Blanca Marsillach pone a los clásicos a ritmo de rap
La actriz reanuda esta semana sus programas teatrales educativos y con discapacitados
JULIO BRAVO
Blanca Marsillach lleva varios años con su carrera de actriz aparcada para centrarse en la labor social y educativa puesta en marcha conjuntamente con su socia, Elise Varela. Fruto de ello son dos programas, destinados a acercar el teatro a discapacitados y estudiantes. El 7 ... de mayo estrenará en el Lope de Vega, de la mano de la Fundación Repsol -que colabora con ella desde hace cuatro años- «Sainetes», que incluye dos piezas de los hermanos Álvarez Quintero; y el próximo martes llevará a CaixaForum Madrid «Una noche blanca con los clásicos».
«Ganas de reñir» y «Sangre gorda» componen el programa «Sainetes», en el que actúa con Xavier Olza. «Son dos piezas muy divertidas, muy simpáticas, y de comprensión muy sencilla -dice Blanca Marsillach-; muy adecuadas para las personas con discapacidad con las que trabajamos, porque tiene música y sensualidad. En otros años, el formato era el mismo: la obra de teatro y una segunda parte, más larga, en la que los chicos salían al escenario a interpretar, con juegos. La diferencia es que este año estamos más cerca de la meta, que es una integración total. Así, en la parte participativa salen ellos a interpretar las dos obras, copiando a los actores». La idea es seleccionar a algunos de los participantes con discapacidad para llegar a hacer con ellos una obra de teatro de carácter profesional.
Tras este estreno, el lunes Blanca Marsillach presentará en el CaixaForum de Madrid «Una noche blanca con los clásicos», un espectáculo elaborado a partir del que creó su padre, Adolfo Marsillach (en el que actuaba junto a Amparo Rivelles y María Jesús Valdés). Se trata de un recital poético con versos de autores de los siglos XVI y XVII. Dirigido por Ángel Ojea, Blanca Marsillach comparte escenario con Mónica Buiza y, gracias a la tecnología, también con su padre. «Hay veces en que parece que está en el escenario».
«Para este programa educativo -sigue Blanca-, hemos quitado la parte de la mística y hemos dejado lo más sensual: Quevedo, Góngora, el Arcipreste... Queremos quitar esa imagen que tienen los chicos jóvenes de que los clásicos son unos aburridos, y demostrarles que eran unos cachondos mentales, y que ellos ya inventaron todo. Dejamos lo más atrevido, y en la segunda parte salen los chicos para hacer los ejercicios que solemos hacer los actores antes de salir a escena para desencorsetarnos de la estructura del verso. Les proponemos, por ejemplo, un duelo de versos con forma de rap, con un ritmo continuo debajo. Así, rapean a Quevedo y a Lope sin darse cuenta. Se les cambia la idea que tienen del teatro clásico y se olvidan de que están haciendo verso».
Los chicos provienen de colegios e institutos, son alumnos de Secundaria y Bachillerato. «Los primeros son más participativos y ruidosos, y los de Bachillerato son más difíciles y hay que seducirles hasta que entran en el juego»
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