«C(h)oeurs», nacido para la polémica

“C(h)oeurs” es un espectáculo lleno de intenciones, pero malo es cuando un arte como la danza precisa de explicaciones en los programas de mano, porque eso quiere decir, normalmente, que no se ha sabido explicar sobre el escenario.

Y eso es lo que ha pasado con este espectáculo, que se saldó ayer con una indignada reacción por parte de la mayoría del público ; hubo silbidos y algún pateo, pero hubo, sobre todo, silencio y una desbandada general al concluir el espectáculo.

El goteo de deserciones, que arrancó cuando no habían transcurrido ni tres cuartos de hora, fue constante, y especialmente durante la escena en que los miembros del coro (a los que hay que aplaudir por su entrega y su compromiso con un espectáculo en el que, seguramente, muchos no se sienten cómodos) enarbolaban carteles con palabras como “educación”, “armonía”, “unión” y los mostraban mientras decían sus nombres. Hubo más risas que otra cosa ante una escena pueril y pasada totalmente de moda.

Que el escenario ha de servir para agitar conciencias es una verdad tan antigua como el propio teatro. Que ha de hacerse con más imaginación y menos infantilismo, también lo es. Ni siquiera los desnudos finales de los bailarines –un recurso que en este espectáculo parece una provocación más- lograron despertar del aburrimiento a unos espectadores que –los que se quedaron- se dividieron al final entre aplausos y pitos.