Stephen King: «Hay algo biográfico en el padre aterrador de "El Resplandor"»

Su «Doctor Sueño» es el niño aterrorizado por sus padres en «El resplandor», a quien el novelista rinde un prudente homenaje: «Todos arrastramos nuestros sueños y terrores infantiles. Mi protagonista sufrió mucho durante su primera infancia. Ya muy mayor, yo mismo sentí miedo pensando que otras pesadillas podrían perseguirlo. Espero que mis lectores no quedarán decepcionados, si sufren como yo».

¿Cual es la muerte perfecta para un clásico de la novela de terror? «Recuerdo una que me pareció ejemplar, a su manera. Recuerdo una emisión de televisión en la que un buen señor daba consejos de gastronomía y dietética. Se murió en directo, dando consejos de ese tipo. Me pareció una manera muy bella de morir».

¿Son biográficas las novelas e historias de un novelista especializado en el terror? «Bueno, todos los creadores saben que todos sus personajes tienen algo de su creador, que es como un Dios pequeñito pero todo poderoso. Creo que hay algo más o menos biográfico en el padre aterrador de “El resplandor”. La primera salida que pude pagarme cuando me casé fue un viaje a las montañas de mi tierra. Fui muy feliz. Pero mi mujer y yo vivimos en un hotel muy solitario que me inspiró muchas cosas para el hotel terrorífico de mi novela».

¿Se vive bien del terror? Stephen King vive de maravilla: «Cuando tuve mi primer éxito apenas ganaba unos seis mil dólares al año. Mi editor me pagó un anticipo de miseria. Meses después, cuando pasé por la editorial para ver como iban las ventas, me dijeron que habían vendido los derechos de las ediciones de bolsillo, cobrando 400.000 dólares. No me lo creí. Pensé que se había equivocado y que me darían 4.000 dólares. Mi mujer se creyó que le estaba gastando una broma. Para convencerla que comenzábamos a ser ricos le compré un secador de pelo».

¿Qué poderes sobrenaturales le gustaría «heredar» de sus novelas de terror? «Saber recuperar las cosas olvidadas. En casa somos muy desordenados. Mi mujer es muy desordenada. Poder cerrar los ojos y averiguar donde ha dejado las llaves sería algo maravilloso».

¿París? ¿Hará turismo el célebre autor norteamericano: «Claro, claro. Veré el Louvre , la Torre Eiffel , Montmartre . Iré a un buen restaurante. Pero no beberé una nota de vino. Un antiguo alcohólico, como yo, decidió olvidar para siempre los placeres de la bebida. Hay otros placeres. Espero».