Dámaso Alonso: regreso a los versos de un sabio

«Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres…». ¿Creen ustedes, amables lectores, que nos encontramos ante el último y airado grito de un jovencísimo y enardecido poeta nacido de la Puerta del Sol del 15-M? ¿Piensan que la crisis ha vuelto a hacer estallar entre nosotros la a veces muy injustamente tratada poesía social? Pues no, nada de eso. Miremos por el retrovisor de la poesía y la sociedad españolas de la posguerra, malheridas por el hambre, la injusticia, los correajes y las camisas azules, carcomidas por la tuberculosis y las sombras siniestras del Valle de los Caídos.

Allá, en esa tierra hostil, en ese país oscuro, aterrorizados por la presencia oscura de su sonrisa en el No-Do, precisamente allí, nacieron estos versos. Su autor, un sabio, además de filólogo, académico, colaborador de ABC y poeta «a rachas», como él mismo decía, Dámaso Alonso , de cuarenta y seis años en ese 1944 de los dolores y las penas. Fueron versos que desgarraron y testificaron sobre los espasmos del espanto, en un ejercicio de compromiso ético y estético que pocas veces ha visto nuestra literatura. Estos versos eran el comienzo de un libro vertebral de nuestra lírica, «Hijos de la ira» . Sin embargo, Dámaso Alonso, a pesar de ser uno de los ejes vertebrales de las columnas dóricas y críticas de la Generación del 27, no ha visto hasta hoy publicada su «Poesía Completa» en un libro individual, sí en los tomos de su «Obra Completa», publicados en 1973 por Gredos.

Quien también tiene bien puestas las agallas literarias es el editor Pablo Méndez, alma, corazón y vida de Ediciones Vitruvio , cuya ingente labor dentro de la poesía española de los últimos años también ha de reconocerse. Estas «Poesías Completas» de Dámaso Alonso hacen el número 500 de su colección Baños del Carmen, justo ahora cuando el 25 enero se cumplieron veinticinco años de la muerte de Alonso, y cuando ya son setenta (se reeditó en 1945 con mayor difusión) de «Hijos de la ira».

El profesor Francisco Javier Díez de Revenga, de la Universidad de Murcia, el mayor experto en España sobre el poeta y el que fuera director de la Real Academia, nos guía como magistral cicerone por estas deslumbrantes quinientas páginas.

Lo primero es preguntarle qué papel juega Dámaso Alonso dentro de la Generación del 27, ¿cuál es su lugar? «Su posición es muy extraña en su generación –cuenta Díaz de Revenga–, generación, por cierto, que Dámaso aseguraba acompañar como crítico, no como poeta, porque su poesía era una poesía irregular y, a la altura de 1927, casi nada había publicado». También es la oportunidad de saber cuál es el mapa que dibuja en su obra Dámaso Alonso:«En conjunto, su poesía es tan compleja como reveladora del ser angustiado que Dámaso llevó siempre dentro en su lucha por comprender la verdad de la mortalidad y del destino».

De versos tratamos, pero conviene no olvidar los otros colores de su intensa paleta intelectual. Director de la Academia, filólogo, ensayista... «La trascendencia de la figura de Dámaso Alonso en la cultura española –continúa el profesor– supera con facilidad los límites fijados habitualmente en torno a la personalidad de un poeta, de un creador, ya que en Dámaso confluye además la dimensión inmensa de su obra filológica, crítica y estilística, a la que hay que unir su puesto de pionero y militante principal en defensa de la lengua española, la lengua común, que él entendió y estudió como nadie. Al frente de la Academia luchó en tiempos difíciles para que la lengua fuera entendida y respetada». 

¿Fue Dámaso un valiente al escribir y publicar «Hijos de la ira» cinco años triunfales después de la guerra? «Dámaso representa un buen ejemplo de lo que podríamos denominar exilio interior, como Menéndez Pidal o Aleixandre. Con una gran inteligencia formó parte de los disconformes y en la Universidad de los años cuarenta y cincuenta representó la facción más avanzada y emprendedora».