José Guirao, la antítesis del sectarismo

Era un gestor espléndido, ordenado y riguroso; maestro en evitar conflictos y solucionarlos si surgían. Pero además también era capaz de pensar en grande

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Guirao, las formas elegantes de un político capaz de alcanzar acuerdos

José Guirao Jaime garcía | vídeo: europa press

Miguel Ángel Cortés

Tenía grandes proyectos para el cincuentenario de la muerte de Picasso, pero su enfermedad nos ha hecho perder la gran oportunidad de una conmemoración a la altura del artista y de la potencia cultural que es España, como José Guirao tenía pensado.

José Guirao ... era un gestor espléndido, ordenado y riguroso; maestro en evitar conflictos y solucionarlos si surgían; la antítesis del sectarismo y capaz de llevarse bien con todo el mundo. Pero además de llevar bien el día a día, también era capaz de pensar en grande. La ampliación del Reina Sofía se debe a dos personas: Juan Manuel Urgoiti y José Guirao, una vez que José María Aznar, en la etapa de Esperanza Aguirre como Ministra de Eduación y Cultura, tomó dos decisiones: entregar al Reina Sofía los cinco edificios de Educación en la manzana que hoy ocupa en exclusiva y consolidar en el presupuesto del Ministerio los 12.500 millones de pesetas con los que se habían pagado las cuatro anualidades de la compra de la colección Thyssen. Se multiplicó, así, por más de cuatro el presupuesto de inversiones de Cultura y se pudieron acometer los más de veinte proyectos para la ampliación y mejora de las instituciones culturales de cabecera en distintos lugares de España.

Cuando en el año 2000 fue relevado en el Reina Sofía, pasó unos meses en la Dirección General de Relaciones Culturales y Científicas del Ministerio de Asuntos Exteriores hasta que en 2001 fue nombrado por Miguel Blesa responsable del área cultural de la entonces Cajamadrid, donde, entre otras cosas, creó la Casa Encendida. Su buena gestión en la institución le llevó a dirigir el proceso de transformación de la entidad, primero con Carmen Cafranga como presidenta y, a partir de 2013 como director general de la nueva Fundación Montemadrid, a donde volvió tras el demasiado breve paréntesis como ministro de Cultura.

Pienso que su etapa mejor fue como director del Reina Sofía. Quizá no soy objetivo, pero lo he comentado con él muchos años después de dejar de serlo y estaba de acuerdo.

En 1994 Carmen Alborch era Ministra de Cultura y yo el portavoz de cultura del Partido Popular en la oposición. Las cosas se habían complicado en los dos grandes museos nacionales y en aquella época, de añorado bipartidismo, se fraguó en el Vips de Zurbano un acuerdo para dejar fuera de la pendencia política a las grandes instituciones culturales.

El acuerdo entre gobierno y oposición, respaldado al más alto nivel de ambos partidos, tuvo dos consecuencias inmediatas: la creación por Carmen Alborch de la llamada 'comisión de deslinde entre el Prado y el Reina Sofía', en la que Alfredo Pérez de Armiñán fue determinante, y una proposición no de ley sobre la ampliación del Museo del Prado, después del fallido concurso internacional, que fue aprobada por unanimidad. Este trámite en la Comisión de Cultura del Congreso tuvo la feliz consecuencia de que un 'acuerdo de cafetería' se elevó a rango de 'pacto parlamentario', mantenido desde entonces y que, en palabras del actual director del Museo, Miguel Falomir, se ha convertido en la piedra de clave de todo el proceso de ampliación, reforma y modernización del Prado. 

En la primera legislatura de Aznar, con la interlocución de Alfredo Pérez Rubalcaba y Carmen Chacón en las filas socialistas, el acuerdo se extendió a las grandes instituciones culturales del Estado, empezando por el Reina Sofía, que dirigía José Guirao desde 1994.

En mayo de 1996, inmediatamente después de tomar posesión como Secretario de Estado de Cultura, José Guirao me pidió pasar a mi nuevo despacho para decirme que dispusiera de su cargo. Le pedí que continuara porque lo estaba haciendo muy bien y porque el 'acuerdo parlamentario' debía de hacerse extensivo a que los responsables de las grandes instituciones culturales no cambiasen porque lo hiciera el gobierno. Se resistió, pero aceptó y sólo me pidió una cosa: «Como tendrás que sustituirme, porque muchos quieren este puesto, dímelo para que yo dimita antes de ser cesado». No sólo terminó la legislatura con él al frente del Reina Sofía, sino que bajo su dirección el Reina Sofía tuvo la mayor y más importante ampliación, tanto de sus instalaciones con el proyecto de Jean Nouvel, como de sus colecciones, que tanto deben a Elvira Rodríguez, que mostró auténtica debilidad por el Reina, y creo que por Pepe.

No sabría decir si Pepe Guirao era un político que se dedicó a la cultura o un hombre de la cultura que tuvo importantes responsabilidades políticas. Desde luego, era culto y tenía valores y modos que hicieron de él un político y un profesional respetado y querido. Le echaremos mucho de menos.

SOBRE EL AUTOR
Miguel Ángel Cortés

Secretario de Estado de cultura 1996-2000

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