Emir Kusturica: «No creo demasiado en la pureza en el arte»

En su etapa al frente de la Ópera de París , Mortier reclutó al inconformista y contestado Emir Kusturica , que en 2007 estrenó en la Bastilla la versión musical de su aclamada película «El tiempo de los gitanos» (1989).

La propuesta desde luego no disgustó al cineasta y músico serbio. «Era algo que siempre había querido hacer, una especie de fantasía personal o sueño , aunque no sabía si alguna vez iba a poder hacerse realidad». Tras años de conversaciones, la fantasía empezó a cobrar forma, aunque «al pricipio era solo una idea loca, pero el proyecto comenzó a coger forma… y continuó hasta el estreno en París , que fue magnífico». Tanto que hubo que ampliar funciones, y el espectáculo fue visto por 45.000 personas. Cinco años después, la ópera punk de Kusturica comienza una gira mundial que la llevará a varias ciudades europeas, entre ellas, Cartagena, donde este jueves abrirá una nueva edición del Festival La Mar de Músicas.

Con un amplio palmarés como cineasta , por filmes como «El sueño de Arizona», «Gato negro, gato blanco» o «Underground» , y una dilatada trayectoria como músico al frente de la banda The No Smoking Orchestra (que pone la base musical a esta ópera), Kusturica tuvo que adaptar el guión del filme, una mirada sobre la cultura gitana y la explotación de los jóvenes, a un lenguaje muy distinto y desconocido para él. Para ello contó con la ayuda de Gordan Mihic y Nenad Jankovic.

«La historia se desarrolla siguiendo recursos escénicos que no tienen nada que ver con la película. Esto es una representación en directo, sobre un escenario. No hay cámaras, no se puede editar, ni mover el punto de vista como en el cine. Todo sucede en tiempo real ante los espectadores. Así que se tuvo que reescribir completamente, claro».

–Siempre se plantea el debate sobre si una obra que se representa en un teatro lírico es ópera o no por el mero hecho de hacerse en ese escenario. Su espectáculo, ¿cómo lo calificaría?

–Bueno, no creo que se pueda considerar una ópera en el sentido estricto, creo que es mucho más que eso. A partir del formato clásico de un ópera, donde diferentes disciplinas artísticas se encuentran (teatro, música, vestuario, voz, decorados…), lo que hacemos en «El Tiempo de los Gitanos» es convertir la historia en un gran espectáculo escénico, que se sitúa entre el musical moderno, la ópera y la representación teatral.

–En ella se combinan géneros musicales como el rock, punk, clásica... ¿Cómo fue la elaboración de la partitura?

–Personalmente me encanta mezclar estilos y géneros. De hecho, no creo demasiado en la pureza en el arte o en los estilos puros. La historia del arte es la historia de la mezcla. Cada nuevo estilo artístico nace de tomar un concepto previo y modificarlo para convertirlo en algo distinto. Por otra parte, el trabajo no lo hice en solitario, sino acompañado de grandes profesionales y amigos. Fue un trabajo duro pero muy satisfactorio para mí.

–El montaje original incluye acróbatas y... gansos. ¿Los va a traer a Cartagena? ¿Qué cambios ha realizado?

–No quiero desvelar sorpresas para el estreno en Cartagena, prefiero que el público lo descubra allí. Hemos tenido que hacer algunos cambios en este montaje, pero creo que son menores. No era posible repetirlo exactamente pero la experiencia es la misma, o incluso mejor. Hemos ganado en experiencia también.

–¿A qué otros espacios va, algún teatro de ópera, o sólo a festivales?

–Se está preparando la gira internacional, tanto en festivales como en teatros. Queremos traer la ópera a distintas ciudades españolas a partir de otoño de 2012 y a lo largo de 2013 .

–¿Qué mensaje quiere transmitir en «El tiempo de los gitanos»?

–La historia es una fábula atemporal, una historia universal que se puede disfrutar igual que entonces o que dentro de 50 años, porque despierta emociones que siempre están presentes. El cambio de lenguaje enriquece el mensaje original, le da una nueva perspectiva. O por lo menos eso es lo que esperamos.

–¿Cree que la ópera de hoy debe ser más ecléctica?

–Sin duda. Hoy en día ya existe una nueva generación de montajes operísticos que están redefiniendo el género con nuevas ideas y proyectos verdaderamente atrevidos. No tiene sentido seguir haciendo las cosas igual durante décadas, o siglos. Aplaudo a todos los creadores que, en su terreno, apuestan por introducir cambios y buscar nuevos límites.

–Tras la experiencia en la Ópera de París, ¿tiene previsto repetir? ¿Sigue en contacto con Mortier?

–Fue maravilloso. El público estaba tan entusiasmado… Creo que por la Ópera de París pasaron 45.000 personas en 15 días . ¡Eso es mucha gente! Podías ver la felicidad en sus caras, estaban realmente entusiasmados. Me encantaría participar en otra ópera en el futuro, pero mis proyectos cinematográficos requieren también mucho tiempo, dedicación y esfuerzos, así que no estoy seguro de cuándo va a ser posible llevar a cabo un nuevo montaje tan complejo como éste. De momento estoy disfrutando mucho llevando «El Tiempo de los Gitanos» por los escenarios de distintos países. Siento que el esfuerzo enorme de tanta gente ha valido la pena.