Rafa Blanca, José J. Sánchez, Julián Ortega, Silvia De Pé, Antonia Paso, Javier Ortiz, Irene Aguilar y Angelo Crotti. Teatro Bellas Artes. Madrid.

Y resulta asimismo que Carlota Pérez-Reverte se asoma al inspirado texto de Shakespeare para poner a punto una versión llena de frescura e ingenio que saca excelente partido de las situaciones cómicas y salpica de juegos de palabras y sobreentendidos. Como recordarán ustedes, el tan reutilizado argumento presenta a dos parejas de gemelos separadas en su más tierna infancia por un naufragio. A un amo y un criado procedentes de Siracusa corresponden especularmente un amo y un criado radicados en Éfeso; como es natural, ninguna de las parejas sabe de la existencia de la otra, así que cuando, muchos años después, los primeros llegan a esta última ciudad se producirán inacabables equivocaciones, jugosas y provechosas para los siracusanos y pesadillescas para los de Éfeso.

Alberto Castrillo-Ferrer , el director, propone un espectáculo trepidante, cuajado de guiños (de los hermanos Marx a pellizcos metateatrales), que conduce por los caminos de la Commedia dell’Arte. La imaginativa escenografía de Anna Tusell convierte toldos en velas y llena el montaje de aromas mediterráneos. Los espectadores se lo pasan pipa con las peripecias de los personajes y agradecen con sus aplausos la entrega de los cómicos – Rafael Blanca, José J. Sánchez, Julián Ortega, Silvia de Pé, Antonia Paso, Javier Ortiz, Irene Aguilar y Angelo Crotti , todos muy bien en los diversos papeles que interpretan– y el buen acabado de una comedia realmente divertida, que pude ver el año pasado en el Festival de Teatro Clásico de Cáceres y que ahora pasa el verano en el Teatro Bellas Artes .

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