obras completas
Resucita la mano literaria inédita de Elias Canetti
Ven la luz atisbos de tres proyectos nunca culminados: su teoría sobre el drama, la segunda parte de «Masa y poder» y su libro sobre la muerte
ANTONIO ASTORGA
El primer idioma que habló Elias Canetti (1905-1994) fue el español . La misma lengua que procesiona su primer traductor, el peruano Juan José del Solar , que ha realizado una labor titánica desde su silla de ruedas en ... la gestación de las Obras Completas del escritor nacido en Bulgaria, que pensó en alemán y fue premio Nobel en 1981. Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores culmina así un proyecto de diez años con «La conciencia de las palabras. Teatro, ensayos, miscelánea », de Canetti, con notas e introducción del crítico y escritor Ignacio Echevarría. Fue él quien agradece el «esfuerzo heroico» de Juan José del Solar por dirigir, casi impedido, un trabajo ejemplar sobre Elias Canetti tras sufrir Del Solar un derrame cerebral al comenzar la edición. «Se trata del mejor Canetti completo -en teatro, ficción, libros de viajes, aforismos, conversaciones, discursos...- en todas las lenguas, incluida la alemana», asegura Echevarría. Menos en poesía, arista que no tocó.
Elias Canetti se alejó desde muy joven de la masa y del poder del Periodismo . No quiso ejercerlo ni servir a los intereses de las empresas periodísticas. De hecho, cuando le dieron el Nobel se cerró en banda y no concedió ninguna entrevista. Este volumen incorpora una miscelánea inédita «con atisbos concretos de tres proyectos que nunca llegó a culminar», especifica Ignacio Echevarría.
- Su teoría sobre el drama .
-La segunda parte, anunciada por Canetti, de su obra principalísima «Masa y poder ».
- Su libro sobre la muerte , que concibió al escribir «Auto de fe».
Sobre su condición de judío Canetti era extremadamente reservado, apunta Echevarría. « Canetti no entró en el Holocausto ni siquiera desde el lado del judaísmo , y fue fiel a la lengua alemana, la de sus padres, incluso cuando se exilió a Inglaterra». Sobre el genocida escribe Canetti en 1971: «Resulta difícil separar delirio y realidad en Hitler: ambos planos se entremezclan incesantemente. Pero este simple hecho apenas distingue a Hitler de los otros. La verdadera diferencia radica en la fuerza de su delirio, que no se contenta con pequeñas satisfacciones como la mayoría de los hombres. Su delirio es, dentro de su hermetismo, el elemento primario, y no está dispuesto a sacrificar la más mínima parte de sí mismo. Todo cuanto se manifiesta en la realidad es referido al delirio como totalidad. Su contenido es tal que solo una cosa puede alimentarlo: los éxitos. El fracaso no puede rozar realmente a Hitler...»
La literatura no está muerta
En enero de 1976, en Múnich, Canetti se preguntaba si dada la situación en aquel momento del planeta Tierra existía algo en virtud de lo cual los escritores -o los considerados como tales- puedan ser de utilidad : «La literatura podrá ser lo que quiera, pero muerta no está, como tampoco lo están quienes se aferran todavía a ella», respondía. Y relataba Canetti cómo por casualidad encontró una nota de un autor anónimo con fecha de 23 de agosto de 1939, una semana antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, que decía así: «Ya no hay nada que hacer. Pero si de verdad fuera escritor, debería poder impedir la guerra». Canetti la leyó irritado y la copió con creciente indignación. He ahí, pensó, una muestra de lo que más le desagrada de la palabra escritor, una pretensión que se halla en flagrante contradicción con lo que un escritor podría hacer en el mejor de los casos, un ejemplo de «esa fanfarronería que ha desacreditado tanto esta palabra y nos infunde recelo en cuanto alguien del gremio se da golpes de pecho y empieza a pregonar sus monumentales intenciones».
Concluía Canetti que la tarea del escritor no puede consistir en dejar a la humanidad en brazos de la muerte: «Consternado, experimentará en mucha gente el creciente poderío de ésta (...) Vivirá de acuerdo a una ley que es suya propia, aunque no haya sido hecha especialmente a su medida, y que dice: No arrojarás a la nada a nadie que se complazca en ella. Solo buscarás la nada para encontrar el camino que te permita eludirla, y mostrarás ese camino a todo el mundo. Perseverarás en la tristeza, no menos que en la desesperación, para aprender cómo sacar de ahí a otras personas, pero no por desprecio a la felicidad, bien sumo que todas las criaturas merecen, aunque se desfiguren y destrocen unas a otras».
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete