Gaudí negro y criminal
El escritor Aro Sáinz de la Maza se estrena en la novela negra con «El asesino de La Pedrera», trepidante thriller con la Barcelona gaudiniana como telón de fondo
Gaudí negro y criminal
Maneras de vivir hay muchas, sí, pero también de matar y de morir. Que se lo pregunten sino a Eduard Pinto, alto cargo de La Caixa que aparece en las primeras páginas de “El asesino de la Pedrera” (RBA) calcinado vivo y atado ... con cable de acero a un balcón del célebre edificio de Gaudí. No acaba ahí la cosa ya que a Pinto, que también fue conseller de Cultura, le han torturado durante cinco días, dejándole morir poco a poco de sed e inanición.
Lo de prenderle fuego, sin embargo, no ha sido más que un cruel desenlace que el inestable inspector Milo Manart debe evitar de cualquier modo que se repita. Porque, en efecto, todo apunta a que Pinto no es más que la primera víctima de un sádico y metódico asesino al parecer obsesionado con la figura de Gaudí y ansioso por arrebatarle a la ciudad de Barcelona su condición de apacible estampa turística. Un “psicópata perverso”, tal y como apunta Aro Sáinz de la Maza, que no tardará en ganarse el apodo de “El verdugo de Gaudí” .
Y todo mientras Sáinz de la Maza, recién llegado a la novela negra pero con no poca experiencia en libros infantiles, juveniles y ensayos, juega con el cambio de marchas de este trepidante y atípico thriller al que no le faltan detalle. Ahí están, por ejemplo, las corruptelas políticas, el embellecimiento de la ciudad a cualquier precio, ecos nada velados del caso Palau, las bajezas de algunos programas de televisión, el abismo social que separa a los de arriba de los de abajo y, en fin, “ el elemento de crítica social que ha de tener cualquier novela que se precie”, tal y como apunta el autor.
Una crítica social que llega aquí servida por una Barcelona que, con todas sus luces y sombras, utiliza a Gaudí como brújula para moverse entre los movimientos antisistema y las 400 familias que manejan los hilos de la ciudad; entre jóvenes que solo quieren verlo todo arder e ilustres ciudadanos como Fèlix Torrens, presidente del ficticio Círculo Gaudí en el que no cuesta demasiado reconocer algunos rasgos de ese otro Fèlix que saqueó el Palau de la Música. “Evidentemente, me nutro de este caso como punto de partida”, apunta el escritor.
Ambición y modernismo
“¿Por qué no hacer una trama ambiciosa y potente al estilo de las que hemos leído en Oslo, París o Roma?, se pregunta Sáinz de la Maza, quien no tuvo más remedio que pasar las tijeras y peinar flecos para que “El asesino de La Pedrera” acabase teniendo un tamaño más o menos manejable. “El elemento Gaudí me complicó un poco la vida y el libro cobró una nueva dimensión”, admite al tiempo que desvela que la estructura de la novela es, a su vez, premeditadamente gaudiniana . “Las curvas, el gusto por la línea indirecta… Tiene un apariencia muy modernista”, señala.
“La figura de Gaudí es fascinante: una persona que llega a la ciudad convertido en un bon vivant que se desplaza a las obras en calesa y de repente se convierte en un ser místico y espartano, en alguien capaz de crear las chimeneas de La Pedrera”, añade el escritor barcelonés, quien abunda también en otros enigmas del célebre arquitecto como su supuesta relación con la masonería.
Aún así, más allá que el trencadís guadiniano por el que se mueven los protagonistas y de los crímenes atroces a los que tiene que enfrentarse una comisaría de policía convertida en un polvorín, Sáinz de la Maza reconoce que el mayor reto ha sido el alumbrar un personaje como el de Milo Manart, hermético e imprevisible inspector que resuelve los casos tirando de tripas e intuición y que, tras campar a sus anchas por “El asesino de La Pedrera”, se ha convertido en la sombra del escritor barcelonés. “No consigo que se me despegue, aunque eso me demuestra que es un personaje con recorrido”, explica. Tanto es así que el escritor ya empieza a tener claro por dónde discurrirán las peripecias de Manart y su compañera Rebeca Mercader.
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