Santiago Calatrava Su 'iglesia faro' alumbra ya al World Trade Center
Después de años de problemas de financiación, la iglesia ortodoxa diseñada por el arquitecto español nace de las cenizas del 11-S
La estructura se erige en el suelo de la antigua iglesia de San Nicolas, arrasada por la caída de las Torres Gemelas
Muchos en Nueva York conocen a la capilla de St. Paul, con su pórtico neoclásico que mira a Broadway como 'La pequeña capilla que aguantó'. Tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, todos los edificios alrededor de las Torres Gemelas quedaron ... dañados o destruidos. Excepto este pequeña capilla, el templo más antiguo de Manhattan, que no sufrió desperfecto.
Pero es probable que pocos hubieran conocido la historia de 'la pequeña iglesia que no aguantó', si no fuera porque acaba de renacer de sus cenizas. Se trata de la de San Nicolas, de confesión griega ortodoxa y el único templo religioso que sucumbió aquel día. El desplome de la torre sur, a pocos metros, se lo llevó por delante. Más de dos décadas después, la iglesia se ha vuelto a levantar en ese mismo lugar, pero con un diseño muy diferente. Y lleva firma española: Santiago Calatrava.
El arquitecto valenciano finalizó en 2016, y muy cerca de la nueva iglesia, uno de los proyectos arquitectónicos más celebrados del Nueva York contemporáneo. Es el Oculus, una de las piezas centrales de la reconstrucción de la 'zona cero' del 11-S. Es mitad intercambiador de transportes y mitad centro comercial, subterráneo y dominado por una enorme plaza interior, rematado con una bóveda que se eleva hacia el exterior con la forma de un pájaro que va a echar a volar.
El Oculus tiene aspecto de catedral contemporánea: un espacio lleno de luz, hipnótico y que se convirtió de inmediato en un imán para los turistas y en escenario para 'selfie' e Instagram. Con la nueva iglesia de San Nicolás, inaugurada a comienzos de este mes, el arquitecto español entrega ahora un faro de luz en un lugar que durante años fue solo un solar enorme, impregnado de aquella tragedia colectiva. El templo no tiene nada que ver con su antecesor. Aquel era un edificio anodino, que los líderes de la comunidad griega adquirieron en 1918 y convirtieron en iglesia con el remate de un campanario modesto. En 2001 estaba envejecido y rodeado de aparcamientos.
El diseño de Calatrava está inspirado en la basílica de Santa Sofía de Estambul y su cúpula mantiene las mismas cuarenta costillas y cuarenta ventanales de la del templo –ahora mezquita– turco. Por fuera, la piedra fina y el cristal de la cúpula se iluminan como una lámpara japonesa, elevada varios metros sobre los árboles que rodean a las fuentes que hoy ocupan la planta de las que fueron las Torres Gemelas. Por dentro, relumbra el mármol blanco, del mismo tipo del que se usó para el Partenón de Atenas. Las paredes están cubiertas de iconografía ortodoxa diseñada por el obispo Joaquín de Amissos, un experto en la materia, y ejecutada por el padre Loukas, un monje del monasterio de Xenonphontos, en la península de Monte Athos, en Grecia.
«Espero que esta estructura sirva para su propósito de templo para la oración, pero también como lugar para la reflexión sobre lo que esta ciudad ha soportado y cómo sigue adelante», aseguró Calatrava con motivo de la inauguración.
La iglesia, como también ocurrió con el Oculus y otros proyectos del arquitecto, estuvo lastrada por retrasos y pugnas entre la Archidiócesis Griega Ortodoxa y la Autoridad Portuaria que gestiona los terrenos del antiguo World Central. Quedan algunos detalles cosméticos que acabar en los jardines que la rodean pero ya está en pie, como símbolo de la resistencia de la ciudad y como homenaje a quienes murieron a sus puertas.