LIBROS
Díaz Yanes: «¿Por qué es bueno para el capitalismo que caiga España?»
El director de cine se pasa a la novela con una intriga, «Simpatía por el diablo» (Espasa), ambienta en la España actual del rescate, de la corrupción económica y de los Alatristes políticos
ANTONIO ASTORGA
Agustín Díaz Yanes tenía pensada la historia de « Simpatía por el diablo » para una serie de televisión sobre la corrupción política y económica. Cuando llevaba treinta folios escritos los metió en su mochila, y los llevó a la editorial para presentar ... el proyecto. Al día siguiente recibió una llamada para encargale la novela. Inmediatamente rescató su historia, que se resume así: «Al ordenar las hojas, Isabel no pudo por menos que reparar en su contenido. Cerró la puerta del despacho y las leyó a fondo. Se asustó: lo que tenía entre las manos era el plan de una conspiración para apoderarse del Estado . La casualidad convierte a Isabel, la secretaria del banquero más importante del país, en la heroína que pone en marcha la red de resistencia que se enfrentará a los poderosos de este mundo: políticos corruptos manejados por banqueros al servicio de oscuros intereses dispuestos a vender España al mejor postor ».
-¿El poder económico ha corrompido absolutamente ?
-Yo creo que ha sido una mezcla. Por primera vez -y esto, ojo, a lo mejor es una imbecilidad lo que digo- en la historia del mundo estamos asistiendo a una lucha del capitalismo contra el capitalismo. Antes, era una lucha del capitalismo contra el socialismo real, contra la utopía, no sé contra lo que tú siquieras... Pero el capitalismo era un capitalismo más ordenado, bueno, todos lo hemos vivido. Y ahora, de repente, no se sabe muy porqué el capitalismo ataca al propio capitalismo. Tú te pones a pensar, y eso sale reflejado en la novela, ¿por qué es bueno para el mundo que caigan Grecia, España o Francia? ¿Por qué es bueno? ¿Por qué es bueno para el capitalismo? Es decir, no hay ninguna razón. ¿Por qué es bueno que Norteamérica se convierta en un país muy raro? No es bueno para el capitalismo, y eso lo entendían mucho mejor que yo los Rooselvelt, Kennedys, etc...
«El capitalismo ataca hoy al propio capitalismo»
-¿Cómo nos rescataría usted del pesimismo?
-La cosa está muy complicada. Sarkozy es el presidente número 17 de Francia, que cae en cuatro años, uno detrás de otro. Es la primera vez que un presidente francés no gana la reelección. En España fíjese lo que ocurre: los ciudadanos han suspendido a todos los políticos. Empiezas a preocuparte. Esperemos que entre todos vayan poniendo en orden esto, pero lo veo complicado.
- Es de lo que trata su novela .
-Sí, pero mi novela es más optimista. No está el asunto fácil.
-¿Es verdad que lo único que realmente le importa son los toros?
-(Jajaja). Cierto, pero que no salga de aquí. En la novela está muy presente. Es uno de los personajes que más gustan a la gente que lo lee.
-El toreo es belleza.
-Vivimos tiempos ridículos, como ha escrito Javier Marías. Tenemos que defender cosas y hacer cosas como que son un poco absurdas. A mí me parece muy bien que los animalistas hagan campaña contra los toros, pero no tengo ganas de discutir bobadas. No soy un hombre cruel. Adoro a mi gata. No creo haber hecho crueldades -a lo mejor mentales, pero físicas no- y llega un momento en el que me aburre mucho estar discutiendo temas absurdos. En la vida tiene que haber un «anti», porque sino no tiene gracia.
«No soy cruel. Adoro a mi gata. Me aburre discutir temas absurdos con los "animalistas"»
-¿Qué le han dicho quienes han leído su «Simpatía por el diablo»?
-Fíjese, que la mejor reacción la he tenido de los jóvenes. Claro, los jóvenes son los que están sufriendo de una forma más directa toda esta castaña que nos han metido, y son los más decepcionados. Pero esos jóvenes ¡también son hijos de amigos los que la han leído!, con edades comprendidas entre veinte y treinta años.
-¿Qué quería saber usted?
-Si la novela era entendible. Mire, con las películas me pasaba igual. Cuando yo hacía una producción quería que la viera gente joven, que no tuvieran ínfulas de ser directores de cine o cosas de estas, porque a la mitad te espetan: «¡Joder, Tano, qué aburrimiento!, ¡qué coñazo y tal!». No he escrito una novela de altos vuelos. No he intentado explicar el mundo. He escrito un thriller político-económico, y quería saber si era entendible. Los amigos lo han entendido. Espero que no me pase como cuando vas por la calle y te para un viandante: «¿Es usted Díaz Yanes?» Y tú le respondes al tío muy animado: «Sí, sí...» Y él te remata: «Pues he visto su última película y es un desastre...» (Jajajajaja). Y claro le das la razón al buen señor o a la buena señora.
-¿Cuándo recibirá usted la verdad sobre lo que ha escrito?
-En los próximos cinco o seis meses. Es como un goteo, que te va viniendo: el de la tienda de ultramarinos de al lado de tu casa, que se la ha leído su hijo, la señora del metro, el señor que te encuentras en el autobús... Entonces, vas recibiendo y haces un cálculo: «Bueno, me he encontrado a cincuenta personas que no conocía. Si cuarenta me han dicho que lo he hecho muy bien, ¡joder he triunfado!». El tiempo te pone en tu lugar.
-¿Volverá al cine?
-Por edad sí quiero hacer una película más, pero cuando vea que la puedo hacer en buenas condiciones.
«Quiero volver al cine a hacer una película más, pero en buenas condiciones»
- ¿Económicas?
