Perú se vuelca con Vargas Llosa
El Nobel al escritor ha entusiasmado a los peruanos y se prometen, si no se han puesto en marcha ya, las iniciativas más diversas y llamativas
CARLOS ARRIZABALAGA
El 1 de noviembre se cerró la Feria del Libro de Lima. Ha tenido una concurrencia nunca vista, con más de 150.000 visitantes, y todos querían comprar (y leer) alguna obra de Mario Vargas Llosa . Se han vendido unos 7.000 volúmenes de ... obras del escritor en 11 días, sobre todo «Conversación en la Catedral» (una suerte de fetiche nacional) y primeras ediciones se subastaron a un precio considerable.
El premio Nobel de Vargas Llosa ha entusiasmado a los peruanos y se prometen, si no se han puesto en marcha ya, las iniciativas más variadas. El ministro de Cultura quiere que su obra pueda llegar a todos los lectores del país y que se lea en todos los colegios de Perú, para lo cual pretende que la Biblioteca Nacional haga ediciones populares de sus obras (las hay, pero piratas). En Arequipa, donde nació, quieren expropiar la casa de dos pisos donde nació, que se encuentra abandonada en plena avenida, para hacer un museo o un centro cultural.
En Piura le dieron la medalla de la ciudad deprisa y corriendo en su última visita. Ahora se preparan homenajes, reconocimientos y suplementos especiales. Aquí vivió por una breve temporada en su niñez y un año decisivo, el último año de secundaria en el Colegio Nacional San Miguel. Su profesor de literatura, don Carlos Robles Rázuri, dejó huella en el joven Mario: «Enseñaba la literatura no para ganarse la vida sino porque la amaba; era una pasión que sabía transmitir contagiándola a quienes lo escuchábamos».
Un teatral comienzo
Robles y José Estrada intercedieron ante Luis Marroquín, el director del colegio, para que aquel año la promoción representara en el Teatro Variedades una obra original de uno de los alumnos en vez de algo de Casona o Salazar Bondy: «La huida del Inca», de Mario Vargas Llosa. Toda la promoción colaboró y lo recuerdan con cariño: los actores, los que vendían entradas, los que ayudaban con el decorado… Las verbenas con actuaciones musicales y teatrales siguen siendo una tradición bien asentada en los colegiales y universitarios de la ciudad, pero solo queda en pie el Teatro Municipal. En el solar del Variedades venden neveras y lavadoras. La obra quedó segunda en el Concurso Nacional de Teatro y lo que nadie recuerda es quién ganó el primer premio aquel lejano 1952.
Para la ciudad es una satisfacción ser escenario («muchos de los personajes de sus obras son gentes de carne y hueso», decía Robles) de las novelas de un premio Nobel, aunque a la vez confunde un poco a las conciencias de la gente que el espacio más destacado sea un prostíbulo pintado de verde donde explotan a menores selváticas, tal vez porque sigue siendo una vergonzosa realidad cómo se traen adolescentes de Bagua o Tarapoto, con violencia o por engaños a ser damas de compañía en un desierto costeño donde es bien difícil encontrar un paisaje esmeralda.
El padre Santos García hace años que murió y no se cansaba de decir que él no había quemado ni mandado quemar ningún burdel, pero sus sermones denunciando la injusticia siguen resonando en los muros de la iglesia de María Auxiliadora. La realidad y la ficción literaria son cosas distintas y no hay nada peor que tratar de que coincidan, pero dentro de toda la crítica que encierra la novela el personaje del sacerdote tal vez es el que queda mejor parado, y más al transcurrir los años.
Alternativas
Lo peor ahora es que los agentes culturales de Piura están peleados. Por un lado se quiere ampliar la Biblioteca Municipal con una sala de lectura y un centro de documentación e interpretación centrados en la obra de Vargas Llosa, quien ya ha brindado un apoyo inicial donando ejemplares de sus obras, estudios críticos y fotografías. Otros dicen que sería mejor convertir el antiguo colegio San Miguel en el centro cultural de la ciudad con un museo del escritor, aunque no sea de propiedad municipal sino estatal ni tampoco se conserve la casa donde vivió el jovencito Vargas, y en el lugar se sirva hoy el mejor chifa de la ciudad.
Que Perú tenga un premio Nobel llena de orgullo a toda la literatura peruana, que de paso goza de muy buena salud. No hace tanto que Bryce Echenique ganó el Planeta. Antonio Cisneros ganó este año el premio Pablo Neruda en Chile. Blanca Varela ganó el premio Octavio Paz el 2001, el García Lorca el 2007, un año después de obtener el premio Reina Sofía de poesía latinaomericana. Pero ninguno con la trascendencia simbólica, el reconocimiento internacional y el peso intelectual y político de Vargas Llosa. Doris Moromisato, de la Cámara Peruana del Libro, ha dado en la llaga al señalar que «ha inyectado y difundido la idea de que ser una persona culta es también una forma de tener éxito en la vida».
Esta idea, que resultaba obvia hace cien años, hoy parece olvidada y resulta ser una verdad evidente, también para el éxito o fracaso de un país, y de una ciudad. Perú crece un 8% anual desde hace varios años y algunos estiman que para el 2021, año del bicentenario de la Independencia, dejará de ser un país pobre. La marca Perú gana prestigio, pero para llegar realmente lejos tenemos que seguir invirtiendo en educación. El premio Nobel será un episodio a recordar de llegar al caso y es que la cultura no es un adorno, sino una condición indispensable para crecer armónicamente. También en esta tórrida ciudad de Piura, si no perdemos algo más que el tiempo y la paciencia.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete