Angelus Apatrida: «A los festivales de metal no va Pedro Sánchez, igual por eso salen menos en la tele aunque facturen igual que el Mad Cool»
El grupo de thrash metal albaceteño podría repetir la hazaña de ser número uno en España con su nuevo disco, 'Aftermath'
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Nacho Serrano
El 5 de febrero de 2021, el grupo de thrash metal (o «metal a secas», como ellos prefieren definirse) albaceteño Angelus Apatrida publicó su álbum homónimo, y al cabo de una semana sorprendieron a propios y extraños al coronar la lista de discos más ... vendidos en España superando a Aitana, Rauw Alejandro, Foo Fighters, Anuel Aa & Ozuna o incluso Bad Bunny. Ahora acaban de lanzar su nuevo trabajo, 'Aftermath', del que se esperan grandes cosas pero no que se repita el milagro porque como señala su cantante y guitarrista Guillermo Izquierdo, «esta vez nos ha salido un competidor imbatible: los Rolling Stones. No podía haber sido peor. Además, los muy cabrones van y te plantan una campaña con el Barça».
El álbum de Mick Jagger y compañía ha batido récords en Gran Bretaña al superar las ventas conjuntas de los nueve artistas que les siguen en la lista, pero en nuestro país no hay por qué darlo por imposible: las primeras cifras que maneja Century Media, el sello de Angelus Apatrida, superan «con creces» los conseguidos hace dos años y medio. «Volver a ser número uno no es nuestro objetivo», asegura Guillermo desde la furgoneta de gira del grupo, que está recorriendo España para hacer firmas de discos antes de cruzar la frontera y comenzar una extensa gira europea. «La meta es cumplir con lo que espera nuestra discográfica para que pueda seguir aumentando presupuestos para nuestros discos, y eso ya sabemos que lo tenemos hecho».
'Aftermath' es una palabra que se puede usar en diferentes contextos, y en el que nos ocupa significa algo así como 'las secuelas de una catástrofe'. Pero después del arranque de década de los veinte que llevamos, cuesta saber a cuál se refieren. «Es verdad, con la pandemia, la guerra de Ucrania, la crisis climática, lo de Israel y Palestina... hay para elegir», bromea Guillermo. «En principio se refiere a la que más hemos vivido todos, que es la pandemia, pero no hay que olvidar que las secuelas de una catástrofe, normalmente son más catástrofes. No nos hemos recuperado económica ni mentalmente de la pandemia, y de pronto nos vemos en un contexto global en el que los dos ejes, el occidental y el formado por Rusia, China, Corea del Norte e Irán, parece que están deseando bombardearse para que nos vayamos todos a la mierda».
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Los Angelus Apatrida siguen en cierto modo la estela de aquella corriente metalera con espíritu combativo que amartilló conciencias en los noventa, y que ahora ya no es tan habitual. Son críticos en sus letras, también en su logo, con esa doble 'A' circulada en sus iniciales con la que se sienten cómodos por sus conexiones con el punk, y aunque Guillermo defiende que «denunciar situaciones de injusticia no tiene por qué significar que estés haciendo política», el cuarteto manchego suele posicionarse claramente sobre asuntos de actualidad en sus redes sociales. «En realidad, lo que hacemos por encima de todo en ese sentido es defender los Derechos Humanos, no mucho más, y eso debería ser algo básico en las sociedades modernas», replica el músico.
En realidad, señala Guillermo, el thrash siempre ha tenido un punto rebelde porque «surge de la mezcla del heavy y el punk». Cosa que él mismo ha podido certificar en sus numerosas conversaciones con veteranos de la escena «que estuvieron ahí cuando nació», tanto en los camerinos de los grandes festivales como en sus pinitos como periodista. «Rob Flynn de Machine Head me contaba que cuando se iba a hacer skate a las afueras de la Bay Area a mediados de los ochenta, escuchó por primera vez a Metallica en un parque y sintió que esa era la verdadera contracultura de los noventa. Iba a la contra de lo que estaba de moda en Los Ángeles, el glam y el AOR, que era todo frivolidad, sexismo y materialismo. El thrash ofreció la alternativa del antifascismo, el antimachismo y el rechazo a la cultura del dinero. Nosotros, de alguna manera, seguimos reivindicando todo eso con nuestro propio sentido crítico».
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Ese puntito antisistema de Angelus Apatrida puede extenderse a la mayoría del colectivo metal, que a pesar de demostrar que es numerosísimo en festivales multitudinarios como Resurrection, parece no interesar a la industria discográfica tanto como otros movimientos. ¿Será porque es menos manipulable, porque es más difícil de ser pastoreado desde los despachos de las grandes multinacionales? «No sabría decirte, puede ser», dice Guillermo. «Lo que está claro es que los festivales de metal son eventos de masas que generan muchísimos millones de euros, y es verdad que no aparecen tanto en la tele como otros como el FIB o el Mad Cool, que ni son más multitudinarios, ni son más rentables. Pero claro, al Resurrection Fest no va Pedro Sánchez ni Albert Rivera, a lo mejor es por eso».
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