-No solo, sino que la gente vuelva a ir al cine, que puedas hacer una película que se pueda ver. No tengo ganas de pegarme dos años luchando por una película y que de repente te marches a tu casa y no la haya visto nadie. Ya estoy mayor. Estoy un poco cansado. Si tengo esas buenas condiciones, mejor; si no, como diría Paco Camino:«He llegado hasta donde he podido».
-¿El cine exige pelea?
-Muchísima. Contra uno mismo, contra el otro, el de allí, el vecino... contra el dinero.
- ¿Espadó por Alatriste?
-Curiosamente, Alatriste, que fue la película más cara que hice nunca, ha sido la más tranquila en ese sentido. Una película así te exige mucho esfuerzo mental y físico. No me encuentro hoy en el momento -a lo mejor dentro de un año le digo otras cosa- de lanzarme por todo el mundo en busca de dinero para la película. La intentaré hacer en los próximos dos o tres años.
-¿Cómo ve la situación del cine español hoy?
-Ya es como un tópico, pero creo que es un desastre. Seguramente nosotros habremos tenido la culpa, no lo dudo, y me parece muy bien. Pero no tienen razón quienes hablan del cine español como el desastre total, estatal, gubernativo, o el «Cristo» que hay momento, el país con más descargas ilegales... Casi todo es un absurdo. Que si los cineastas somos muy vagos, o unas aficionados, me parece todo muy bien, o que nos den la patada a los de nuestra edad, pero, ¡coño!, tenemos una cantidad enorme de chavales jóvenes en las universidades estudiando imagen; es un sector muy potente -en España llegó a mover el 2 por ciento del PIB-, en alza, muy avanzado. Llevo un cuarto de siglo hablando de este tema, oyendo las mismas cosas, y ha llegado un momento en el que me dan ganas de pegarme un tiro en el pie. Este sector tendría que ser estratégico. Hay mucho talento. Y el audiovisual en español podría ser muy interesante. Cuando oyes lo de la «marca España, marca España...» ¡coño, ni que España fuera adidas!
«Cuando oyes lo de la "marca España", coño ni que España fuera adidas»
-¿Es complicado pasar del guión a la novela, de cineasta a novelista?
-Mucho. Yo escribo guiones que tienen entre noventa y cien páginas. Cuando vas por la página 30 o 40 dices: «Esto ya está vencido». En una novela, cuando vas por esa página 30 o 40 piensas: “Joder, me quedan doscientas. Puede ser que no la termine nunca o que no sepa cómo terminarla». Tuve momentos de enorme pánico, que no quise transmitir ni siquiera a mi familia. Me sirvió la disciplina de los guiones.
-Y en su novela, la realidad supera toda ficción, claro .
-Investigué mucho en el mundo anglosajón, las nuevas burbujas que van a venir. Y entoces dije: «¡Joder, soy un genio, han venido todas!». Casi siempre la realidad supera la ficción, en este caso sí.
-¿En qué se inspiró?
-Más que nada en la lectura de los periódicos. De repente iba cogiendo noticias, y veía que mi proyecto iba teniendo una deriva cada vez menos entendible para la gente normal como nosotros. Leías noticias increíbles. Estamos viviendo, no digo en España, pero en otros sitios, como una especie de conspiración. Comencé a tirar y como soy muy aficionado a los «thrillers» escribí uno de ellos.
«Estamos viviendo una especie de conspiración»
-¿Su libro es una película que se puede leer?
-Supongo que se podría llevar al cine, pero ahora mismo yo no estoy muy interesado. A ver qué dicen los lectores cuando lo lean. En un guión, cuando pones un personaje lo describes con tres palabras porque no te da tiempo a más. En la novela tienes que hablar del mundo interior de los personajes, describir su ámbito emocional, y eso se lleva a cambiar el estilo. Ángel Fernández Santos decía que los escritores de cine éramos malos escritores porque a propósito escribíamos mal. Son todo situaciones y diálogo. Imagino que se me habrán quedado dejes de guionista en la novela.
-La protagonista descubre la hoja de ruta de una conspiración para apoderarse del Estado. Suena bien.
-De una forma incruenta, claro, porque los golpes de Estado antiguos ya no se dan, ahora ocurren de otra forma, claro. Me metí, me metí y adelante. Ella empieza y acaba.
-¿Hay retratos de personajes reales o ha estirado la tinta hacia ángulos cóncavos y convexos para disimularlos?
-He intentado no hacer caricatura de personajes muy conocidos, lo que pasa es que inevitablemente España es un país pequeño, y cuando hablas de presidentes hemos tenido cuatro, es decir, de cada uno sacas algo; tampoco tenemos doscientos mil banqueros, supongo que alguien se verá reflejado, pero he intentado por todos los medios que no sean reales, moverme en aguas movedizas literarias.
«Somos los contemporáneos del desastre; estamos metidos en un desastre global»
-La realidad es una catástrofe. ¿Hacia dónde vamos?
-Si no lo controlan pronto, hacia un desastre organizado. Como somos contemporáneos del desastre, porque estamos metidos en él, yo creo que no nos damos mucha cuenta de, todavía, el desastre global en el que estamos metidos.
-¿Cargaría usted su lápiz literario contra los políticos?
-Siempre cargamos la mano contra los políticos con mucha razón, porque creo que no han estado a la altura de las circunstancias. Nosotros los votamos a los políticos para defendernos de algunas cosas, y creo que ellos han caído en una especie de entreguismo total a unas fuerzas absurdas y dispersas. Creo que hay más culpables aparte de los políticos. Incluso algunos, probablemente, si hubiera un juicio final serían más culpables que algunos políticos.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete