«Maribel y la extraña familia»: las «pilinguis» vuelven a escena

Gerardo Vera estrena su nueva productora con esta divertida comedia de Miguel Mihura

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JULIO BRAVO

En septiembre de 1959 se estrenó en el teatro Infanta Beatriz de Madrid «Maribel y la extraña familia», de Miguel Mihura. Autor fundamental en la escena española del siglo XX, cierta progresía teatral lo ha arrinconado –y despreciado– en los últimos años, dejando en la ... oscuridad sus comedias. No participa de este sentimiento Gerardo Vera, exdirector del Centro Dramático Nacional, que para su primer trabajo teatral desde su salida de esta institución ha elegido la citada obra de Mihura (el montaje sirve además para poner de largo su nueva productora, Grey Garden). Lucía Quintana, Markos Marín, Alicia Hermida, Sonsoles Benedicto, Elisabet Gelabert, Chiqui Fernández, Macarena Sanz, Javier Lara y Abel Vitón componen el reparto. El miércoles se estrena en el teatro Infanta Isabel.

«Para iniciar la andadura de la nueva productora –dice Gerardo Vera–, yo quería un título potente y que despertara el interés del público. Fue idea de uno de los coproductores, Enrique Salaberría, y enseguida acepté la idea, porque “Maribel y la extraña familia” tiene esas características, y permite además un reparto joven, con el que yo quiero trabajar».

Admiración por Mihura

De la obra, asegura Vera que «tiene una carpintería teatral extraordinaria; los personajes, las situaciones, están dibujados con mano maestra, y al mismo tiempo tiene ese tufo –aunque no tanto como «Tres sombreros de copa»– de teatro del absurdo, que hace que a poquito que se menee, la posible caspa que pueda tener desaparece. Y eso para mí es importante de cara a las nuevas generaciones; no quería hacer un montaje “clásico” en ese aspecto, pero tampoco uno lleno de ocurrencias de director. Mi “Maribel” nace del respeto y la admiración por Miguel Mihura, y mi objetivo es que sea un espectáculo “de” Miguel Mihura. Tiene, eso sí, una sensibilidad contemporánea, no en cuanto a la adaptación, sino al despojamiento. He quitado todo lo adjetivo y me he quedado con la espina dorsal de la comedia, que en sí ya es extraordinaria».

«Es una historia de amor insólita», dice Gerardo Vera, «una historia de amor imposible que se convierte en posible. Mihura era conservador, pero su propio anarquismo le daba siempre un toque rebelde, que hacía que su conservadurismo no fuea de mesa camilla. Y hay algo en la historia que tiene que ver con una generación –la de Marcelino– machacada, anquilosada y dominada por las familias tradicionales; y eso tiene algo de trágico».

Miguel Mihura creó en «Maribel y la extraña familia» una nueva versión del cuento de Cenicienta: Marcelino, un joven soltero, dueño de una fábrica de chocolatinas en Cuenca, que un día aparece en el «Oasis», un bar de alterne, en el que conoce a Maribel. Sin saber su profesión (o quizá si), se enamora de ella, y un día decide presentársela a su madre y a su tía. Maribel hará muy buenas migas con ellas y también les presentará a sus compañeras de alterne, «Es muy poética;todos los personajes saben todo, pero hacen como si no lo supieran, para desesperación de Maribel. Se crea una gran farsa, pero Mihura, hasta en la farsa, es capaz de dar verdad a los personajes».

Reconocibles

Mihura, añade Gerardo Vera, está hablando de un ADN muy español, y todos los personajes son muy reconocibles, a pesar de que yo la he situado a mitad de los cuarenta –un poco anterior al original. Eso hace que el texto tenga tanta fuerza. A Mihura le admiraba Ionesco, no es un autor más». El montaje, dice el director, no es «nada realista; he hecho algo muy limpio, sin decorados, con transparencias, luces y atmósferas... La puesta en escena es radicalmente limpia».

Doña Paula y Doña Matilde, la madre y la tía del protagonismo, son remedo de las viejas tías de Cary Grant en «Arsénico, por compasión». «También me recuerdan al Vladimiro y Estragón, de “Esperando a Godot”, porque tienen un punto absurdo. Dicen cosas como: “En esta casa, todos hemos sido muy robustos hasta que nos hemos muerto”. Sus códigos son los de una realidad inventada. En el fondo, son dos payasos muy modernos y muy siniestros. Dos intrigantes».

Alicia Hermida y Sonsoles Benedicto son las representantes de una generación de actores y actrices para las que Mihura era un autor frecuentado –no así los jóvenes–, y sirven de puente con ellos para lograr una nueva manera, dice Vera, de hacer a Miguel Mihura.

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