Ibiza inventa la 'rave' con ruedas: ahora la fiesta te recoge y te lleva a la discoteca
Las Party Vans de Uber y Amnesia mezclan viaje y juerga en una experiencia que promete ser la más codiciada del verano
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Mallorca
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Iniciar sesiónEn Ibiza ya no se va a la fiesta. Se llega bailando. Concretamente, en una furgoneta tuneada como si el camarote de los hermanos Marx se hubiese fusionado con el Bora Bora y le hubiesen añadido un volante. Desde el 25 de julio - ... fecha que en el calendario pitiuso ya marca oficialmente el inicio del despiporre- se han puesto en marcha las Party Vans, un invento tan excesivo como irresistible.
La cosa va así: te bajas del avión, sobrevives a la cola del equipaje, reservas tu Uber... y aparece una furgoneta negra con luces de discoteca, un DJ pinchando a cuatro palmos de tu cara y seis personas moviendo el esqueleto como si estuvieran poseídos por el espíritu de Chimo Bayo con jet lag. Esto es real. No es un sketch de 'Polònia'.
«Ibiza es sinónimo de música, fiesta y cultura global, y Party Van nace precisamente para celebrar todo eso», explica Felipe Fernández Aramburu, director general de Uber en España y Portugal, sobre esta juerga sobre ruedas que nace del pacto fáustico entre Uber y Amnesia, uno de los templos de la noche ibicenca. «Un servicio pionero que no sólo permitirá a los usuarios desplazarse alrededor de la isla, sino que convertirá el viaje en parte de la experiencia de fiesta ibicenca», promete.
Cada furgoneta tiene capacidad para siete pasajeros, por lo que puedes meter a tu grupo entero (o lo que quede de él) sin dejar a nadie tirado. Eso sí: sólo estará disponible los viernes y sábados, hasta el 16 de agosto, de 22.00 a 01.00 horas. La reserva se hace por la App de Uber, al mismo precio que el servicio Van normal, pero con más humo, más luces y mucho más bombo. Si llegas a tiempo, claro.
Dentro de la Party Van, el ambiente es el de una 'rave' en miniatura. El DJ -gafas oscuras aunque sea de noche- hace sonar la música en directo mientras algunos pasajeros se animan a bailar en sus asientos. Las luces LED parpadean al ritmo del bajo y todo el vehículo vibra como si la carretera también formara parte de la coreografía. Más que un transporte, es el aperitivo de lo que espera al llegar al club.
Para facilitar los traslados, Uber ha habilitado un punto de recogida exclusivo en las instalaciones de Amnesia desde y hacia el club. «Ibiza es mucho más que una isla; es energía, es un estilo de vida, y Amnesia lleva casi medio siglo siendo el alma de esa fiesta», recalca Stéphane Schweitzer, socio del club. «Siempre buscamos nuevas formas de sorprender y conectar con nuestro público. Por eso, la creación de Party Van nos permite extender la magia del club más allá de nuestras puertas y hacer que la experiencia empiece incluso antes de llegar». Según Schweitzer, un servicio así era justo lo que la isla necesitaba para elevar aún más el ritual nocturno ibicenco.
Esta novedad aterriza en plena temporada alta, cuando Ibiza hierve y la isla parece no tener suficientes noches para tanta música. Desde los años 80, la meca del clubbing vive de ese pulso eléctrico que trae a cientos de miles de peregrinos cada verano, atraídos por nombres que llenan carteles en letras mayúsculas: Pachá, Ushuaïa, Hï, DC-10, Privilege... templos del exceso que compiten por ver quién pone el DJ más grande, la performance más imposible o el amanecer más memorable sobre el Mediterráneo. Aquí las madrugadas no se acaban: se deslizan del último 'beat' al primer café con vistas al mar. En ese contexto, las Party Vans no son una extravagancia más, sino casi una consecuencia lógica. Una pieza más del engranaje hedonista que hace que, en Ibiza, hasta el trayecto de un punto a otro pueda convertirse en una experiencia digna de contar.
Hay tres Party Vans disponibles. Tres. En toda la isla. Es decir: si ves una, hazle una foto. Si consigues una, te tocó la lotería.
Los primeras en probarlo han sido varios influencers y famosos - Fonsi Nieto, Cayetana Guillén Cuervo, Carola Balaztena, Cristina Tosio y José Lamuño- que ya lo dieron todo, haciendo 'twerking' entre la banqueta del copiloto y el subwoofer, mientras el DJ sonríe con esa cara de «yo estudié ingeniería de sonido para esto». Afuera, la carretera serpentea como siempre, pero aquí dentro el tiempo se mide a base de drops de música electrónica. Total, ¿quién necesita mirar por la ventana si puede mirar al DJ a medio metro?
Y si ésta es la nueva forma de calentar motores, el próximo paso lógico será un Uber submarino con saxofonista de deep house para el traslado en barco, o una lanzadera espacial directa a Marte con música electrónica a todo volumen. Pero, de momento, la isla se conforma con la Party Van. La fiesta empieza antes de llegar. La resaca, probablemente, también.
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