«Rhein-oil»: historia petrolera con banda sonora de Wagner
«Rhein-oil»: historia petrolera con banda sonora de Wagner
No sucedió lo que se presagiaba, ni salió el responsable del presunto «corpus delicti» a recibir el veredicto del público. Porque posiblemente entonces habría sucedido lo pronosticado para el estreno de la tetralogía de « El Anillo del nibelungo ». Frank Castorf , director ... del « Volksbühne » (Teatro de la Comedia) berlinés, vino a Bayreuth precedido de la fama, ganada a pulso, de regista polémico, archiprovocador profesional y empedernido iconoclasta. Hasta la misma Katharina Wagner , codirectora del Festival, en una carta pública de felicitación a su bisabuelo escribía en mayo: «¡Qué pena que no puedas presenciar el nuevo 'Ring' de Frank Castorf! Quién sabe si no te habría gustado». En todo caso, la velada discurrió por cauces relativamente moderados. Castorf está ya algo entrado en años (62). Bayreuth, ha visto o padecido a Christoph Schlingensief , a la propia Katharina Wagner , a Hans Neuenfels , a Sebastian Baumgartner y parece igualmente estar hasta cierto punto ya curado de espantos. Carstorf no salió a saludar y el parcial abucheo inicial no resurgió por falta de sujeto paciente.
Castorf concibe «El Anillo» como un viaje por el tiempo, la historia del petróleo como oro negro y como fuente de poder y opresión, en cuatro fases: Orígenes en América (Rheingold/Oro del Rin), I Guerra Mundial (Walküre/Walkyria), Guerra Fría (Siegfried/Sigfrido), Petróleo como arma en el enfrentamiento intersistémico (Götterdämmerung/Ocaso de los dioses). En esta primera parte la escenografía del serbio Aleksandar Denić , plástica e impactante, presenta un solitario motel en la legendaria ruta 66 en Tejas con gasolinera, bar y piscina, asentado sobre una plataforma giratoria que permite rápidos cambios de decorado. Lo regenta Wotan con su clan semimafioso. Tipos y figuras están prestados del cine con la inclusión de un barman sensacional. Aquí «trabajan» también las tres ninfas con Erda cómo dómina. Los gigantes son dos gangsters matones; Nibelheim es un simple caravana metálica que se arrastra y retira del motel. Y ¿el mito, la lanza, el anillo...? Accesorios superfluos.
La acción se desarrolla en dos planos con dos relatos correlativos: realista objetual en la parte inferior y videográfico en la superior: una pantalla de video reproduce en tiempo real aspectos y situaciones de la escena, incluso invisibles. El intercambio permanente de ángulos y planos, genera nuevas perspectivas y confiere un enorme dinamismo, frecuentemente excesivo, al acontecer escénico. Se necesitarían dos pares de ojos para seguir visualmente el caudal iconográfico que brota del escenario, continuamente generador de un potencial de distracción comediante en detrimento de la música. Entertainment y crítica del capitalismo con soda. Castorf malentiende a Wagner creyendo que él escribió música para la escena, como harían después los compositores cinematográficos para las bandas sonoras del cine. En consecuencia, imagen y música pueden disociarse discurriendo por carriles divergentes e incluso contrapuestos. Castorf parece escenificar la obra al margen e incluso contra la partitura. Coquetea con lo que denomina su «dialéctica anarquista», pero, por suerte, en su contrato se comprometió a no tocar la música. Observadores benevolentes afirman que quiebra las convenciones sin destruirlas y que su deconstructivismo resulta de haber descubierto dimensiones en el texto, subtexto y contexto de la obra que escenifica. Las próximas jornadas mostrarán si esta impresión se consolida o disipa.
El nivel de canto fue homogéneo y aceptable. Gerhard Koch (Wotan), el celebrado Alberich de Munich, con notable presencia escénica, pero algo gris y plano vocalmente, quizá reservón ante lo que le espera como debutante en este su nuevo papel. Algo similar es aplicable a la doble pareja de dioses, Erda (N.Weissmann) y especialmente a Loge (Norbert Ernst). Notables los gigantes: S.Coliban (Fafner) y, G.Groissböck (excelente Fasolt). Voluntariosos los nibelungos: Mime (B.Ulrich) y M.Winkler (Alberich), éste con problemas de entonación, por ej. en la famosa escena de la maldición del anillo. Kirill Petrenko , sensacional. Acompañó magistralmente, alumbró incontables detalles y sonoridades ocultas raramente oidas y, en general, condujo a la orquesta desde el principio con una precisión, claridad e impetuoso dinamismo realmente fulgurantes, impensables en un debutante en el foso de Bayreuth. Su tirón alargó el aplauso final y, aún así, sólo duró 9 minutos. Muy poco para lo que se estila en Bayreuth. Para él la segunda parte (Walküre) será la confirmación; para Castorf, la auténtica prueba de fuego.
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