Depeche Mode exhibe músculo en el Palau Sant Jordi

Los británicos ofrecieron un contudente repaso de sus himnos electrónicos en su regreso a Barcelona

Depeche Mode exhibe músculo en el Palau Sant Jordi efe

david morán

Un disco oscuro, afilado y de texturas tenebrosas como «Delta Machine» exigía un directo en sintonía con esa nueva oscuridad hacia la que camina Depeche Mode. Un directo repleto de épica envolvente, electrónica musculosa y comunión sintética. Un concierto, en fin, como el que firmó ... anoche con autoridad y contundencia el trío británico en su regreso a Barcelona tras su doblete de 2009.

Ejemplo paradigmático de la adaptación del lenguaje al medio -de la electrónica al rock de estadios pasando por esa grieta que separa el tecno-pop del metal pesado-, la banda llegó dispuesta a prender la mecha de su aquelarre sintético y acabó esparciendo vinagre sobre sus heridas y repartiendo dolor e himnos entre las masas. El tormento y el éxtasis, juntos y revueltos en lo alto de la montaña de Montjuïc.

Así, exhibiendo épica y músculo en un Sant Jordi de gala, los ingleses salieron a escena sobre el robusto andamio de «Welcome To My World» y «Angel», cortes inaugurales de «Delta Machine» y, poco a poco, empezaron a desandar el camino para reforzar las conexiones con «Black Celebration» y «Violator», dos de los discos más visitados de la noche. El juego de sombras, dirigido por un Dave Gahan que, con su constante culebreo a pecho descubierto y su gesticulación de estrella del pop, encarna como nadie esa bisagra entre el rock de masas y la electrónica, cobró fuerza con «Walking In My Shoes» y «Precious» y fundió definitivamente a negro con «Black Celebration».

Con un diseño audiovisual elegante y (demasiado) austero, el retablo de angustias en alta fidelidad de los de Essex ganó altura y griterío con «Policy Of Truth», se tambaleó ligeramente con la intimidad de «Slow» y «But Not Tonight», cantadas a solas por Martin Gore, y puso a prueba la estabilidad del Palau cuando cayeron, una detrás de otra, «Behind The Wheel»,«Question Of Time»,«Enjoy The Silence» y «Personal Jesus». Todas juntas. Todas del tirón.

Fue entonces cuando, haciendo gala de una contundencia aplastante, cambiaron de marcha para arrollar sus canciones y reivindicarse como impetuosos clásicos de masas. No faltaron «Just Can’t Get Enough», clásico infalible que, sin embargo, sonó un tanto desubicado entre tanta tiniebla, «I Feel You», ni mucho menos «Never Let You Down», detonaciones mayores con las que se despidieron con los plomos fundidos y el público entregado. Lo dicho: el tormento y el éxtasis, resumidos en dos horas.

Depeche Mode exhibe músculo en el Palau Sant Jordi

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