Cartas a la ciudadanía
A José Luis Garci, el escritor que hace películas
«No suele ser habitual, querido lector, que me dirija a usted a través de una carta. Lo hago siempre desde la radio, que es mi medio natural, pero durante este verano me apetece hacerlo por aquí»
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónNo suele ser habitual, querido lector, que me dirija a usted a través de una carta. Lo hago siempre desde la radio, que es mi medio natural, pero durante este verano me apetece hacerlo por aquí. Y hoy, en esta primera carta, quiero plantearle un ... juego. Piense usted en cualquier ser humano; un familiar, un amigo, su primer amor o, si le apetece, un personaje histórico. A no ser que haya elegido a un niño o a una persona desempleada, sin duda podrá decirme su profesión: contable, arquitecto, periodista, frutero, compositor, taxista, genio de la física, traductor, informático o lampista. Sin embargo, en ocasiones, las cosas no son tan sencillas. Estoy pensando en José Luis Garci, al que todos definiríamos, indudablemente, como director de cine.
Pero no es verdad. Este hombre no es un director de cine, pese a haber dirigido muchas de las mejores películas de la historia de nuestro país y ganado, merecidamente, el primer Oscar del cine español.
No es un director de cine. Es un escritor.
Les animo a que lean cualquiera de sus muchos libros. No pienso citar aquí ninguno, porque hoy en día es muy fácil averiguar las cosas gracias a internet. Busquen ustedes, por favor, y descubran al auténtico Garci. Quedarán fascinados con quien es, probablemente, el mejor escritor vivo que tenemos en España.
Su manera de escribir es tan potente, tan natural, tan similar a las rocas y los bosques, tan poco fingida, que su fuerza se escapa del papel. Es un volcán de ideas y de imágenes, de asociaciones que brotan una tras otra, y tienen tanto vigor que imagino a un Garci muy joven pensando que todo eso no podía caber en los folios. Si hizo películas es porque su literatura se desparramaba en los papeles, de tan caudalosa. Sus imágenes literarias, todo lo que se le ocurría, necesitaba más espacio. Y Garci lo encontró en el cine.
Y empezó a hacer películas, y le fue bien. Filmó varias obras maestras del cine, aunque él siempre lo negará. Su humildad en esto, como su literatura, tampoco es nada fingida. Pero no le escuchen a él cuando hable de sus méritos, que siempre empequeñece. Escúchenme a mí. Garci creó un estilo propio, rematadamente suyo, porque si hay un toque Lubitsch, también hay un toque Garci.
A pesar de haber logrado eso en el cine, su genialidad está todavía más presente en sus libros. Léanlo, insisto. Háganlo aunque el tema del que escriba no sea especialmente de su gusto, porque lo que convierte en interesantes sus libros no son los asuntos de los que habla, sino el universo que es capaz de transmitir, la verdad gigante que logra captar.
En la película de Truffaut 'El hombre que amaba a las mujeres', una editora habla de la forma de escribir del protagonista, Bertrand, un tipo que decide escribir su experiencia con las chicas. El elogio que ella hace es el mismo que todos podemos dedicarle a Garci: tiene un estilo sincero, asilvestrado, rugoso pero tierno a la vez. Escribe sin saber que está escribiendo.
Y así es Garci, un genio que no va de genio, un escritor que no va de escritor, pero es tanto lo uno como lo otro, y lo es en un grado tan intenso que empequeñece a cientos y cientos de colegas suyos de profesión, cuya opinión de si mismos es tan ridículamente elevada que no podemos hacer otra cosa que compadecerles.
Iba a terminar diciendo que todo da igual, porque el tiempo nos dará la razón a los que vemos en Garci a un genio de la literatura. Sin duda sería un modo aceptable de terminar esta primera carta al a ciudadanía. Pero si quieren que les diga la verdad, tanto a Garci, como a mí, como probablemente a ustedes, la posteridad nos trae sin cuidado, y lo hermoso sería que a partir de ahora las cosas cambiarán, y que al leer a Garci, usted empezara a formar parte de un club, cada vez mayor, de lectores que empezaran, desde ya y sin esperar ninguna posteridad, a hacer justicia a José Luis Garci, un escritor que hace películas.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete