Uri Geller le declara la guerra mental a Putin y amenaza con desviar sus misiles nucleares
El mentalista asegura que, con la misma fuerza que doblaba cucharas, podría alterar el curso de los proyectiles nucleares rusos, si esto fuera necesario
Berlín
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Iniciar sesiónEn la guerra, como en el amor, todo vale. Al menos eso reza el aforismo. Y a todas las que hasta el momento ha desplegado Occidente contra la invasión rusa de Ucrania, podrían sumarse ahora las armas mentales. Esa es la amenaza de Uri Geller ... , dispuesto a usar su poder contra Putin.
Geller es el mismo famoso mentalista que sorprendió a España en el 'Directísimo' de José María Íñigo, a mediados de los años 70, y que ha seguido siendo un habitual en programas de la televisión alemana con su espectáculo de doblar cucharas. Asegura que, con esa misma fuerza, podría desviar el curso de los misiles nucleares rusos, si esto fuera necesario. Lo ha anunciado en una carta abierta y personal a Putin publicada en Twitter. La carta contiene una alta proporción de signos de exclamación y, a falta de ruso, puede leerse en un inglés bastante sencillo. Se titula 'Esta es una advertencia para Vladimir Putin'.
Geller comienza diciendo que hay «rumores e informes» de que Putin está considerando seriamente el uso de armas nucleares estratégicas. Ha escuchado que las bases navales en la costa oeste de Escocia están particularmente en riesgo. Por lo tanto, dirige la siguiente advertencia al gobernante ruso: «Si decide usted usar armas nucleares y atacar a Escocia, o cualquier otro país del mundo, ¡sus planes le devolverán sus misiles!». Para cumplir con su amenaza, se servirá de moléculas individuales de su pensamiento y energía mental.
Pacifismo
A medida que avanza la carta, Geller hace un llamamiento a «todas las personas amantes de la paz en el mundo» para que se unan a él. Basta con imaginar un campo de energía radiante durante cinco segundos al día y esto actuará como un escudo dorado protector en el cielo, sobre el que supuestamente rebotará cualquier misil nuclear que lance Putin. Y eso no es todo: también hay fuerzas «mucho, mucho mayores» de lo que Putin podría imaginar. «Estoy seguro de que evitarán que comiences una guerra nuclear», le dice al presidente ruso.
Geller concluye con otra advertencia: si el dictador sigue empeñado en los medios militares como hasta ahora, será Rusia la que más sufra. «¡Sus computadoras de control de misión colapsarán, sus sistemas de navegación fallarán y sus misiles no funcionarán!», anuncia. «Ha sido advertido», subraya su apercibimiento.
Otras amenazas
No es la primera vez que Uri Geller pone sus poderes al servicio de la Historia. Anteriormente, solicitó un puesto en el gobierno de Boris Johnson después de que el asesor especial del primer ministro hiciera un llamamiento a «chicos raros e inadaptados». «Queremos contratar personas inusuales con diferentes habilidades y experiencias para trabajar en Downing Street», escribió en su blog el polémico Dominic Cummings, que se refería más bien a especialistas en datos, programadores, economistas, expertos en comunicación o jóvenes investigadores. «No busques más», escribió Geller en su carta de candidatura, «tengo poderes psíquicos reales, solo pregúntele al Mossad, la CIA y el Pentágono», justificó, refiriéndose a su supuesto currículum de trabajos para los servicios de inteligencia de Estados Unidos e Israel.
Posteriormente, afirmó haber ayudado al primer ministro británico a retener el poder dándole una cuchara cargada de «energía positiva» que había pertenecido a la fallecida líder israelí Golda Meir. Afirma que su carrera televisiva como ilusionista y doblador de cucharas con poder mental fue en realidad «la tapadera perfecta» para su trabajo de espionaje. «En mi trabajo de inteligencia, participé en la Operación Tormenta del Desierto, ayudé a localizar túneles secretos en Corea del Norte y usé mis habilidades para borrar discos diplomáticos cruciales en su camino a Moscú», proclama.
También afirma haber participado en negociaciones de desarme nuclear con Moscú durante la Guerra Fría, «bombardeando a su jefe negociador con ondas de pensamiento positivas para lograr que la delegación soviética firmara el tratado». «Aunque muchos han dudado de mis habilidades», responde a los escépticos, «mis logros no pueden descartarse como trucos o ilusiones».
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