Spandau Ballet: «Hasta ahora el ego nos impedía hacer las paces»

La guerra fratricida en los tribunales abrió una herida que parecía imposible de cerrar, pero algo sucedió en 2009, cuando se anunció que Spandau Ballet volvía a la acción. Seis años más tarde, el grupo parece haber solucionado sus problemas y lo celebra con una gira que pasará en junio por Madrid (día 18), Bilbao (19) y Barcelona (20) , y el 18 de agosto por el Festival Porta Ferrada . en la que presentan un álbum, «The Story, The Very Best of Spandau Ballet» que cuenta con todos sus éxitos más tres nuevas canciones. Además, el año pasado editaron un sincero documental, «Soulboys Of The Western World» .

El mismísimo Gary Kemp iba a ponerse al teléfono desde un hotel italiano para contarnos todos los detalles de esta nueva etapa, pero una indisposición de última hora obliga a pasar la patata caliente al gran saxofonista Steve Norman , que no se corta en absoluto cuando entramos al trapo con los asuntos delicados.

«Estamos tremendamente orgullosos del documental», asegura Norman, que de cuando en cuando chapurrea un castellano aprendido en Ibiza, donde pasa largas temporadas. «El filme no sólo abren las tripas del grupo, sino que traza una contextualización histórica inédita en este tipo de películas biográficas».

En efecto, el contexto sociopolítico marcado por el gobierno Thatcher queda profusamente retratado. Pero no hay duda de que los momentos más jugosos residen en los pequeños detalles que van dando pistas de lo que finalmente le sucedería a la formación, y sobre todo en las secuencias que muestran la posterior frustración de cada uno de sus miembros. En una de ellas, Gary Kemp ve un viejo vídeo de la banda actuando frente a miles de personas en un estadio y se le saltan las lágrimas. ¿Fue ahí cuando comprendió que debía enterrar el hacha de guerra? «Absolutamente», dice Norman. «Necesitaba un golpe visual que le mostrara que la banda era algo mucho más grande que el ego de una sola persona. Ese ego era hasta entonces una barrera infranqueable».

Norman habla de sus cicatrices como un soldado, casi como aceptando que es «inevitable que las bandas suban y suban para luego caer estrepitosamente», e incluso ríe cuando recuerda el momento en que los jueces le dijeron que ni él, ni el cantante Tony Hadley ni el baterista John Keeble podían hacer nada para reclamar los derechos de las canciones que interpretaron durante más de una década. «Fue algo que esperábamos, pero no podíamos creerlo. Por eso, cuando después de tanto tiempo de rencores Gary nos llamó para reunir a la banda, fue difícil. El reencuentro tuvo que hacerse muy poco a poco, con cuidado de no reabrir viejos conflictos. Pero la fama y el glamour son demasiado poderosos... toda banda que haya alcanzado el éxito y lo haya perdido, termina deseando una segunda oportunidad».

Aquellos tiempos de «salir corriendo delante de cientos de groupies, de revolución estética, hasta de nuestra rivalidad con Duran Duran , eran demasiado divertidos», dice Norman. «Pero ahora hemos comprendido que la música lo era todo» .